Jorge Bucay reinterpreta los clásicos: "Somos lo que sentimos"

DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)

Madrid. - Todo el mundo conoce la moraleja detrás del famoso cuento de "Caperucita Roja" pero, ¿y si la obvia no fuera su única lectura?, ¿y si en lugar de ser una historia aleccionadora para que los niños obedezcan son los padres quienes deberían entender que sobreprotegiendo a sus hijos sólo conseguirán hacerlos más vulnerables?

Buscar nuevas interpretaciones como ésta es precisamente lo que propone el psicoterapeuta y escritor argentino Jorge Bucay en "Cuentos para conocerse mejor", que hoy llega a las librerías españolas (Espasa). Y es que según el autor de "Cartas para Claudia" o "El camino de la felicidad", leer es un proceso interactivo y es al lector al que le corresponde descifrar lo escrito.
Para Bucay (Buenos Aires, 1949), las palabras "había una vez" con que arrancan los cuentos sirven como resorte para sumergirnos en el universo de las emociones. Pese a que a su juicio son las herramientas más útiles para la formación personal, "hemos dejado un poquito de lado su valor y su importancia" para ocuparnos de "lo que no deberíamos", que es intentar controlarlas.
"La gente cree que tiene que controlar lo que siente, pero es inútil", sostiene este "ayudador profesional" en una entrevista con dpa en Madrid. Podemos bloquearlas, negarlas, pero esas "emociones reprimidas" luego salen a la luz en forma de neurosis, añade el autor de "Déjame que te cuente". "Somos lo que sentimos, no lo que pensamos, aunque intentemos mostrarnos como lo contrario".
En "Cuentos para conocerse mejor" selecciona 15 relatos mundialmente conocidos, desde clásicos de la literatura infantil como "El patito feo" o "La sirenita" a la bíblica historia de Adán y Eva o la mitológica leyenda de Eros y Psique. En todos ellos, ha tratado de remontarse a la versión original para contextualizar después sus variaciones a lo largo de la historia y, finalmente, proponer una relectura alternativa.
No en vano, en muchos de los casos estos cuentos no estaban pensados para un público infantil, sino que fueron adaptados y edulcorados para hacerlos más "digeribles". Pero, ¿es acertado proteger a los niños de determinadas escenas truculentas? "Es un debate infinito", reconoce Bucay. "Yo creo que a los chicos no hay que mentirles, pero tampoco voy a lapidar a los padres por decirles que existen los Reyes Magos", señala. "Puede ser que no esté de acuerdo, pero lo entiendo".
"Yo no le contaría a un niño de tres años la historia de 'Caperucita Roja', ¿con qué fin?". Pero incluso Disney, en sus suavizadas versiones de los cuentos clásicos, sigue manteniendo elementos dramáticos que pueden traumatizar a los pequeños durante una semana, añade recordando la escena de "Bambi" en que muere la madre. "Creo que es función de los padres saber cuál es el momento para que sus hijos la vean", cuándo tendrán las herramientas para gestionarlo.
Y es que si hay algo que ha aprendido a lo largo de sus muchos años como piscoterapeuta gestáltico es que "la solución a los grandes problemas de la humanidad, desde la corrupción a la violencia, la ausencia de valores o el narcotráfico, es la educación". "No hay otro camino", afirma rotundo apuntando a sus últimas experiencias en cárceles y barrios marginales de México.
El problema, apunta, es que hoy en día la educación está enfocada hacia el éxito y la competitividad. Aún recuerda cómo a su madre, cuando tenía una prueba de matemáticas, lo que le importaba de veras "era si había sacado mejor nota que Huguito, mi compañero de pupitre". De ahí su teoría del "síndrome de la sílaba de control": hay que cambiar la "pe" de competir por la "par" de compartir, y para ello es necesario no dejar de lado las humanidades, sostiene.
Pese a todo, Bucay se considera "un optimista" y no duda de que la humanidad "está mejor que hace 50 años". Otra cosa, reconoce, es que "a veces nos descuidemos y perdamos algunas batallas", como está sucediendo actualmente con la desinformación y las "fake news" en plena era de la información. Y también eso explica, en parte, el "boom" que desde hace décadas tienen los libros de autoayuda.
"Durante años no le dimos importancia al autoconocimiento, y había una sed de saber sobre el tema", añade Bucay, que sin embargo no se reconoce en esa etiqueta. "Yo no doy respuestas, sino que planteo preguntas". Salvo los "20 pasos hacia adelante", que sí es un manual de autoayuda como tal, sus cuentos, ensayos y publicaciones son más bien "libros de reflexión". Y que sea el lector quien, como con los cuentos, saque sus propias conclusiones.


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