James Frey retrata a Los Ángeles en ‘Una mañana radiante’
El Periódico de Catalunya, Barcelona, España
james Frey, guionista de éxito en Hollywood, se hizo un nombre cuando, apasionadamente recomendado por la estrella de la televisión Oprah Winfrey, en el año 2005 vendió cinco millones de ejemplares de sus memorias Un millón de pequeñas piezas, el relato de sus años de adicción a las drogas.
Una mezcla de horror y fascinación, del fracaso más horrible y del éxito más global, que no pueden existir el uno sin el otro. Para James Frey, eso es Los Angeles, la ciudad con el mayor flujo de inmigración, con la mayor variedad étnica, con las más grandes desigualdades económicas, la capital mundial de la industria de la cultura popular, «la representación del sueño americano». Un sueño que, sostiene, «aún existe, y más que nunca: Obama es la mejor personificación posible. Es el hijo de un inmigrante africano que en 10 años se convierte en la persona más poderosa del mundo, una historia de éxito al lado de un millón de historias tan parecidas pero que acaban en fracaso». Como las de su libro. «De los afiliados al Sindicato de Actores, el 1% tienen trabajo siempre, el 99% sirven en restaurantes y pueden pasarse todo un año sin actuar: esto se extiende –concluye– a todos los sectores de la sociedad de Los Angeles».
HISTORIAS CRUZADAS / Grandes escritores han escrito sobre Los Ángeles: Nathanael West, Budd Schulberg, James Caine, John Fante, Upton Sinclair, Walter Mosley, Raymond Chandler, James Ellroy, Charles Bukowski, Scott Fitzgerald, Michael Connelly... Pero unos han hablado de los magnates del petróleo, otros de Hollywood, otros del crimen, alega Frey. Él ha aspirado a escribir la novela global sobre Los Ángeles, nada más y nada menos.
Frey trenza en Una mañana radiante fogonazos enciclopédicos sobre la historia de lo que un día fue fundado por 44 colonos españoles como el Pueblo de Nuestra Señora la Reina de Los Ángeles de Porciúncula (hasta dejarlo reducido a L. A. han pasado 328 años), destellos sociológicos (consigue describir la personalidad de cada autopista en atasco perpetuo e ironizar a cuenta del censo de población) y cinco historias personales que no se llegan a cruzar: el vagabundo de Venice Beach Joe el Viejo, la megaestrella, caprichosa y gay en la clandestinidad Amberton Parker –«no pensé en Tom Cruise», alerta el escarmentado Frey, que se niega a precisar en quién sí pensaba–,
Graziella, asistenta mexicana con estudios y muslos hipertrofiados, y dos paletos adolescentes de Ohio, Maddy y Dylan.
La experiencia de James Frey en Hollywood como guionista y director solo es una parte de la novela (hay mucho más suburbio arruinado, viviendas en caravanas y minigolfs decadentes que Bel Air) pero es omnipresente, y no solo en el estilo: «Llegas con sueños pero has de aceptar que no eres un artista, que eres parte de una maquinaria el objetivo de la cual es fabricar productos y ganar dinero y lo que a ti te parece importante, a Hollywood le importa una mierda: o sea, exactamente como si trabajases en un banco como Goldmand & Sachs».