"Heredera del viento" rescata memoria de la revolución sandinista
DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)
Managua. – Como un profundo viaje al pasado para comprender y rescatar parte de la historia de Nicaragua define la cineasta Gloria Carrión su primer documental “Heredera del viento”, que se estrenará en Managua el próximo jueves.
“Esta película quiere aportar a la reconstrucción de la memoria colectiva en Nicaragua y Centroamérica. Propone una visión de la revolución y de la guerra para invitar a otros a contar también sus historias”, dice Carrión en entrevista con dpa.
Mediante valiosas piezas documentales, el filme recrea pasajes de la insurrección armada contra el dictador Anastasio Somoza, derrocado en 1979, a través de la vida de los padres de Gloria, dos dirigentes sandinistas que dedicaron su vida a la revolución.
“La revolución era primero, era segundo y era tercero”, le responde en una emotiva escena Ivette Fonseca a su hija, que aún hoy lamenta no haber tenido padres comunes sino “superhéroes”.
De profesión economista, Carrión nació en 1980, año en que miles de adolescentes marcharon a alfabetizar a los campesinos en las montañas, que pronto se convertirían en zonas de combate entre los sandinistas y los “contras” apoyados por Estados Unidos.
La guerra se cobró 50.000 vidas y la revolución sucumbió en las urnas en 1990, cuando el pueblo se cansó de hacer filas para comprar comida y enterrar a sus hijos envueltos en bolsas de plástico.
Carrión creció temiéndole a las balas y a las pesadillas que la acosaron por mucho tiempo. Pero a los 34 años tomó por primera vez una cámara de cine y empezó a reconstruir su historia, apoyada por un equipo de jóvenes entusiastas procedentes de Colombia, España, Estados Unidos, Guatemala, México y Nicaragua.
“Me interesaba ahondar en los silencios que persisten entre las generaciones que vivimos la revolución y la guerra. Contar mi historia me permitió abordar ese tema desde un lugar honesto y emotivo”, reflexiona.
Había pensado escribir un libro, pero un día encontró una “lata” de película super-8 con imágenes filmadas por su abuelo Luis en diciembre de 1972, horas después del terremoto que destruyó Managua. Sin saberlo, el cineasta aficionado le heredaba a su nieta los paisajes que plasmarían la desolación y la guerra.
Gloria Carrión también llevó a sus padres al interior de un viejo fortín que semeja la cárcel donde ambos fueron encerrados por Somoza, la cual hoy sigue siendo una prisión. Y los filmó en el presente, con la piel erizada por los recuerdos.
“Hay pérdidas que cargamos toda la vida”, dice la voz narrativa de la directora, a quien vemos nuevamente de niña en otra escena documental, observando con inocencia el funeral de su tío de 22 años asesinado por los “contras”.
Lejos del discurso político y más cerca de la emoción humana, la cinta busca aportar a la memoria de un país, entendida por Carrión como “un mosaico lleno de fragmentos que apenas estamos empezando a completar” y donde “cada uno de los relatos guarda su propio pedazo de verdad”, según afirma.
“Mi historia es sólo el hilo conductor y una excusa para abordar preguntas que nos atañen a las y los nicaragüenses: ¿Cómo nos marcó esa historia?, ¿cuáles son nuestras responsabilidades?, ¿qué país queremos construir a partir de lo que vivimos?”, dice.
Y buscando ser fiel a los distintos rostros de la verdad, la realizadora entrevista finalmente a campesinos que fueron miembros de la “contra” a la que toda su familia combatió. “La guerra es una lanza que nos atraviesa a todos por igual”, subraya Carrión.
Durante sus cuatro años de producción, la película ganó siete premios internacionales, entre los que destacan el IDFA Bertha Fund de Holanda, Tribeca TFI Latin America Fund de Estados Unidos, Estímulo México-Centroamérica para Cine Documental del IMCINE y el Premio Encuentros Cinergia de Costa Rica.
En noviembre pasado, "Heredera del viento" tuvo su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine Documental de Amsterdam, Holanda, y desde entonces ha recibido el aplauso de los críticos en festivales de cine en Costa Rica, Cuba, México, Palestina y Suecia.
Mediante valiosas piezas documentales, el filme recrea pasajes de la insurrección armada contra el dictador Anastasio Somoza, derrocado en 1979, a través de la vida de los padres de Gloria, dos dirigentes sandinistas que dedicaron su vida a la revolución.
“La revolución era primero, era segundo y era tercero”, le responde en una emotiva escena Ivette Fonseca a su hija, que aún hoy lamenta no haber tenido padres comunes sino “superhéroes”.
De profesión economista, Carrión nació en 1980, año en que miles de adolescentes marcharon a alfabetizar a los campesinos en las montañas, que pronto se convertirían en zonas de combate entre los sandinistas y los “contras” apoyados por Estados Unidos.
La guerra se cobró 50.000 vidas y la revolución sucumbió en las urnas en 1990, cuando el pueblo se cansó de hacer filas para comprar comida y enterrar a sus hijos envueltos en bolsas de plástico.
Carrión creció temiéndole a las balas y a las pesadillas que la acosaron por mucho tiempo. Pero a los 34 años tomó por primera vez una cámara de cine y empezó a reconstruir su historia, apoyada por un equipo de jóvenes entusiastas procedentes de Colombia, España, Estados Unidos, Guatemala, México y Nicaragua.
“Me interesaba ahondar en los silencios que persisten entre las generaciones que vivimos la revolución y la guerra. Contar mi historia me permitió abordar ese tema desde un lugar honesto y emotivo”, reflexiona.
Había pensado escribir un libro, pero un día encontró una “lata” de película super-8 con imágenes filmadas por su abuelo Luis en diciembre de 1972, horas después del terremoto que destruyó Managua. Sin saberlo, el cineasta aficionado le heredaba a su nieta los paisajes que plasmarían la desolación y la guerra.
Gloria Carrión también llevó a sus padres al interior de un viejo fortín que semeja la cárcel donde ambos fueron encerrados por Somoza, la cual hoy sigue siendo una prisión. Y los filmó en el presente, con la piel erizada por los recuerdos.
“Hay pérdidas que cargamos toda la vida”, dice la voz narrativa de la directora, a quien vemos nuevamente de niña en otra escena documental, observando con inocencia el funeral de su tío de 22 años asesinado por los “contras”.
Lejos del discurso político y más cerca de la emoción humana, la cinta busca aportar a la memoria de un país, entendida por Carrión como “un mosaico lleno de fragmentos que apenas estamos empezando a completar” y donde “cada uno de los relatos guarda su propio pedazo de verdad”, según afirma.
“Mi historia es sólo el hilo conductor y una excusa para abordar preguntas que nos atañen a las y los nicaragüenses: ¿Cómo nos marcó esa historia?, ¿cuáles son nuestras responsabilidades?, ¿qué país queremos construir a partir de lo que vivimos?”, dice.
Y buscando ser fiel a los distintos rostros de la verdad, la realizadora entrevista finalmente a campesinos que fueron miembros de la “contra” a la que toda su familia combatió. “La guerra es una lanza que nos atraviesa a todos por igual”, subraya Carrión.
Durante sus cuatro años de producción, la película ganó siete premios internacionales, entre los que destacan el IDFA Bertha Fund de Holanda, Tribeca TFI Latin America Fund de Estados Unidos, Estímulo México-Centroamérica para Cine Documental del IMCINE y el Premio Encuentros Cinergia de Costa Rica.
En noviembre pasado, "Heredera del viento" tuvo su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine Documental de Amsterdam, Holanda, y desde entonces ha recibido el aplauso de los críticos en festivales de cine en Costa Rica, Cuba, México, Palestina y Suecia.