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El ataque israelí contra Gaza, preparado desde hace mucho tiempo, ha sido lanzado en respuesta a las nuevas nominaciones de políticos de la administración Obama. Los cambios geoestratégicos en Washington son desfavorables a las ambiciones expansionistas de Tel-Aviv. Israel busca una manera de forzar la mano a la nueva presidencia de los EEUU e imponerle un hecho consumado. Pero para organizar su operación militar, Israel ha tenido que apoyarse sobre sus nuevos socios militares. Estos son curiosamente las oligarquías de Arabia Saudita y Egipto, que constituyen paradójicamente y en adelante un eje sionista-musulmán. El periodista francés Thierry Meyssan nos revela que Riyad financia las operaciones y otras masacres israelíes de palestinos, mientras que El Cairo organiza los paramilitares.
El silencio de la nueva administración USA
Esta operación se produce en pleno periodo de transición de la presidencia estadounidense. Desde septiembre del 2008, los observadores mejor enterados, vaticinaban que Barack Obama llegaría a la Casa Blanca gracias al apoyo de una coalición heteróclita que incluye al complejo ecológico-financiero, el movimiento sionista, los generales descontentos y los partidarios de la Comisión Baker-Hamilton. Yo mismo había anunciado ese resultado desde el mes de mayo.Pero esa coalición no tiene una posición definida y clara acerca del Medio Oriente. Los generales descontentos y los partidarios de la Comisión Baker-Hamilton consideran, como su principal inspirador, el general Brent Scowcroft, que Estados Unidos ha sobrepasado la capacidad de despliegue de sus fuerzas armadas y que está obligado actualmente a limitar sus objetivos y reponer fuerzas.
Ellos se opusieron a la posibilidad de emprender una guerra contra Irán y han afirmado, por el contrario, la necesidad de obtener la ayuda de Teherán para evitar la debacle en Irak. También deploran los intentos de modificación de las fronteras correspondiente al proyecto del «Gran Medio Oriente» y hacen un llamado a favor de un periodo de estabilidad.
Algunos incluso se pronuncian por la incorporación de Siria e Irán en el bando atlántico [la OTAN] presionando a Israel para que restituya el Golán [territorios sirios ocupados por Israel] y resuelva parcialmente la cuestión palestina. Proponen además que se indemnice a los Estados que otorguen su ciudadanía a los refugiados palestinos e invertir masivamente en los Territorios para hacerlos económicamente viables. Esa perspectiva significa el fin del sueño expansionista de los sionistas, así como el fin de ciertos regímenes árabes que hasta ahora gozaban del apoyo de Washington.
Por su lado, los sionistas estadounidenses que lanzaron a Barack Obama al mundo de la política hace tan sólo 12 años, y a los cuales se han unido los Clinton desde que Hillary se convertió al sionismo cristiano y se incorporó a la Fellowship Foundation, apoyan la continuación del proyecto de apartheid [en Palestina].
Conforme a la carta de George W. Bush a Ariel Sharon y la conferencia de Anápolis, ellos quieren concluir la transformación de los Territorios en bantustanes. Estados Unidos y sus aliados reconocerían a uno o dos Estados palestinos, pero este o estos Estados no serían soberanos. Tampoco tendrían ejércitos y tanto su política exterior como sus finanzas quedarían bajo control israelí. Si se llegara a erradicar la Resistencia [palestina], dichos Estados se confundirían poco a poco con el paisaje, como las reservas de indios en Estados Unidos.
Inquietos por su futuro común, las delegaciones de Egipto, Israel y Arabia Saudita se reunieron en Egipto en septiembre y octubre de 2008. Según una fuente de la Resistencia, al término de esas negociaciones, se decidió que en caso de evolución desfavorable en Washington, Israel lanzaría una amplia operación militar en Gaza, financiada por Arabia Saudita, mientras que Egipto propiciaría la entrada de paramilitares en Gaza. En el pasado, los gobiernos árabes dejaron a menudo el campo libre a Israel, pero es la primera vez que participan en la planificación de una guerra israelí, conformando así un eje sionista musulmán.
Informados en tiempo real por el jefe de gabinete Rahm Emanuel (quien tiene doble ciudadanía, israelí y estadounidense) sobre la correlación de fuerzas en el seno del equipo de Obama, la troika Israel-Egipto-Arabia Saudita tuvo conocimiento sobre la distribución de las funciones. Los puestos importantes en el Departamento de Estado serán atribuidos a protegidos de Madeleine Albright y Hillary Clinton. Los dos secretarios de Estado adjuntos, James Steinberg y Jacob Lew, son sionistas convencidos. El primero participó en la redacción del discurso de Obama ante el AIPAC.
El Consejo de Seguridad Nacional está en manos de atlantistas inquietos ante la posibilidad que las provocaciones israelíes acaben perturbando el aprovisionamiento energético de Occidente, el general Jones y Tom Donilon. Jones, que tenía a su cargo el seguimiento de la Conferencia de Anápolis, ha expresado varias veces su descontento por la actitud israelí. El puesto de secretario de Defensa se mantiene en manos de Robert Gates, ex adjunto de Scowcroft y miembro de la Comisión Baker-Hamilton. Gates se prepara para despedir a los colaboradores que había heredado de Donald Rumsfeld de los que no había podido deshacerse anteriormente, como ya hizo con dos maníacos anti-iraníes, el secretario encargado de la Fuerza Aerea, Michael Wynne, y su jefe de Estado Mayor, el general T. Michael Moseley.
En resumen, la troika puede seguir contando con el apoyo diplomático de Estados Unidos, pero no con su ayuda militar masiva.
Egipto, Arabia Saudita y los 10 000 paramilitares árabes con Israel
Esa es la nueva situación en cuanto al Medio Oriente. Por vez primera, una guerra israelí se desarrolla sin financiamiento estadounidense sino de Arabia Saudita. Riyad paga por aplastar al principal movimiento sunnita que no está bajo su control, el Hamas. La dinastía de los Saud sabe que tiene que eliminar toda alternativa sunnita en el Medio Oriente para poder mantenerse en el poder. Por eso apuesta por el sionismo musulman. Por su parte, Egipto teme una contaminación proveniente de los Hermanos Musulmanes.Sin embargo, la estrategia militar sigue siendo estadounidense, como lo fue durante la guerra de 2006 contra el Líbano. El objetivo de los bombardeos no es la eliminación de los militantes, lo cual, como señalé anteriormente, no tiene sentido en el medio urbano, sino paralizar la sociedad palestina en su conjunto. Se trata de la aplicación de la teoría de los 5 cínculos, de John A. Warden III.
En definitiva, y seguimos citando al diario israelí Haaretz, Ehud Olmert, Ehud Barack y Tzipi Livni decidieron ir a la guerra desde el 18 de diciembre, o sea el día antes de la expiración de la tregua.
El National Information Directorate organizó un simulacro, el 22 de diciembre, para prever las mentiras que servirían para justificar la masacre. La operación comenzó el 27 de diciembre, para evitar toda interferencia del Papa. Benedicto XVI habló sin embargo, en su mensaje de Noel, de «un horizonte que parece ensombrecerse nuevamente para los israelíes y los palestinos».
Volvamos al teatro de operaciones. La aviación israelí preparó el terreno para una penetración terrestre, que le abre el camino a los paramilitares árabes. Según nuestras informaciones, alrededor de 10 000 hombres están concentrados actualmente cerca de Rafah. Entrenados en Egipto y Jordania, se encuentran bajo las órdenes del ex consejero nacional de seguridad de Mahmud Abbas, el general Mohammed Dahlan (el hombre que organizó el envenenamiento de Yaser Arafat por cuenta de los israelíes, según documentos que se hicieron públicos hace 2 años). Esos hombres están llamados a desempeñar el papel que ya cumplió en Beirut la milicia de Elie Hobeika cuando las tropas de Ariel Sharon rodearon los campamentos de refugiados de Sabra y Chatila.
Pero la troika sionista no se decide a soltar a sus «perros de guerra» mientras no se defina la situación militar dentro de la franja de Gaza. Desde hace dos años, gran número de miembros de la Resistencia palestina se han ido entrenando conforme a las técnicas de guerra de guerrillas del Hezbollah.
Teóricamente, no disponen del armamento necesario para ese tipo de combate, pero tampoco existe información precisa sobre sus capacidades reales. Una derrota terrestre significaría una catástrofe política para Israel después de la derrota que sufireron sus fuerzas terrestres en el Líbano, en 2006, y el fracaso de sus instructores en Georgia, en 2008. Siempre existe la posibilidad de retirar rápidamente los blindados israelíes de Gaza, pero no será así para retirar a los paramilitares árabes.
La Unión Europea pidió una tregua humanitaria. Israel respondió que no era necesario ya que no había aparecido una nueva crisis humanitaria desde que comenzaron los bombardeos. Para probar su buena fe, el autoproclamado «Estado judío» permitió la entrada de algunos centenares de camiones con ayuda alimentaria y médica… para 1 400 000 personas.
En cada una de las guerras que Israel ha desatado en violación del derecho internacional se organizó una escenificación previa de carácter diplomático para permitirle ganar tiempo, mientras que Estados Unidos bloqueaba cualquier proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU. En 2006 fue Romano Prodi y la conferencia de Roma. Ahora, es el presidente francés Nicolas Sarkozy quien se encarga de entretener al público. Sarkozy anunció que dedicaría dos días de su precioso tiempo al arreglo de un problema ante el cual todo el mundo ha fracasado desde hace 60 años.
Sin dejar lugar a dudas en cuanto a su parcialidad, Sarkozy recibió primeramente a la ministra israelí de Relaciones Exteriores Tzipi Livni y al líder sunnita saudita-libanés Saad Hariri y se entrevistó telefónicamente con el presidente egipcio Hosni Mubarak, con el presidente títere de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas y con el primer ministro israelí Ehud Olmert.
Thierry Meyssan Periodista y escritor, presidente de la Red Voltaire con sede en París, Francia. Es el autor de La gran impostura y del Pentagate. |