George Orwell, homenaje a un cronista
Público, Madrid, España
Madrid. - Eric Blair prefirió usar un seudónimo para firmar su primer libro, Sin blanca entre París y Londres, en parte para evitar a sus padres, de "clase media alta sin dinero", el embarazoso trago social de ver a su hijo convertido en un puro literato, pero también para cubrirse ante el posible fracaso de la empresa.
George Orwell
Antes que escritor, había trabajado en la policía imperial británica en la India. Luego, de regreso a Inglaterra, escribió su obra de corrido. En apenas 16 años: los que pasaron entre su debut de 1934, sobre sus vivencias en las dos grandes capitales europeas, y su muerte, sobrevenida en 1950 tras una larga tuberculosis contraída, al parecer, durante el trabajo de campo para Sin Blanca...
Diarios on-line
Pero entre el cronista que retrató la Inglaterra de la Gran Depresión y el novelista que sublimó la experiencia totalitaria en sus últimas obras, el lector impaciente puede escudriñar mientras tanto la experiencia e impresiones de las que se nutrió su obra gracias a los cuadernos que se conservan del escritor entre 1936 y 1942. The Orwell Prize, la organización que concede los premios de periodismo político más importantes de Gran Bretaña, publica desde hace tres años, con formato de blog y 70 años de distancia, los diarios que se conservan del autor de Homenaje a Cataluña. Esta semana se leía, por ejemplo, la entrada del 22 de junio de 1941: "Los alemanes han invadido la URSS esta mañana".Los diarios no difieren de lo que fue una constante en su labor y que él mismo subrayó en su ensayo Por qué escribo: "Mientras siga vivo y con buena salud seguiré concediéndole mucha importancia al estilo en prosa, amando la superficie de la Tierra. Y complaciéndome en objetos sólidos y trozos de información inútil".
Más que unos diarios íntimos, el lector se encuentra con el mundo que lo rodeaba, anotado con la puntillosidad de un notario (desde el número de huevos que ponen sus gallinas; a las inclemencias del tiempo), aunque no faltan tampoco trazos sociológicos de punzante intuición, que luego desarrollaría en sus ensayos y novelas. Esta nota, por ejemplo, sobre un mitin en Wigan en 1936: "El problema con estos portavoces comunistas es que en lugar de hablar la lengua de la gente, emplean frases inmensamente largas y llenas de a pesar de ello' o a despecho de', [etc.]." Se empieza así y se acaba defendiendo que "La guerra es la paz", uno de los lemas del Ministerio de la Verdad de 1984.