"España es hoy más federal que en 2006 gracias al Estatut"

Público, Madrid, España

El presidente de la Generalitat de Catalunya José Montilla (Iznájar, Córdoba, 1955) ha vivido una semana intensa. Ha conseguido que, con el 90% de los diputados, el Parlament inste al Tribunal Constitucional (TC) a declararse "incompetente" para juzgar el Estatut y aliente un frente para que PSOE y PP accedan a renovarlo y cambiar la ley que lo rige.

José Montilla, presidente del gobierno de Cataluña.
José Montilla, presidente del gobierno de Cataluña.
JOSEP CARLES RIUS / FERRAN CASAS, Barcelona. - La frialdad de Zapatero ante las propuestas catalanas le ha reportado críticas del PSC, ante las que tercia su primer secretario, ya metido en la precampaña electoral. El Estatut debía dar más poder político y económico a Catalunya pero también resolver su encaje en España. Visto en perspectiva, se ha conseguido lo primero pero no lo segundo. ¿Es un fracaso?
Discrepo de que en lo segundo no se haya avanzado. El Estatut ha sido una referencia para otras comunidades y hoy España es más federal que en 2006 gracias a la apuesta catalana. Pero es verdad que también se ha producido una ofensiva de determinados sectores, ya no contra el Estatut en sí, sino contra el Título VIII de la Constitución. Son los que hablan de España como si el Estado de las autonomías no existiera y tienen una visión regresiva. Es una visión muy madrileña y que no se encuentra en otros territorios. Pero el problema es que en Madrid, en los centros de poder, la llamada periferia no pesa.
Pero la tendencia centralista existe también en la izquierda.
Hay personas que también tienen esta visión, es cierto. Pero también es verdad que la segunda fase del Estado autonómico ha sido posible gracias a la mayoría de izquierdas. Con errores y limitaciones, como las nuestras, la izquierda española ha apostado por ese proceso.
¿Y el PSOE sigue apostando por la defensa del Estatut ante el TC?
Yo creo que sí, aunque tenemos ritmos diferentes. A nosotros nos gustaría ir más deprisa. Somos conscientes de las dificultades, de la confrontación brutal de la derecha española contra la descentralización, incluso deteriorando la convivencia. Es más fácil votar el Estatut para los diputados catalanes que para uno de Cuenca o Segovia. Y si no hubiera sido por los diputados del PSOE no tendríamos Estatut. No podemos decir que el PSOE y el PP sean lo mismo, eso solo se puede decir desde el sectarismo.
¿Ahora que usted lidera un frente catalán a favor del Estatut, se siente apoyado por Zapatero?
Hay que tener perspectiva. Hemos podido desplegar leyes polémicas, como la de Educación, sin que el Gobierno central haya recurrido. Pero es cierto que a mi me gustaría ir más rápido. Mi obligación no es ser conformista sino más ambicioso. Se ha dicho que Zapatero no nos apoya, pero no es exacto [saca el teléfono y busca en su buzón de correo la transcripción de una intervención de Zapatero en el Senado]. Él ha dicho que apoya y volvería a votar el Estatut, que comparte nuestra preocupación y que ya fijará posición sobre la ley del TC cuando toque. No veo que él diga que está en contra. Las leyes se pueden modificar, como se hizo con esta misma hace un año y los cargos, si lo son para un periodo, cuando vencen deben cambiarse. Esto ahora es más importante para mí que para él pero de ahí a hablar de confrontación.
Usted confía en que el Senado reforme la ley del TC para facilitar su renovación. ¿En qué se basa?
Yo confío en el sentido común y en nuestro trabajo. Confío en nuestras fuerzas, en las del PSC y en las del conjunto de los catalanes.
Habla de las fuerzas del PSC. ¿Sus 25 diputados en el Congreso votarían con el frente catalán si éste se traslada a la Cámara baja, tal y como pide el conseller Antoni Castells?
Los diputados del PSC en el Congreso harán lo que decida la dirección del PSC, como siempre. Puede haber un momento en el que voten diferente, pero será cuando lo decidamos nosotros y no cuando unos u otros lo busquen. No nos dejaremos arrastrar por nadie. A muchos de los que plantean cada día este tema lo que les gustaría es que el PSC tumbara a Zapatero para que venga Mariano Rajoy, y nosotros no serviremos para que gobierne la derecha.
Consellers socialistas, como Ernest Maragall o el propio Castells, tampoco quieren tumbar a Zapatero pero sí piden grupo propio en el Congreso.
En lo de la visibilidad estoy de acuerdo. También tenemos problemas de visibilidad para que luzca la gestión del Govern, y esto les pasa incluso a los consellers que usted cita, con la muy buena tarea que han hecho en sus departamentos. Lo del grupo del PSC es otro tema. Hay que atenerse a la resolución del último congreso, que dice que no renunciamos a ello y votamos por unanimidad.
Pidió apoyo a la sociedad civil. ¿Espera que se movilice en el caso de una sentencia negativa?
Mi obligación es defender el autogobierno que votó el pueblo y es lo que haré desde el Estado de derecho, sin renuncias. Una sentencia negativa crearía tensiones. La polémica por la no sentencia ya lo ha hecho, y la actitud del TC ha generado desafección y desconfianza con España. Esto no refuerza los vínculos afectivos entre Catalunya y España. Hay algunos, el PP, los del recurso, que de tanto decir que quieren a España, la matarán. No entienden que el Estado autonómico es irreversible. La derecha tiene más incomprensión con Catalunya ahora que en la Transición. La UCD era más comprensiva que Rajoy.
El PSC lleva seis años simultaneando la Generalitat con un Gobierno del PSOE en España. Los desencuentros fruto de intereses contrapuestos se han sucedido. ¿Está predestinado a ser así?
Que haya cierta tensión es normal. Cada uno debe defender los intereses de sus ciudadanos. No hay que dramatizar. Pero sí es cierto que en segundos y terceros niveles de la Administración central hay demasiada reticencia a adaptarse a la evolución del Estado de las autonomías.
"La derecha está a la ofensiva, incluso es revisionista, y la izquierda, acomplejada"
Quizás otras autonomías no se encuentren ante un hecho, como la sentencia del TC, que pone en riesgo el pacto de convivencia entre Catalunya y España creando una tensión insostenible.
El riesgo existe. Y existe por la posición frentista de la derecha que votó en contra, recurrió, recogió firmas en esto sí que nos parecemos menos a Europa, tenemos una derecha con menos escrúpulos. Pero no hay sentencia. El Estatut vive pese a que algunos también unos pocos en Catalunya lo quieren herir, matar o enterrar en vida. Hay que defender lo que los catalanes votamos.
Ha acordado con CiU una resolución en el Parlament que permite al catalanismo defender unido el Estatut. ¿Esperaba que costara tanto el pacto?
Los pactos siempre cuestan, especialmente en la política catalana, a veces muy llena de tacticismo y escenificación. Ponerse de acuerdo lleva tiempo, pero CiU ha estado a la altura.
Usted ha dado prioridad a la unidad catalana. ¿Le restará complicidades en el PSOE?
No. Es cuestión de prioridades. Mi obligación como president es buscar posiciones comunes. Hay que ser práctico. A algunos les gusta plantear batallas y perderlas. A mi ganarlas, y para esto hace falta el PSOE. Con nuestros senadores no basta. Y la batalla no la doy por perdida.
Ante el recorte previsto por el TC, una de sus salidas es lo que usted llama "hacer política" para recuperar con traspasos directos o leyes estatales lo que el Tribunal lamine.
El artículo 150.2 de la Constitución sobre cesión de competencias exclusivas podría ser aplicable en algún caso, pero no quiero especular porque no sabemos cuando llegará la sentencia ni qué dirá. Toca defender la integridad del Estatut.
"Algunas personas en la izquierda comparten una visión regresiva del estado autonómico"
Ya que no quiere mirar hacia adelante, miremos al pasado. En perspectiva y conociendo las correlaciones de fuerzas, ¿qué ha hecho mal Catalunya?
Yo no soy de mirar atrás. En todo caso soy de los que pienso que nunca tenemos toda la razón. Que la tendencia a la gesticulación y las huidas hacia delante retóricas no ayudan. Seguro que podríamos haber hecho las cosas mejor y explicarnos mejor, aunque no sé si el resultado habría sido el mismo.
Habla de la "escenificación catalana". ¿Piensa en ERC, que votó la resolución pero no la firmó en un gesto táctico? A Puigcercós le habrá valido para marcar perfil pero la autoridad del president queda tocada.
No polemizaré. Él sabe lo que ha sorprendido su posición. Ahora bien, dijeron que votarían la resolución y lo han hecho, y eso es lo que cuenta. No creo que haya desunión. El Govern, ya el martes, adoptó acuerdos por unanimidad pero la mayoría no ha entendido la actitud de ERC.
Usted vive quizás la gran batalla de su vida política, y más a las puertas de unas elecciones.
Me preocupa más el futuro de Catalunya que el mío, ahora y hace tres años. Es una batalla dura, compleja y difícil pero no me asustan los retos difíciles.
Las elecciones serán complicadas. Ninguna encuesta contempla que el PSC sea primera fuerza ni tampoco que el Tripartito repita mayoría. ¿Le preocupa que cuaje la percepción de fin de ciclo?
Siempre he dicho que lo que me preocupa es ganar las elecciones, no las encuestas. Hay que ser respetuoso con quien toma la decisión, los ciudadanos. Aquí nadie parte con porcentajes asegurados, son ficción. Soy consciente de las dificultades, sí. Pero también estoy convencido de nuestras seguridades, confianzas y fuerzas.
Antes ha hablado de problemas "para que luzca" la obra de este Govern de izquierdas.
Es que la opinión pública no está, por desgracia, interesada en la obra de gobierno. Esta es, con excepciones, la realidad. Te puedes encontrar inaugurando un gran hospital y que no sea noticia. No sé por qué no hemos llegado a la gente, no se cuál es la solución. Algo no hacemos bien.
¿Y qué sentimiento le genera que un Govern como el suyo, con un balance importante en inversión, que ha desarrollado el Estatut pase sin pena ni gloria ante la ciudadanía?
Soy consciente de nuestras limitaciones a la hora de comunicar el balance, pero la realidad es que, por ejemplo, este Govern inaugurará en una legislatura más kilómetros de Metro que Pujol en 23 años.
En 2006, el PSC le presentó como un candidato nuevo, nada popular, poco expresivo y apostaron por Zapatero, que sí tenía gancho. ¿Él suma como entonces o usted ya aporta más?
Tanto ahora como hace cuatro años el candidato soy yo y no Zapatero. Sí que hay cosas que han cambiado, el desgaste del poder, especialmente por la crisis económica Son variables que incidirán en la campaña, sí.
"A la opinión pública no le interesa conocer la obra del Govern. Algo no hacemos bien"
Después de que su jefe de campaña, Jaume Collboni, haya puesto en cuestión la conveniencia de invitar a Zapatero, ¿veremos al presidente en actos del PSC como entonces?
Como siempre, el PSC invitará al secretario general del PSOE y presidente del Gobierno a la campaña catalana, en función de su agenda.
En el escenario postelectoral está el pacto PSC-CiU. ¿Lo descarta?
Yo he descartado una cosa, pactar con el PP. No he oído a Artur Mas decir lo mismo. Vamos segundos en las encuestas y yo aspiro a llegar primero para gobernar con los menores condicionantes. El tema no es con quién se gobierna, sino el proyecto que tienes. Aquí y en otros países es difícil que los grandes partidos se coaliguen excepto si hay circunstancias excepcionales, que creo que hoy no se dan en Catalunya. Debe haber un Gobierno y una alternativa de Gobierno, es lo mejor. Otra cosa son los acuerdos en grandes temas de país. Yo he impulsado varios en esta legislatura.
¿Teme que Catalunya pueda pasar de la crisis económica a la social?
No quiero dramatizar. En 1993 teníamos más paro que ahora y menos protección social. En dependencia o vivienda, por ejemplo. Me preocupa y mucho la cohesión social y por eso es el centro de mi acción de gobierno. Pero las cifras del paro de este mes pueden ser esperanzadoras y marcar un cambio de tendencia.
¿Le preocupa que la inmigración se use electoralmente como hemos visto en Badalona con el PP y los rumanos?
Me preocupa que haya un porcentaje elevado de inmigrantes en paro y sin red familiar. Por eso trabajamos con programas destinados a integrar y evitar la exclusión, que es lo que pone en riesgo la cohesión social. Para eso tenemos la nueva ley de Acogida, planes de barrio. Yo no tengo miedo a hablar de inmigración, si es para hablar de cómo abordamos los problemas que pueden derivarse de ella. Lo que deploro es exhibir los problemas sin aportar soluciones y lanzar sólo críticas xenófobas. No es con pasquines como los del PP como se resuelven problemas.
Fue alcalde de un municipio del cinturón con inmigración y uno de los que fijó el discurso del PSC. La derecha también lo tiene, pero en algunos partidos de izquierda falta realismo.
La izquierda tiene discurso, pero es más complejo, más matizado, no de eslogan barato de brocha gorda. Yo nunca he sido partidario del buenismo del papeles para todos. Y ahora el problema ya no es la llegada de inmigrantes sino los que están aquí, que no se van porque no tienen a dónde, y pueden tener problemas de integración. Hay que hacer que se sientan parte del país y ver cómo aprovechamos sus potencialidades. Ningún país en Europa ha tenido en tan poco tiempo un incremento de población tan espectacular de gente de países y lenguas tan diversas como Catalunya. Y no ha generado problemas. Esto dice mucho a favor nuestro pero también es mérito de mi gobierno y de los anteriores.
En España se ha abierto un juicio a la Transición a través del caso Garzón ¿Le incomoda?
Yo no soy de los que descalifica la Transición porque la viví. Los que vivimos una España en dictadura valoramos ese esfuerzo. Quizás no se acertó en todo, pero no podemos caer en la crítica facilona. En aquel momento la derecha estaba a la defensiva, tenía que hacerse perdonar el franquismo, y por eso hizo concesiones importantes, como las autonomías o restituir la Generalitat antes de la Constitución. Hoy la derecha está a la ofensiva, incluso con un revisionismo a veces liderado por conversos ex comunistas.
¿Ahora es la izquierda la que está a la defensiva?
Lo que está es acomplejada y melancólica, que es diferente. La derecha tiene claro lo que defiende, intereses. Este es un cemento que cohesiona mucho. La izquierda defiende ideas, y esto es más difuso.
¿Debe actuar el Gobierno para evitar que Europa vea en el banquillo a un juez por perseguir delitos de una dictadura?
En democracia y en un Estado de derecho el poder ejecutivo no puede sustituir al judicial. Yo respeto a Garzón pese a ser crítico con algunas de sus actuaciones y su hiperactividad como juez. Quizás podría instruir, mejor dicho esto, el tema por el que quieren juzgarlo es impresentable, un descrédito para España y una ofensa.


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