Hermanos Musulmanes, De la Cofradía al Partido
La Vanguardia, Barcelona, España
BEIRUT. - La Cofradía, la Cofradía de los Hermanos Musulmanes, fundada en 1920 por Hassan el Banna, engendró después de la llamada ¨revolución del 25 de enero¨ del 2011 de la plaza del Tahrir el Partido de la Justicia y Libertad.
Hosni Mubarak, que le sucedió en la Jefatura del Estado, liberó a sus presos, queriendo recuperar sus elementos ¨no violentos¨. No lo consiguió, agravándose su política. Pero era tan honda su influencia en la sociedad egipcia que los candidatos presentados por los Hermanos Musulmanes a las elecciones parlamentarias del 2005 ganaron casi la cuarta parte de los escaños de los diputados. Su fuerza ha sido y es patente en una sociedad cada vez mas islamizada.
La Cofradía que rechazó la violencia, a diferencia de los grupos extremistas muy activos en los decenios de los ochenta y noventa, y el golpe de estado para alcanzar el poder apostó por conquistarlo a través de las urnas. Apoyada en una base sociológica de clases medias, ha sido muy influyente en colegios profesionales importantes como los de médicos o ingenieros. La Cofradía está arraigada en las entrañas de la nación.
En algunos de mis viajes al Egipto profundo corroboré hace tiempo hasta qué punto sus clubs familiares, sus escuelas y dispensarios animaban la vida de pueblos remotos donde apenas había servicios estatales organizados.
En los sucesivos mandatos del Rais Mubarak, los partidos de base confesional ya fuesen musulmanes o cristianos, estaban fuera de la ley. Entonces se empleaba la fórmula que ¨la Cofradía estaba prohibida pero era tolerada¨. Con frecuencia perseguida y amenazada por parte del régimen de naturaleza militar, tuvo que forjar su espíritu de resistencia, ahondar su sentimiento religioso, imponer su estricta disciplina y su estructura de poder piramidal.
La fundación del partido de la Libertad y de la Justicia ha sido fruto de las nuevas circunstancias históricas de Egipto. Cuando empezaron las manifestaciones antigubernamentales del invierno del 2011, el Guía Supremo, Mohamad Badie, ahora detenido por los militares, actuó con extrema prudencia. De hecho todas las organizaciones islamistas fueron sorprendidas por la caída de Mubarak. Mohamad Badie rehusó participar en las protestas de la plaza del Tahrir, y tuvo mucho interés en aclarar que los ¨jóvenes musulmanes de la Cofradía presentes en aquellas jornadas lo hacían a titulo individual”. Es lógico que sus aires de libertad y democratización hiciesen mella en su organización tan rígida.
Empezaron las escisiones de muchos de aquellos jóvenes revisionistas, de destacadas personalidades reformistas como Abdel Munim Al Futuh, más tarde candidato derrotado en las elecciones presidenciales ganadas por Mohamad Morsi, víctima de este golpe de estado militar. Un golpe de estado, por cierto, efectuado con la clásica técnica expuesta por Curzio Malaparte en su famoso libro, con su consabido comunicado número uno, la ocupación de los estudios de televisión como antaño de la radio, para difundirlo como hiciesen también en 1952 los Oficiales libres al derrocar al rey Faruk.
El programa del partido postula un estado civil, ni militar ni teocrático, pero con referencias fundamentales al Islam. Incluso reformistas como Abdel Futuh no creen en el establecimiento de un laicismo absoluto, ni en la separación de religión y estado, confundidos en el Islam. En una encuesta Gallup del 2008, muy traída y llevada, el 98% de los egipcios interrogados afirmaban que la religión era importante en su vida cotidiana, y sólo un 9% deseaban la división entre Estado y religión.
En muy poco tiempo en este paso de la Cofradía al Partido los Hermanos Musulmanes han vivido transformaciones y cambios, pero no han abandonado su ritual lema ¨El Islam es la solución¨. En su lenguaje ideológico prefieren emplear el término ¨civil¨, que es más vago , al de ¨laico¨ con su acusada connotación occidental.
Millones de egipcios son la base de su gran fuerza sociológica.
Tomás Alcoverro