El País, España
La declaración de intenciones que hace un rato ha soltado Jane Campion en Cannes va, en su caso, cargada de razón o al menos de un alto sentido de la autoridad. "No entiendo cómo se puede ser mujer sin ser feminista". La frase, así a secas, resulta arriesgada y enormemente discutible por no decir combatible. Pero hay un argumento extra que, en el caso de la directora de Bright Star -película presentada hoy en la sección oficial a concurso- es irrebatible: porque Jane Campion (Wellington, Nueva Zelanda, 1954) es, a día de hoy, la única mujer que ha ganado la Palma de Oro en ¡61! años de historia del Festival de Cannes. Fue en 1993 con El piano. Vistas así las cosas, está claro que las mujeres que se dedican a esto del cine -que no son ni tres ni cuatro, precisamente- deberían ahora mismo, a la voz de ¡ya! firmar un manifiesto de airada protesta o exigir un pliego de explicaciones a los prebostes de La Croisette.
La directora neozelandesa ha dividido a la crítica de Cannes con su retrato de la relación sentimental entre el poeta romántico británico John Keats (Londres, 1795-Roma, 1821), interpretado por el actor Ben Whishaw, y su amada, Fanny Brawne (Abbie Cornish). Una relación, por cierto, no consumada, y es que los poetas románticos son así, muy de amores platónicos, o quién sabe, incluso de amores confusos, no olvidemos que el propio autor de 'Endymion' solía decir: "Me desconciertan todas las mujeres, hasta mi propia madre". Keats vivió rápido, murió joven y tuvo, sí, un cadáver bonito: el caso es que su musa Fanny Brawn se quedó en eso, en musa. "Una historia de amor, no un biopic", asegura Campion.