Excombatiente afgano Hekmatyar regresa a Kabul tras 20 años de ausencia
AFP (Agencia France-Presse)
Kabul, Afganistán. - El excombatiente Gulbudin Hekmatyar volvió el jueves a la capital afgana, tras 20 años de ausencia, donde fue recibido por una población dividida ante el regreso de un líder, aunque también apodado el "carnicero de Kabul".
Hekmatyar, de 67 años, entró en la capital en un convoy compuesto por centenares de vehículos armados con ametralladoras.
Su regreso corona el acuerdo de paz alcanzado hace siete meses con el gobierno de Ashraf Ghani, que recibió el beneplácito de la comunidad internacional a pesar de los crímenes que se le reprochan. Éste, por su parte, lo acogió con gran pompa en el palacio presidencial.
"Poca gente cree en los esfuerzos de paz y, sin embargo, este día demuestra claramente a todos que, con una sincera voluntad, la paz puede ser alcanzada", manifestó el exmuyahidín antisoviético.
El líder de Hezb-i-islami, con barba blanca y turbante negro, era saludado a medida que se adentraba en la capital por una multitud entusiasta que agitaba banderas verdes del partido y flores rojas.
Al convoy se unieron centenares de vehículos particulares cuyos ocupantes entonaron el himno nacional o cantaban "Bienvenido a Kabul, honorable Hekmatyar".
Hekmatyar sigue siendo un jefe carismático según sus partidarios que le lanzaron rosas cuando bajó del coche.
Pero el entusiasmo no es unánime en un contexto ya tenso por la fragilidad del gobierno de unión nacional, la ofensiva de los talibanes y los atentados del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Desde hacía una semana el regreso de Hekmatyar estaba anunciado. En diferentes barrios de la capital aparecieron carteles, que rápidamente fueron arrancados o manchados con pintura roja, lo que refleja hasta qué punto este acuerdo es doloroso para algunos habitantes de Kabul.
Para muchos, Hekmatyar será siempre "el carnicero de Kabul", que bombardeó la ciudad cuando era primer ministro a principios de 1990, causándole los peores daños en 40 años de guerra. Alrededor de un tercio de la ciudad fue destruida y decenas de miles de civiles murieron.
También se le acusa de numerosos crímenes contra la prensa, las ONG y las militantes feministas. El acuerdo de paz le garantiza la amnistía así como a sus muyaidines, lo que es difícil de aceptar para algunos.
"Los que cometieron crímenes, sean talibanes o Hekmatyar, deberían ser juzgados para que esos crímenes no se repitan en el futuro", insistió Mohamad Rahim Mangal, empleado de una empresa de informática.
"Yo no lo voy a aclamar porque tiene la sangre de miles de inocentes en las manos", afirmó Edress Arabzada, de 20 años. "A pesar de todo, podemos acogerlo si nos trae paz y estabilidad", agregó el joven.
Hekmatyar, un pastún oriundo de Kunduz (norte), fue recibido en el palacio presidencial por el presidente Ghani y en presencia de todos los oficiales del gobierno, del antiguo presidente Hamid Karzaï y de otro controvertido jefe de la guerra, Abul Rasul Sayyaf.
El acuerdo, que garantiza la inmunidad del antiguo jefe de la guerra, abre una vía a su posible retorno a la política, sin que su facción se haya desmilitarizado de momento.
El pacto de paz fue firmado por videoconferencia en septiembre. El jefe de Hezb-i-islami se encontraba en un lugar secreto, probablemente en Pakistán en donde se refugió, o en Irán, adonde se exilió voluntariamente a fines de los años 1990.
Para el gobierno este acuerdo envía una señal de su capacidad para sellar un pacto con un opositor armado.
Hekmatyar cumplió su contrato el sábado en su primera aparición pública en Laghman, al este de Kabul, cuando llamó a los talibanes a dejar las armas y "a unirse a la caravana de la paz".
Este jueves reiteró la misma consigna para "no dar excusas a las fuerzas internacionales" presentes en el país -unos 12.000 hombres, entre los que 8.400 son estadounidenses- a las que ha dejado de exigir la retirada como condición previa a la paz.
"Pongamos fin a la guerra, vivamos como hermanos y después pediremos a los extranjeros que abandonen el país", sugirió.
Su regreso corona el acuerdo de paz alcanzado hace siete meses con el gobierno de Ashraf Ghani, que recibió el beneplácito de la comunidad internacional a pesar de los crímenes que se le reprochan. Éste, por su parte, lo acogió con gran pompa en el palacio presidencial.
"Poca gente cree en los esfuerzos de paz y, sin embargo, este día demuestra claramente a todos que, con una sincera voluntad, la paz puede ser alcanzada", manifestó el exmuyahidín antisoviético.
El líder de Hezb-i-islami, con barba blanca y turbante negro, era saludado a medida que se adentraba en la capital por una multitud entusiasta que agitaba banderas verdes del partido y flores rojas.
Al convoy se unieron centenares de vehículos particulares cuyos ocupantes entonaron el himno nacional o cantaban "Bienvenido a Kabul, honorable Hekmatyar".
Hekmatyar sigue siendo un jefe carismático según sus partidarios que le lanzaron rosas cuando bajó del coche.
Pero el entusiasmo no es unánime en un contexto ya tenso por la fragilidad del gobierno de unión nacional, la ofensiva de los talibanes y los atentados del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Desde hacía una semana el regreso de Hekmatyar estaba anunciado. En diferentes barrios de la capital aparecieron carteles, que rápidamente fueron arrancados o manchados con pintura roja, lo que refleja hasta qué punto este acuerdo es doloroso para algunos habitantes de Kabul.
- El 'carnicero' -
Para muchos, Hekmatyar será siempre "el carnicero de Kabul", que bombardeó la ciudad cuando era primer ministro a principios de 1990, causándole los peores daños en 40 años de guerra. Alrededor de un tercio de la ciudad fue destruida y decenas de miles de civiles murieron.
También se le acusa de numerosos crímenes contra la prensa, las ONG y las militantes feministas. El acuerdo de paz le garantiza la amnistía así como a sus muyaidines, lo que es difícil de aceptar para algunos.
"Los que cometieron crímenes, sean talibanes o Hekmatyar, deberían ser juzgados para que esos crímenes no se repitan en el futuro", insistió Mohamad Rahim Mangal, empleado de una empresa de informática.
"Yo no lo voy a aclamar porque tiene la sangre de miles de inocentes en las manos", afirmó Edress Arabzada, de 20 años. "A pesar de todo, podemos acogerlo si nos trae paz y estabilidad", agregó el joven.
Hekmatyar, un pastún oriundo de Kunduz (norte), fue recibido en el palacio presidencial por el presidente Ghani y en presencia de todos los oficiales del gobierno, del antiguo presidente Hamid Karzaï y de otro controvertido jefe de la guerra, Abul Rasul Sayyaf.
El acuerdo, que garantiza la inmunidad del antiguo jefe de la guerra, abre una vía a su posible retorno a la política, sin que su facción se haya desmilitarizado de momento.
El pacto de paz fue firmado por videoconferencia en septiembre. El jefe de Hezb-i-islami se encontraba en un lugar secreto, probablemente en Pakistán en donde se refugió, o en Irán, adonde se exilió voluntariamente a fines de los años 1990.
Para el gobierno este acuerdo envía una señal de su capacidad para sellar un pacto con un opositor armado.
Hekmatyar cumplió su contrato el sábado en su primera aparición pública en Laghman, al este de Kabul, cuando llamó a los talibanes a dejar las armas y "a unirse a la caravana de la paz".
Este jueves reiteró la misma consigna para "no dar excusas a las fuerzas internacionales" presentes en el país -unos 12.000 hombres, entre los que 8.400 son estadounidenses- a las que ha dejado de exigir la retirada como condición previa a la paz.
"Pongamos fin a la guerra, vivamos como hermanos y después pediremos a los extranjeros que abandonen el país", sugirió.