AFP (Agencia France-Presse)
EL CAIRO. - La escasa movilización de sus partidarios al abrirse el juicio del derrocado presidente egipcio, Mohamed Mursi, refleja el debilitamiento de su movimiento islamista, duramente reprimido desde el golpe de Estado militar de julio pasado.
En su primera aparición pública desde que lo derrocó y arrestó el ejército, el primer mandatario egipcio elegido democráticamente aseguró, al abrirse el lunes en El Cairo su juicio por presunta "incitación al asesinato" de manifestantes, que seguía siendo "el presidente de la República", añadiendo que había que juzgar a los "líderes" del "golpe militar" del pasado 3 de julio, lo cual, según algunos analistas, podría acentuar la división del país entre sus partidarios y sus opositores.
Partidarios del mandatario islamista derrocado, en prisión o diezmados por la implacable represión de las autoridades instaladas el 3 de julio por el ejército, habían llamado a la movilización durante la audiencia. Miles de partidarios de Mursi se congregaron ante el tribunal constitucional, en el sur de El Cairo, y decenas más ante el tribunal, esgrimiendo fotos de Mursi y carteles con críticas a los militares. Además, partidarios y adversarios de Mursi se tiraron pedradas delante del Tribunal de Casación, en el centro de El Cairo.
No obstante, la movilización fue muy inferior a la de anteriores oportunidades.
"Los islamistas no están en condiciones de perturbar la realización de la hoja de ruta del gobierno" interino, la cual prevé una nueva Constitución y elecciones generales hacia mediados de 2014, estimó Hasan Nafaa, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de El Cairo.
Para él, los Hermanos Musulmanes, cuyos principales dirigentes están encarcelados, también "han perdido el apoyo de la mayoría de la población".
Mursi estuvo apenas un año en el poder. Los días previos a su caída, millones de egipcios salieron a las calles pidiendo su partida, acusándolo de acaparar el poder en beneficio de su movimiento, los Hermanos Musulmanes.
Los manifestantes que expresaron su oposición a Mursi, lo acusaban de querer instaurar un régimen islamista autoritario y de haber traicionado a la "revolución" de 2011, que obligó a Hosni Mubarak a renunciar tras tres décadas de permanencia en el poder.
Tras el golpe de julio pasado, el nuevo poder ha reprimido de forma sangrienta a los manifestantes pro Mursi, en particular desde el 14 de agosto, cuando policías y soldados mataron a cientos de sus partidarios al dispersar una protesta en El Cairo. Desde entonces, más de mil manifestantes han muerto y más de 2.000 miembros de los Hermanos Musulmanes fueron detenidos, incluidos sus principales líderes.
La prensa egipcia subrayó el martes que, el lunes, Mursi dijo "11 veces 'soy el presidente'" y mencionó en "21 oportunidades su 'legitimidad'" obtenida en las urnas en junio de 2012.
"La posición de los Hermanos Musulmanes está desconectada de la realidad, pero cabe señalar su actitud desafiante (adoptada durante el juicio de Mursi), la cual podría enardecer a sus partidarios", comentó Shadi Hamid, del Brooking Doha Center.
No obstante, para Karim Bitar, del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París (Iris), "la estrategia de Mursi, pese a tener el mérito de la constancia (...) no se entiende fuera del ambiente de los Hermanos".
La llegada de Mursi al poder había marcado un hito en la historia de los Hermanos Musulmanes, cofradía creada en 1928 que fue oficialmente prohibida en 1954 y luego relativamente tolerada durante parte del régimen de Mubarak.