Vistiendo una camisa blanca y pantalones claros, Battisti, de 56 años y condenado en su país a cuatro cadenas perpetuas por varios asesinatos en los 70, salió de la prisión pasadas las 12H05 locales (03H05 GMT) aparentando tranquilidad y acompañado de sus abogados. No dio declaraciones a la prensa.
De esta forma se cumplió la orden del Supremo Tribunal Federal (STF), la máxima corte de Brasil, que la noche del miércoles rechazó conceder la extradición a Italia del ex activista, quien ha negado su participación en los crímenes ocurridos en su época de militante de un grupo de ultraizquierda.
Asimismo, la corte ordenó su inmediata liberación de la cárcel donde pasó los últimos cuatro años a la espera de que se definiera su situación.
Desde Roma, la ministra italiana de la Juventud, Giorgia Meloni, consideró la negativa de los magistrados a conceder la extradición como una "bofetada a las instituciones italianas, un acto indigno de una nación civilizada y democrática".
En un largo y acalorado debate los jueces del STF resolvieron, por seis votos contra tres, validar la decisión del ex presidente Lula da Silva de negar el 31 de diciembre la entrega de Battisti a Italia, argumentando que la decisión no contradice el tratado bilateral de extradición.
Uno de los abogados de Battisti, Luis Roberto Barroso, adelantó que este mismo jueves el ex prisionero acudirá al ministerio de Justicia para solicitar un visado de residencia permanente.
"El señor Battisti no tiene intenciones de salir de Brasil. Del decreto del presidente (Luiz Inacio) Lula (da Silva) autorizando su permanencia en Brasil se sobreentiende que se revisa el asunto del visado para poder vivir en el país", indicó el defensor consultado por la prensa.
El auto en el que se trasladó Battisti fue hasta un condominio cerrado en las afueras de Brasilia, donde se supone pasará las siguientes horas.
Así se pone fin a la polémica llamada 'Caso Battisti', que se arrastró por los tribunales brasileños desde que el italiano fue arrestado en Rio de Janeiro en marzo de 2007.
El italiano había llegado a Brasil en 2004 tras huir de su país y pasar varios años exiliado en Francia y México, período en el que se convirtió en escritor de novelas policiales.
Antes de definir su situación, los jueces brasileños rehusaron analizar un pedido de Italia para anular la decisión de Lula del 31 de diciembre, por considerar que tal solicitud carecía de legitimidad.
"La decisión de los jueces supremos brasileños de no permitir la extradición de un criminal como Battisti, lo mismo que la del por entonces presidente Lula, representa una enésima humillación para las familias de sus víctimas", dijo la ministra italiana de la Juventud citada por la prensa.
Este caso motivó además en 2009 el llamado a consultas del embajador italiano en Brasilia, un gesto diplomático reservado para momentos de enorme tensión. El Parlamento italiano incluso recurrió a la Corte Europea y amenazó con aprobar sanciones a Brasil en el caso que Battisti no fuese extraditado.
Durante el debate en la corte se oyeron las voces a favor de la extradición.
El juez Gilmar Mendes condenó la decisión de Lula de negar la entrega del reo a Italia a pesar que el STF en 2009 había sido favorable a ello.
"¡Nunca ocurrió algo como eso, nunca ocurrió algo como eso!", gritó Mendes en el plenario.
A los gritos de Mendes, el juez Joaquim Barbosa también respondió con gritos: "¡Basta! Tenemos un hombre en la cárcel. Votemos y cerremos esta discusión".
El presidente del tribunal, Cézar Peluso, que votó en contra, opinó que la decisión de Lula de negar la extradición "fue puramente arbitraria" y que autorizar la presencia del italiano en Brasil "no tiene fundamento".