Estación de la nostalgia

El Siglo, Chile

La Casa América Catalunya recordará, los días 29 y 30 de enero próximos, el Tren Popular de la Cultura de Chile, que el presidente Salvador Allende echó a andar, en el verano de 1971, en los primeros meses de su gobierno. Por Virginia Vidal.

Estación de la nostalgia

La Fundació Casa Amèrica Catalunya realizará las jornadas que, sobre el Tren Popular de la Cultura (Chile – 1971), se celebrarán en Barcelona los días 29 y 30 de enero de 2009. El director general de esta entidad es Antoni Traveria y el encargado de gestión cultural, Francesc Monserrat. La admirable iniciativa de Casa Amèrica Catalunya amerita ser reconocida y emulada en nuestro país.

La determinación de ofrecer lo mejor del arte al pueblo se inscribía dentro de la innovación que marcó las cuatro campañas presidenciales de Salvador Allende. En las concentraciones participaban los mejores artistas de la época, como Inés Moreno, Víctor Jara, el Quilapayún.

En la última, participaron los artistas plásticos y los pintores juveniles se destacaron a lo largo del país en las brigadas muralistas, como la “Ramona Parra” Tal propósito culminaría años más tarde cuando, como primera disposición presidencial, Salvador Allende dio curso a la iniciativa del Tren de la Cultura en el primer verano de su gobierno, en 1971.

El presidente José Manuel Balmaceda (1840-1891) con el propósito de modernizar, creó la más grande red de ferrocarriles de Chile conectando a los más apartados pueblos y dándole un nuevo impulso al país.

Para Allende, los trenes eran un medio expedito de acercarse a los habitantes de este largo país y comunicarse directamente con ellos, es así como los usó en sus campañas (el Tren de la Libertad, en 1958), sobre todo en la última, donde el Tren de la Victoria llegó a apartados ramales congregando en mítines a millares de habitantes.

El Tren Popular de la Cultura fue una iniciativa de difusión itinerante que trasladó por diversos puntos del país a medio centenar de entusiastas, en su mayoría artistas chilenos de diversas disciplinas, entre otras, teatro, música, ballet y artes visuales.

Han transcurrido los años y el lamentable olvido se ha ido tragando una admirable iniciativa de Salvador Allende, capaz de forjar un espacio imaginario maravilloso para el pueblo de Chile.

Esta actividad tan especial fue auspiciada por el Departamento de Cultura de la Presidencia, dirigido por el escritor Waldo Atías (1920-1978), con Felipe Ravinet y Arturo San Martín Bello y el encargado de relaciones Arnoldo Lattes, estos tres viajaron en el tren.

También participó en su organización el artista Guillermo Núñez (1), que luego sería nombrado Director del Museo de Arte Contemporáneo. La iniciativa contó con el apoyo de los trabajadores de ferrocarriles: de maquinista a camareros trabajaron con amor y generosidad para el bienestar de la caravana. En ese mismo tiempo, Allende organizó también el Tren de la Salud con médicos y odontólogos que atenderían aun a los habitantes de los más apartados villorrios.

La revista “En Viaje”, en su edición Nª 448, de febrero de 1971, daba cuenta de la iniciativa: “La empresa de Ferrocarriles del Estado y su director, Nahum Castro, que está en la línea, fortaleciendo todas las iniciativas como esta, que tienden a entregar un aporte cultural y de esparcimiento a los que muchas veces, por falta de medios, nunca han tenido oportunidad de saludar, ver, escuchar y aplaudir a un artista; entregó un tren completo, con coches de pasajeros, coches dormitorios, sumándose a esto la colaboración de la Cooperativa del Personal de los Coches Comedores.”

Un testimonio vivencial

Yo fui la afortunada periodista que subió al Tren Popular de la Cultura para reportear su recorrido. Ése, con coches cama y comedor, fue nuestro hogar durante una semana completa.

El tren popular de la cultura partió el 15 de enero de 1971 desde la Estación Central hasta Puerto Montt. Gracias al envío del maestro Eulogio Dávalos, es posible apreciar el día de la partida del tren por una muy foto que publicó El País/ Aguilar en un libro titulado “Salvador Allende: una época en Blanco y Negro”, con relato de Alejandra Rojas.

Llegamos a Puerto Montt, a mil km. de Santiago. Desde allí empezó la nutrida programación tanto en las ciudades como en ramales. Es así como retornando a la capital, en cada estación se congregaba una multitud que esperaba feliz  a los artistas. A los espectáculos y charlas se integraban los escritores, poetas, pintores, artistas de cada lugar.

En muchos pueblos era la primera vez que se presentaba un espectáculo con artistas profesionales y una puesta en escena de gran calidad. No olvido cuando llegamos a Lebu. Nos esperaba casi toda la población con el alcalde a la cabeza. En ese poblado minero, la gente lloraba de emoción, porque no podían creer que los tomaran en cuenta, tan olvidados estaban. Lo mismo en Lota, donde muchos artistas hasta bajaron a los chiflones del carbón (las ancestrales creencias mineras nos impedían a las mujeres acercarnos).

Imposible recordar a todos los integrantes de la caravana, había actores como Pedro Villagra, María Eugenia Cavieres, Silvia Santelices, Sergio Buschman, Jorge Acevedo, conocido como el “Malo”, director de escena y ayudante de dirección del Teatro Experimental de la Universidad de Chile.

Los estupendos bailarines del Ballet Popular Chileno (fundado por Patricio Bunster y Joan Turner) encabezados por Rayén Méndez, la coreógrafa y primera bailarina del Ballet Nacional, y Fernando Cortizo sobrecogieron a espectadores que nunca habían visto esta forma de la danza.

Dieron especial relieve a la gira, vestidos de etiqueta ofrecieron conciertos maravillosos en reductos mapuches o a la salida de las bocaminas, el concertista en guitarra maestro Eulogio Dávalos quien en ese tiempo formaba dúo con el argentino Miguel Ángel Cherubito. También iban otros dos argentinos: el pianista Omar Rivoira  y la actriz Norma Lahourcade.

La muchachada corría a oír a cantantes como Julio Numhauser y Mario Salazar, del dúo “Amerindios”, activos colaboradores del Centro de Antropología Médico Social (2) dirigido por el Dr. Luis Weinstein; el joven cantautor Fernando (Nano) Acevedo, el dúo “Los Emigrantes” formado por Carlos Valladares Mejías y Enrique San Martín, cantaban junto a Rolando Alarcón. También tuvo destacado papel en esta iniciativa Arturo San Martín.

Era muy importante la participación del famoso y muy respetado mimo Enrique Noisvander (1928-1990), padre de la pantomima nacional, quien aprendió de Marcel Marceau el arte de la mímica, practicándolo entusiastamente con el poeta Enrique Lihn y más tarde enseñándoselo a Víctor Jara.

No faltaban destacados representantes de la farándula, admirados animadores de la noche santiaguina: los cómicos Guillermo Bruce y Sergio Feito que se sentían orgullosos de ofrecer interpretaciones humorísticas de calidad para alegrar a los espectadores sin recurrir al chiste “por debajo de la cintura”, como decía Feito.

El Teatro y la Literatura

La gente de teatro llegaba a cada villorrio o reducto y comenzaba a hablar con los lugareños, a informarse de los problemas más graves que los aquejaban; llegado el momento comenzaba la representación teatral y para sorpresa de los habitantes, los actores los interpretaban y hablaban de esas dificultades.

Tal trabajo escénico producía un acercamiento impresionante y el asombro de los interpretados que hasta pensaban que los actores eran un poco brujos. Los tramoyistas del Teatro Municipal realizaban prodigios montando los escenarios callejeros y hasta unían dos camiones y hacían allí la tarima, escenario para más de alguna actuación

El Conjunto Rauquen sigue activo con Ramón Andreu i Ricart; su director Adolfo Gutierrez falleció hace algunos años. Eulogio Dávalos recuerda que en el curso del recorrido salieron tres órganos de prensa: "El Cahuin", "La Pelela de Mimbre" y un tercer vespertino que era el "Riel de Goma de los de compañeros ferroviarios.

A medida que avanzaba el tren, se incorporaban artistas y escritores y no faltaban exposiciones de artistas plásticos locales y todos contribuían a enriquecer el dinámico programa.

En Valdivia, se reunieron los escritores congregados por el joven poeta Omar Lara (3), director de “Trilce”. Alfonso Alcalde (4) en Concepción se incorporó a la caravana no sin antes organizar el gran encuentro en casa del novelista Daniel Belmar quien, pese a su invalidez, armó una estupenda tertulia.

También nos juntamos con el pintor Julio Escámez quien comenzaba su grandioso mural “Principio y fin” en la Municipalidad de Chillán (5). Meses después, Alfonso Alcalde fue invitado a trabajar en la Editorial Quimantú donde fundó la recordada colección “Nosotros los chilenos” con el historial de personajes populares e importantes sucesos de nuestra historia.

El tren regresó el 16 de febrero a Rancagua, habiéndose cumplido un mes completo de intensa actividad artística en un vasto trecho de nuestro territorio.

(1) Guillermo Núñez, Premio Nacional de Arte, fue arrestado el 03.05.1974 y trasladado a la Academia de Guerra de la Aviación (AGA). El 09.10 fue dejado en libertad condicional. Trabajó con tesón y montó una exposición inaugurada el 19.03.75 en el Instituto Chileno Francés de Cultura de Santiago. Pudimos ver jaulas con rosas, trampas para ratones, parrillas, una reproducción de Guernica firmada por Núñez, telas desgarradas, panes atados, una corbata rayada de tres colores: azul, blanco y rojo, anudada y colgada al revés sobre una superficie acerada; cada jaula era un símbolo elocuente de lo que nos estaba pasando.

A la mañana siguiente a primera hora fui a clases al Instituto y vi como los furgones policiales se llevaban toda la exposición. La DINA detuvo a Núñez (20.03.75), lo llevaron a Cuatro Álamos, luego a Villa Grimaldi. Desde la primera vez lo tuvieron con los ojos vendados, con el evidente propósito de dejarlo ciego. Lo trasladaron a Tres Álamos y luego a Puchuncaví, al campo de concentración Melinka, en la provincia de Valparaíso (éste fue uno de los balnearios populares para veraneo de familias de escasos recursos, construido por el gobierno de Allende). El 11 de julio lo mandaron a Tres Álamos con el Decreto de Abandono Obligado del País N° 791 del Ministerio del Interior. El 30,07.75 salió con destino a Francia. Doce años duró su exilio.

(2) El Centro de Antropología Médico Social que coordinó el Dr. Luis Weintein funcionó desde el 68 hasta el 11 de septiembre del 73, cuando fue allanado, saqueado y víctima del robo de la documentación de largos años de trabajo cultural comunitario, por las cuatro fuerzas armadas.

El objetivo central del Centro era ahondar en el contenido humano del quehacer médico, una especie de articulación entre antropología filosófica y salud pública, con una concepción integral de salud que desbordaba la medicina.

El Dr. Weintein testimonia: “Llegó mucha gente a trabajar con nosotros, con el ímpetu del contexto de la reforma universitaria, primero, y luego de la Unidad Popular. Hacíamos peñas culturales, cursos de extensión, trabajo de formación pro participación y crítico del individualismo, el autoritarismo, el machismo y la cultura alcohólica. Mario Salazar y Julio Nunhauser estuvieron como dos años con nosotros, participando en todas las iniciativas del Programa”.

(3) El poeta Omar Lara fue preso y luego expulsado del país. Vivió su exilio en Bucarest entre 1974 y 1981 (antes salió a Lima y luego a Madrid)

(4) El poeta Alfonso Alcalde (1921-1992), autor de “Panorama ante nosotros” y de memorables narraciones, maestro del collage, sufrió el exilio en Rumania, Israel y otros lugares hasta que retornó al país. No pudo encontrar trabajo, quiso proseguir la publicación de “Nosotros los chilenos” y le cerraron todas las puertas. Se ahorcó el 5 de mayo de 1992.

(5) El grandioso mural de Julio Escámez en el Salón de Honor de la Municipalidad de Chillán fue destruido después del golpe de Estado de 1973, por orden de la autoridad militar. Primero, lo picaron, luego demolieron el muro, como se puede comprobar en esa sede edilicia. Exiliado en Costa Rica, ha realizado en ese país una gran labor artística como profesor de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Heredia, y asesor ad-honores del Ministerio de Cultura para la restauración y conservación de los monumentos nacionales, inclusive el Museo de Arte de Costa Rica. También se dedicó a las Artes Escenográficas. Destacan sus creaciones para la puesta en escena de obras teatrales de Cervantes, Shakespeare y Bocaccio y para el Ballet Nacional de Costa Rica. 

Por Virginia Vidal


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