Honduras, una crisis que recuerda a tiempos pasados

DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)

Tegucigalpa. - Ocho años y medio después del conflicto político que desembocó en 2009 en un golpe de Estado que derrocó al entonces presidente Manuel Zelaya, Honduras se enfrenta hoy por hoy a una crisis similar tras la polémica reelección del actual mandatario, Juan Orlando Hernández, en unos comicios contestados tanto por la oposición como por la Organización de Estados Americanos (OEA).

Hernández, declarado ganador el domingo por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), logró llegar a la candidatura del conservador Partido Nacional después de una controvertida decisión de la Corte Suprema de Justicia, que en 2015 permitió aspirar a la reelección, algo hasta entonces prohibido en el país centroamericano.

Anteriormente había sido precisamente el izquierdista Zelaya (2006-2009) el que intentó buscar la reelección, mediante una consulta popular que no llegó a celebrarse porque ese mismo día, el 28 de junio de 2009, fue derrocado.

El TSE determinó la noche del domingo que Hernández obtuvo el 42,95 por ciento del total de los votos, frente al 41,42 por ciento de Salvador Nasralla, el líder de la izquierdista Alianza de Oposición contra la Dictadura que es apoyado por Zelaya y que afirma haber sido víctima de un fraude electoral para robarle el triunfo. En 2009 Juan Orlando Hernández era diputado del Congreso Nacional y uno de los principales opositores. Ahora se alza como el primer mandatario en ser reelegido en un país que en 1980 retornó al sistema democrático tras 20 años de dictaduras militares.
El derrocamiento de Zelaya, quien posteriormente fue enviado a Costa Rica, generó en aquel entonces una profunda polarización de la población, que se lanzó a las calles en unas protestas en las que hubo víctimas mortales, saqueos y enfrentamientos, como las ocurridas en días pasados luego de las denuncias de fraude de Nasralla. El temor ahora es precisamente que Honduras experimente una nueva polarización.
En opinión del analista político Miguel Cálix, el polémico proceso electoral que llevó a la actual crisis demuestra además que el Tribunal Supremo Electoral está completamente desacreditado.
De hecho, Cálix considera que los problemas acontecidos en las elecciones se veían venir desde mucho antes, debido a las advertencias de fraude de los opositores y a la politización del máximo organismo electoral, presidido por un magistrado afín al partido de Gobierno del presidente Hernández.
"Lo que está pasando ahora se debe a muchas debilidades que hubo y no se corrigieron durante la marcha y que ahora sirven de argumento para legitimar el proceso", manifestó.

La Misión de Observadores Electorales de la Organización de Estados Americanos (MOE-OEA), confirmó esa hipótesis al afirmar que el actual proceso electoral fue de baja calidad y que no se despejaron las dudas de fraude que hubo durante el mismo.
"La misión no puede confirmar que el cierre haya sido manipulado con dolo, pero sí puede afirmar que no contó con las robustas medidas de seguridad necesarias para garantizar su integridad y que por tanto su seguridad se vio vulnerada", declaró el jefe de la misión, el ex presidente boliviano Jorge Quiroga.
Esto llevó a que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, finalmente instara la noche del domingo a celebrar nuevas elecciones en Honduras, "ante la imposibilidad de determinar un ganador" en los comicios presidenciales del 26 de noviembre.
En criterio de Cálix, el presidente Hernández enfrenta un gran reto, ya que tiene un alto grado de impopularidad en la población derivado de la polémica reelección y las denuncias de fraude.

"Tendrá grandes desafíos. El primero será unir al país, dividido por los acontecimientos de las elecciones. Tendrá una población que nunca va a creer en los resultados de su gestión, entonces deberá buscar medidas urgentes para dotar de legitimidad su gobierno", enfatizó.

A esto se suman problemas que quedaron sin resolver en los primeros cuatro años de Gobierno, como el alto índice de inseguridad, la corrupción que permeó las instituciones del Estado, las deficiencias en los sistemas de educación y salud, así como la pobreza y el desempleo. "Tendrá una conflictividad social", augura por ello Cálix.

Por lo pronto, el futuro del pequeño país centroamericano es incierto, con una crisis institucional que amenaza con agravarse mientras el candidato opositor Nasralla busca reunirse en Washington con Almagro y funcionarios estadounidenses para denunciar el fraude que a su juicio se cometió en las elecciones.


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