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El ataque israelí contra Gaza, preparado desde hace mucho tiempo, ha sido lanzado en respuesta a las nuevas nominaciones de políticos de la administración Obama. Los cambios geoestratégicos en Washington son desfavorables a las ambiciones expansionistas de Tel-Aviv. Israel busca una manera de forzar la mano a la nueva presidencia de los EEUU e imponerle un hecho consumado. Pero para organizar su operación militar, Israel ha tenido que apoyarse sobre sus nuevos socios militares. Estos son curiosamente las oligarquías de Arabia Saudita y Egipto, que constituyen paradójicamente y en adelante un eje sionista-musulmán. El periodista francés Thierry Meyssan nos revela que Riyad financia las operaciones y otras masacres israelíes de palestinos, mientras que El Cairo organiza los paramilitares.
Las autoridades israelíes dicen apuntar exclusivamente a las instalaciones del movimiento Hamas y tomar el «máximo» de medidas necesarias y precauciones para evitar la pérdida de vidas entre los civiles.
En la práctica o en la realidad, apuntar «a las instalaciones del Hamas» significa destruir no solamente las instalaciones de ese partido político, sino también los hogares de sus cuadros y, sobre todo, los edificios públicos y oficiales.
En otras palabras, la operación actual tiene como objetivo aniquilar toda forma de administración en la franja de Gaza. El general Dan Harel, jefe adjunto del Estado Mayor precisó: «Esta operación es diferente de las anteriores. Hemos colocado la barra bien arriba y vamos en esa dirección. No solo golpeamos a los terroristas y los lanzacohetes [palestinos] sino el gobierno del Hamas en todo su conjunto. Nuestros objetivos son edificios oficiales, las fuerzas de seguridad, y hacemos responsables al Hamas de todo lo que suceda y no hacemos distinción alguna entre sus diferentes ramas».
Aclaremos que la frase «hacer todo lo posible para evitar la perdida de vidas de civiles» no es más que pura retórica imposible de concretar en la realidad: con alrededor de 3 900 habitantes por kilómetro cuadrado [1], la franja de Gaza es uno de los territorios más densamente poblados del mundo. Resulta materialmente imposible alcanzar los blancos designados sin destruir a la vez los alojamientos civiles aledaños.
Las autoridades israelíes dicen estar actuando en legitima defensa. Según ellas, los lanzamientos de cohetes [palestinos] contra el Estado judío comenzaron nuevamente desde la ruptura unilateral del alto el fuego por el Hamas, el 19 de diciembre de 2008.
Pero resulta que el Hamas no rompió la tregua. Una tregua de seis meses había sido pactada entre Israel y el Hamas, a través de Egipto. Israel se había comprometido a levantar el bloqueo de la franja de Gaza; Egipto se había comprometido a abrir de nuevo el paso de Rafah, puesto fronterizo de su territorio con la franja de Gaza; y el Hamas se había comprometido a poner fin a sus lanzamientos de cohetes contra Israel. Pero Israel y Egipto no cumplieron sus promesas. Hamas puso fin a los lanzamientos de cohetes durante varios meses. Y recomenzó en noviembre a consecuencia de una sangrienta incursión israelí contra su territorio. Después de constatar la duplicidad de sus interlocutores, el Hamas juzgó inútil la renovación de un acuerdo respetado solamente por una de las partes implicadas.
Los lanzamientos de cohetes palestinos contra Israel han tenido lugar desde el año 2001. Cerca de 2 500 lanzamientos han sido contabilizados en 7 años. Han dejado un total de 14 israelíes muertos hasta el inicio de la actual ofensiva israelí. No han dejado sin embargo ninguna víctima desde el fin de la tregua y el último ataque israelí.
La noción de legítima defensa supone, sin embargo, que esta sea proporcional al supuesto ataque que la provoca, lo cual no es el caso. El ejército israelí ha activado unos 60 bombarderos y al menos 20 000 soldados armados hasta los dientes contra unos cuantos miembros de la Resistencia palestina armados de lanzacohetes rudimentarios y grupos de adolescentes que lanzan piedras a los soldados.
Resulta imposible establecer en este momento un estimado de los daños humanos y materiales. Hasta el décimo día de bombardeos israelíes, los hospitales y otros servicios de urgencia habían contabilizado 530 muertos [mayormente mujeres, ancianos y niños]. Esa cifra no incluye las victimas fallecidas antes de poder recibir ayuda, cuyos cuerpos son recuperados directamente por los familiares sin pasar por los servicios de salud. Los heridos se cuentan por miles. Debido a la falta de medicamentos, los heridos no podrán recibir la asistencia médica necesaria y quedarán en su mayor parte discapacitados por el resto de sus vidas. En cuanto a los daños materiales, ya son considerables.
La operación comenzó durante la fiesta del Hanukah, un día de sabbat. Recibió la denominación de «Plomo endurecido» en referencia a una canción de Haim Nahman Bialik, que se entona durante los ocho días de Hanukah. Así que Israel, que se autoproclama como el «Estado judío», promueve esta operación militar al rango de causa nacional y religiosa.
La celebración del Hanukah conmemora el milagro del aceite: para agradecer a Dios, los judíos que habían rechazado los ataques de los griegos, encendieron una lámpara de aceite en el templo profanado que querían purificar. La lámpara sólo contenía aceite para un día, pero se mantuvo encendida durante ocho. Al relacionar la actual operación militar con el milagro de la lámpara de aceite, las autoridades israelíes indican a su población que no es impuro matar palestinos.
La guerra israelí contra los civiles palestinos ha generado protestas en el mundo entero. Las manifestaciones más importantes han tenido lugar en Turquía, donde han salido a las calles 700 000 personas.
En respuesta, el National Information Directorate, nuevo órgano de propaganda vinculado a los servicios del primer ministro [israelí] exhortó a los diferentes líderes israelíes a desarrollar otro argumento [más presentable, destinado a la opinión pública y como cobertura a sus sangrientas fechorías].
La operación «Plomo endurecido» sería así una batalla más en la «guerra mundial al terrorismo» anunciada y declarada por los EEUU [y su tristemente célebre presidente George W. Bush] con el apoyo de Occidente. En definitiva, Estados Unidos considera al Hamas como una organización terrorista, aunque formalmente no lo es a los ojos de la Unión Europea. El gobierno israelí intenta retomar el tema del «choque de civilizaciones», tan apreciado en el seno de la administración Bush, aunque la administración Obama ya ha anunciado claramente su intención de abandonarlo.
Estas elucubraciones retóricas dejan entrever las verdaderas causas de la operación militar israelí, presentes en la naturaleza misma del enfrentamiento y en la peculiar característica de la operación actual.
La lógica del movimiento sionista consiste en apropiarse de la tierra palestina mediante una limpieza étnica o, en su defecto, imponiendo allí un sistema de apartheid.
Los palestinos serán entonces ubicados en reservas, según según el modelo de los bantustanes sudafricanos, lo cual se está haciendo ya en Cisjordania de un lado y en la franja de Gaza. Cada 5 o 10 años, se realiza una importante operación militar [israeli] para prevenir cualquier intención de resistencia de parte de la población palestina. Desde este punto de vista, la operación «Plomo endurecido» sólo es una masacre entre tantas, perpetrada por un Estado que goza de total impunidad desde hace 60 años.
El diario israelí Haaretz reveló que el ministro de la Defensa, Ehud Barack, sólo aceptó la tregua de 6 meses para lograr que los combatientes del Hamas salieran a la luz. Y aprovechó ese periodo para localizarlos con el objetivo de aniquilarlos en cuanto se presentara la ocasión [2].