El Periódico de Catalunya, España
BARCELONA. - Coinciden la mayoría de psicólogos y psiquiatras que trabajan con víctimas de maltrato, sobre todo con menores, que una parte importante de éstos, cuando son adultos, terminan reproduciendo en mayor o menor escala el maltrato físico o psicológico hacia otras personas, a la vez que tienden a interpretar como agresiones similares a las que sufrieron de pequeños, muchas de las respuestas contrarias que reciben a lo largo de la vida. No son capaces de empatizar con quien no piensa como ellos o los contradice, y no son conscientes de que quizás ellos son ahora los agresores.
Esta reacción que sufren algunas víctimas de maltrato, también las pueden sufrir colectivamente sectores de pueblos que han sido agredidos en el pasado de manera brutal. Los serbios fueron masacrados primero por los otomanos que conquistaban Europa, después se les culpó del inicio de la primera guerra mundial y los austrohúngaros los masacraron a miles, como ilustra con todo detalle el nobel de literatura Ivo Andric en 'Un puente sobre el Drina'. Y más tarde fueron asesinados cientos de miles en los campos de concentración del régimen croata aliado con los nazis durante la segunda guerra mundial. Y en los años noventa, cuando en Bosnia o Kosovo los radicales serbios repetían estas prácticas criminales contra la población no serbia, y les preguntaba porque los francotiradores en Sarajevo mataban día tras día a civiles que hacían cola para llenar garrafas de agua o ejecutaban a siete mil musulmanes en Srebrenica, respondían justificando estos actos alegando lo que habían sufrido sus abuelos o bisabuelos, sin mostrar ningún tipo de sentimiento de culpa, ni la más mínima capacidad de empatizar con las víctimas, fueran hombres, mujeres, viejos o niños.
No estoy comparando la magnitud de los crímenes de los nazis con los crímenes de guerra que realiza Israel con la población palestina. Pero el mismo laberinto mental encadena a buena parte de la sociedad israelí y su clase política que aplica métodos económicos y militares de castigo colectivo hacia los palestinos, cierra los ciudadanos árabes en guetos o ejecuta respuestas desproporcionadas a los ataques de Hamás y otros grupos. El pueblo judío después de siglos de pogromos y expulsiones sufrió en Europa el Holocausto, ahora aplica a los palestinos unos métodos que vulneran la dignidad humana y las convenciones internacionales sobre el uso de la guerra y el tratamiento de la población civil.
Es cierto que Hamás no reconoce a Israel el derecho de ser un estado. Pero desde que Hamás ganó legítimamente las elecciones palestinas y se hizo con el control de la franja, Israel decretó un bloqueo y un castigo colectivo a aquel territorio, poblado, también, por decenas de miles de palestinos desplazados de lo que hoy es Israel. Y se les prohibió viajar a Cisjordania o en Egipto, se les impide pescar en sus aguas, exportar sus productos, e importar bienes y servicios. Y lejos de lo que pretendía Israel, este bloqueo ha hecho a Hamás más fuerte.
Israel inició el 1 de julio la operación 'Margen Protector' contraGaza, primero con ataques aéreos y luego con la operación terrestre, como respuesta al asesinato de tres jóvenes judíos en Cisjordania, supuestamente hecha por Hamás. Y Hamás respondió con el lanzamiento de cohetes. Unos cohetes que por primera vez llegaban a la capital Tel Aviv, lo que niega el espejismo de que Israel pueda limitar el alcance de los ataques cerrando los palestinos detrás de muros. Cohetes que por más túneles y casas que destruía Israel, han continuado cayendo, produciéndose 1.925 muertos -la mayoría civiles- entre los palestinos, y 67 -todos soldados menos 3- entre los israelíes. Y todos los intentos de acuerdo han fracasado porque Hamás pide para detener el lanzamiento de cohetes, que se acabe el bloqueo a la franja.
Algunos de los jefes del ejército hebreo y del servicio de inteligencia son conscientes de que aunque continúen los ataques terrestres y aéreos en Gaza, Hamás no cederá, y que el castigo colectivo que infringen a la población no le ha hecho perder a Hamás el apoyo popular, y ha motivado un incremento de las campañas internacionales de boicot y sanciones (BDS) a Israel. El gobierno de Israel, liderado por Benjamín Netanyahu ha dicho estas semanas una y otra vez que no levantarán el bloqueo, por más que después de una devastación tan grande, la franja necesita de la apertura de fronteras para recibir alimentos, material y maquinaria de todo tipo, y mucha gente que lo ha perdido todo, quiere marchar sin restricciones para reunirse con familiares en Cisjordania o Egipto.
Israel lleva años mostrando a los ciudadanos de Gaza como personas merecedoras de su desgracia por apoyar a Hamás, sin intentar entender o empatizar sus razones, sin intentar comprender que la política de Israel incrementa el odio. Ahora vuelve a haber una tregua mientras se negocia en El Cairo. Hamás mantiene la demanda del fin del bloqueo. E Israel se niega a hacerlo mientras Hamás no se desarme totalmente, opción que incluso sería contraproducente para Israel, dado que si Hamás lo hace, cogerían el espacio otros grupos más radicales con los que Israel no podría negociar. Y hay miembros del gobierno israelí que proponen reocupar de nuevo toda la franja, lo que les llevaría a una guerra urbana mortífera para los palestinos, pero que no podría ser ganada por los soldados israelíes que caerían en las emboscadas.
Evidentemente para Netanyahu es difícil aceptar el fin del bloqueo tras años mostrando los palestinos como sujetos con quien es imposible empatizar, merecedores de su castigo. Pero o se levanta el bloqueo a Gaza, aunque oficialmente se diga que se hace con restricciones, o el conflicto armado continuará e Israel deberá ocupar militarmente la franja haciendo aún más difícil la resolución de este episodio.
Tras la ofensiva israelí en Gaza de 2009, la joven activista palestina, nacida en el Líbano, Rafeef Ziadah, escribió conmovedores poemas, cuyos vídeos triunfan ahora en la red, sobre la ira que crece en los corazones de quienes pierden su casa, sus hijos o sus padres, y repite que los palestinos "sólo deseamos vivir". Pero parece que Israel, con sus acciones desproporcionadas, sólo pretenda multiplicar el odio.
He empezado el artículo haciendo un paralelismo con lo que dicen los psiquiatras que les pasa a muchos niños maltratados que se convierten en enfermos mentales maltratadores. Y si Israel rechaza acabar con el bloqueo en Gaza y pasar página a este episodio, y decide invadir y reocupar militarmente la franja quizás se podrá decir otra cosa que muchos psiquiatras dicen de ciertos enfermos. Que son un peligro también, para ellos mismos. Si Israel continúa este escalada bélica tan desproporcionada, su política será sin duda un peligro para su existencia y su futuro.
Xavier Rius