AFP (Agencia France-Presse)
LA PAZ. - Con los brazos en alto y al ritmo de música autóctona, indígenas en Bolivia recibieron el jueves en el turístico "Valle de la Luna", al sur de La Paz, el Año Nuevo Andino 5520, mientras medio centenar de ceremonias se realizaron en distintos sitios religiosos del país.
"¡Jallala Tata Inti!" (¡Saludos, Padre Sol!, en idioma aymara), dijo en voz alta el amauta (sacerdote) Lino Quispe, al recibir directamente la primera señal luminosa del astro rey, elevando en el aire un pebetero mientras una columna de aromático incienso se elevaba por los aires, donde habitan los espíritus benefactores.
El Valle de la Luna, 10 km al sur de La Paz, es uno de los 80 centros ceremoniales habilitados en Bolivia para celebrar este año el solsticio de invierno en el hemisferio sur, con ceremonias similares conocidas en aymara como "Willkakuti" o "retorno del sol" a la tierra.
La zona es un área montañosa arcillosa consumida por la erosión por miles de años, donde el paso del tiempo ha dibujado caprichosas formas que se antojan enigmáticos paisajes parecidos a la superficie lunar.
La ceremonia comienza cuando aún es de noche, con una temperatura de -3 grados Celsius.
Los amautas preparan la ofrenda ritual con que se recibirá a la deidad solar que, según la cosmología andina, renace anualmente brindando "una nueva oportunidad de renovación cósmica", explica a la AFP Félix Mendoza, profesor de la Facultad de Teología Andina de la Universidad del Tawantinsuyo.
-- Hierbas aromáticas a los dioses andinos al salir el sol --
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Entre tanto, el chamán (hechicero) Calixto Quilla, ataviado con un poncho rojo, un gorro de colores, y una pequeña bolsa tejida en el pecho, prepara dos ofrendas: una de purificación, donde predomina el color blanco, y otra de bendición, toda de colores.
Las ofrendas, conocidas como 'mesas', consisten en la quema de hierbas aromáticas, grasa de animales, dulces, trozos de lana, inciensos, hojas de coca, maderas fragantes y un 'sullu' (feto de llama, auquénido andino) adornado con lanas de colores.
Con las primeras luces del día y tras invocar a los espíritus andinos y rociar la ofrenda con abundante alcohol, Quilla la deposita con reverencia sobre las brasas ardientes que pronto dejan escapar los penetrantes aromas. "El fuego y el sol deben encontrarse", anota.
Murmura en idioma aymara, con voz casi imperceptible lanza conjuros al viento para conquistar a los dioses andinos y recibir al Tata Inti.
El sol sale sobre el horizonte a las 07H02 locales (11H07 GMT), sus rayos se posan sobre el lugar casi 18 minutos después.
El centenar de asistentes a la ceremonia agita 'whipalas', banderas indígenas multicolores de diseño ajedrezado, mientras los instrumentos autóctonos de viento inundan el valle con su contagioso ritmo.
El escenario se llena de gritos de júbilo, con vivas al 'padre sol' y a la 'madre tierra'. "¡Jallalla!", dicen los asistentes quienes, en actitud de meditación y extendiendo las palmas hacia el sol, buscan su renovadora energía.
Más de medio centenar de sitios religiosos en todo el país fueron este jueves escenario de rituales similares, que marcan el inicio del año 5520 y que coinciden con el inicio de la siembra.
En Tiwanaku, el complejo religioso preincaico al oeste de La Paz, se realizaron los actos oficiales del gobierno, donde asistió el vicepresidente Alvaro García y el gobernador local, César Cocarico.
El cálculo poco ortodoxo del año 5520 surge de sumar los cinco ciclos (cada uno de mil años) de historia social de los pueblos originarios hasta el inicio de la conquista española en 1492. A esos 5000 años se le agregan 520, resultado de la resta entre 2012, el año actual, y 1492, el año del comienzo de la conquista.