Erdogan endurece su discurso, un año después de la intentona golpista

DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)

Ankara. - El presidente de Turquía no pensaba en dormir esta noche: nada menos que tres discursos pronunció entre el crepúsculo y el amanecer, uno en Estambul, la metrópoli económica del país, y dos en Ankara, la capital. Una gran parte del contenido ya se conocía de antemano. Lo que llamó la atención fue el tono. Aunque la voz de Erdogan se volvió cada vez más ronca al final, cada uno de los discursos marciales estaba marcado por una intransigencia que dejaba claro que quien esperaba que a un año de la intentona golpista la tranquilidad regresaría a Turquía estaba equivocado.

Erdogan no dejó margen alguno para que alguien dudara de su determinación de seguir adelante con las purgas, posiblemente con mayor dureza aún. "Tanto los miserables golpistas como los que nos los echaron encima no van a encontrar la tranquilidad a partir de ahora", exclamó el presidente en alusión al movimiento del predicador Fethullah Gülen, quien vive en Estados Unidos y a quien Erdogan atribuye la autoría de la intentona golpista.
El mandatario turco dijo que sabe perfectamente quién está detrás de organizaciones terroristas como el movimiento de Gülen, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y el autoproclamado Estado Islámico. "Vamos a arrancar las cabezas primero a estos traidores".
Unos 150.000 empleados públicos fueron suspendidos o despedidos después del fallido intento de golpe de Estado por sus supuestos nexos con el movimiento de Gülen. Además, más de 50.000 personas ingresaron en prisión preventiva. También se encuentran entre rejas el presidente y la directora de Amnistía Internacional en Turquía. Cuando Erdogan fue enviado a prisión en 1999, esta organización defensora de los derechos humanos exigió su puesta en libertad.
A quienes se encuentran en prisión preventiva por su supuesta participación en la intentona golpista les espera ahora una nueva humillación. Erdogan anunció que tendrán que vestir los mismos monos de color naranja que los presos del campo de detención tristemente célebre en la base naval de Estados Unidos en Guantánamo (Cuba). "A ellos les vamos a poner ropa especial como en Guantánamo, y así van a tener que comparecer ante el tribunal. No puede ser que comparezcan ante el tribunal bien arreglados".
El presidente también dejó claro una vez más su deseo de que esos tribunales también puedan volver a dictar la pena de muerte en la horca. Sus seguidores corearon durante sus discursos "¡Queremos la pena de muerte!". Erdogan sabe perfectamente bien cómo contentar a las masas: "Mis hermanos, ya les he comunicado mi convicción. Si (la propuesta) se presenta en el Parlamento -y yo creo que será aprobada por el Parlamento- y se somete a mi consideración, la aprobaré sin vacilar".
Sin embargo, está por ver si efectivamente se va a aprobar una enmienda constitucional para reinstaurar la pena capital. Desde la intentona golpista, Erdogan ha convertido la pena de muerte una y otra vez en tema de discusión, pero hasta el momento sus palabras no se han traducido en hechos. De cualquier manera, el presidente no está dispuesto a dejarse amilanar por la Unión Europea, que ha advertido a Erdogan que el restablecimiento de la pena capital significaría el fin del proceso de adhesión de Turquía al bloque comunitario.
La emisora afín al Gobierno A Haber aseguró que en la noche del sábado y la madrugada del domingo se volcaron a las plazas del país 80 millones de personas para recordar la desarticulación del golpe de Estado. Es decir, todos los habitantes del país. Pero ya se sabía que esta emisora no es totalmente ajena a las exageraciones. Sí es cierto que tan solo en Estambul cientos de miles de personas vitorearon a su "reis" (presidente) cuando pronunció su discurso en el Puente del Bósforo, rebautizado como "Puente de los Mártires del 15 de Julio".
Erdogan no tenía que temer que se alzaran voces críticas durante sus actos públicos con motivo del "Dia de la Democracia y la Unidad Nacional". La oposición no asistió a ninguno de sus discursos. Su ausencia no se debió a que el Partido Republicano del Pueblo (CHP, de centroizquierda) y el Partido Democrático de los Pueblos (HDP, prokurdo) hubiesen apoyado el intento de golpe de Estado. Todo lo contrario: en su momento, los dos partidos con representación parlamentaria cerraron filas en su condena a la asonada militar. Sin embargo, los acontecimientos que se han registrado desde el 15 de julio de 2016 han dividido a los partidos y al pueblo de Turquía.
La oposición acusa al presidente de usar el estado de emergencia decretado a raíz de la intentona golpista para ampliar su poder y poner a Turquía en un camino que la aleja de la democracia y el Estado de derecho. El presidente rechaza estas críticas con el argumento de que, si realmente fuese un dictador como sostiene el líder opositor Kemal Kilicdaroglu, ni siquiera habría permitido que tales críticas se expresaran.
El estado de emergencia le permite a Erdogan gobernar por decreto. En los próximos días, el Gobierno turco pretende prolongarlo por cuarta ocasión. El procedimiento es el siguiente: el Consejo Nacional de Seguridad, presidido por Erdogan, recomienda la prolongación. El gabinete, también presidido por Erdogan en situaciones de emergencia, decide sobre la recomendación. Finalmente, la prórroga tiene que ser aprobada por el Parlamento, donde el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) cuenta con la mayoróa absoluta necesaria. Y desde hace poco, el presidente del AKP es otra vez Erdogan.


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