Horror de matanzas político étnicas amenazan con sembrar el caos en Pakistán
AFP (Agencia France-Presse)
KARACHI. - Bandas criminales sangrientas arraigadas en el hirviente caldero de la política étnica de Karachi están librando una lucha feroz por el poder y el espacio en la capital financiera de Pakistán, que amenaza con desestabilizar a todo el país.

Los informes de autopsias sumarias pegados a los cadáveres envueltos en sábanas blancas atestiguan el calvario vivido por las víctimas antes de ser introducidas en bolsas rústicas y lanzados a las fosas.
Ese tipo de bolsas se han convertido en la "marca" de muchos asesinatos perpetrados por las bandas armadas de grupos criminales en el marco de rivalidades políticas y étnicas de Karachi.
Mil personas murieron este año en esta guerra entre fracciones y clanes en el corazón de la megalópolis de 18 millones de habitantes, un concentrado urbano de la variedad étnica paquistaní.
Y más de un centenar murieron en la última semana, la peor ola de asesinatos conocidos en Karachi en 16 años de violencia cíclica.
Estos actos de violencia oponen desde hace años al Muttahida Qaumi Movement (MQM), partido que dirige la ciudad y representa a los paquistaníes provenientes de India tras la división de 1947 --los Muhajirs,emigrantes--, el Partido del Pueblo Paquistaní (PPP), en el poder en el país, los Pashtunes --etnia de las zonas fronterizas con Afganistán en el noroeste--, y los Baluches --del suroeste--.
La última ola de asesinatos involucra especialmente al MQM y a los Pashtunes, estos últimos en el seno del partido laico Awami National Party (ANP), y bandas de cada etnia que se disputan los mercados de la droga y los juegos ilegales en la ciudad.
"Lo buscamos en los hospitales, los puestos de policía y ahora las morgues", se lamenta Amir Ali, un albañil de 45 años. Su hermano no está afiliado sin embargo a ningún partido político, asegura al verificar los rostros tumefactos y ensangrentados de una veintena de cadáveres en una de los depósitos de la morgue.
"Si Karachi se hunde, todo el país se hundirá", lamenta Sharfudin Memon, consejero en el ministerio del Interior de la provincia del Sind (sur), de la que Karachi es la capital. El gigantesco puerto y sus alrededores comprenden el 60% de la actividad económica de Pakistán, según algunos economistas.
Desde inicios del año, las autoridades desplegaron en vano en Karachi centenares de refuerzos de policías y tropas paramilitares para tratar de contener la violencia, en vano.
Mucho más teniendo en cuenta que esas fuerzas de seguridad están acusadas de ser favorables del MQM o del PPP y que tienen fama de ser muy violentas. A veces, están tienen autorización de disparar contra cualquier sospechoso.
En el hospital Abbasi Shaheed, Zubair Choohan tose por un tubo alrededor del cual su boca está cosida, y una gota de sangre sale de un ojo tumefacto. Mientras conducía su auto, recibió una bala perdida en el rostro cuando los policías dispararon contra un hombre al que perseguían.
En el cuarto de al lado, un joven obrero pashtún se recupera de las heridas de bala en un brazo y una pierna. Ni él ni Choohan se arriesgan a criticar a algún partido, por temor a represalias.
Cada partido --o sea cada etnia-- disputa a la otra zonas de influencia en los barrios, así como los negocios del lugar, legales o no.
Y al acercarse las elecciones legislativas de 2013, la violencia tiene pocas posibilidades de calmarse, pues se acusan mutuamente de "limpieza étnica".