AFP (Agencia France-Presse)
BUENOS AIRES. - El ballet clásico de Argentina debutó esta semana con jóvenes talentos de barriadas pobres de distintas partes del país, bajo las órdenes del bailarín Iñaki Urlezaga, exintegrante del Royal Ballet de Londres, que busca llevar la danza a escenarios populares.
El bailarín y coreógrafo, de 38 años, es la figura rectora de un proyecto que quiere fomentar la danza como herramienta de inclusión social, y también salir a mostrar al interior del país el ballet clásico, hasta ahora reservado al circuito cultural de las élites de Buenos Aires.
"Esta experiencia ha sido muy fructífera y es muy emocionante lo que sucede cuando viajamos para las audiciones", dijo a la AFP Urlezaga al referirse al "Ballet Federal por la Inclusión" que hizo su debut esta semana en el teatro Coliseo de Buenos Aires.
Urlezaga, quien fuera primer bailarín del Royal Ballet de Londres entre 1995-2005, realizó el año pasado 32 audiciones con 1.500 inscritos desde Ushuaia (3.580 km al sur de Buenos Aires) hasta Jujuy (1.645 km al norte).
Hoy el primer ballet nacional "por la inclusión" en Argentina tiene 46 integrantes, de entre 16 y 30 años. Todos están viviendo en Buenos Aires y se sostienen con su trabajo en el cuerpo de baile.
"Muchos llegaron hasta instancias decisivas pero finalmente no aceptaron porque les resultó muy difícil alejarse de sus afectos. La visión que tenían era que viajar a Buenos Aires era como viajar a Nueva York", reveló con una sonrisa Urlezaga.
Los programas estatales por la inclusión que impulsa el gobierno argentino, que también incluyen al teatro y el deporte, guardan parentesco con el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, que recibe a unos 400.000 niños y jóvenes, en un movimiento que pretende revertir sus conductas violentas y pobreza a través de la música.
- Vuelo de sueños -
La flamante bailarina Sofía Usin, de 21 años y oriunda de San Juan (1.250 km al oeste), se acercó a la camara con el temor de los inexpertos. Es diminuta, tiene una diadema de flores blancas y ya está maquillada para la función.
"Comencé a bailar a los cinco años. Yo audité en setiembre y al final fuí elegida. En San Juan es imposible, es un pueblo y Buenos Aires es un mundo. Me ayudaron a desplegar mis alas y cumplir un sueño", dijo a la AFP con la alegría asomando en sus enormes ojos oscuros.
Su compañera Flavia Marcantonio vivió una experiencia parecida en su natal Tucumán, una provincia pequeña del empobrecido norte argentino.
"En la selección final eramos 180 jóvenes de todo el país y todos queríamos ser parte del proyecto", dijo Marcantonio.
"En la preselección yo tenía el número 100 y me moría de los nervios", recordó la joven.
Federico Amprino, un joven esbelto de 23 años de la patagónica Neuquén, aún no se cree que está por presentarse en Buenos Aires poco antes que suba el telón.
"Parece increíble que ahora soy parte de un ballet y me gano la vida con lo que me apasiona hacer", afirmó tras admitir: "Ahora me siento más seguro para seguir conquistando mis sueños".
- "¡Ahh, princesas!" -
"¡Ahhhhh, princesas!", gritó una niña en medio del silencio sepulcral del teatro cuando se abrió el telón y aparecieron unas quince bailarinas con sus tutús largos de tul blanco que apenas dejaban ver las zapatillas rosas de punta.
Clarita, de seis años, no pudo silenciar su sorpresa porque era la primera vez que veía ballet clásico, al igual que muchos espectadores de barrios marginales de la capital argentina que asistieron a las funciones gratuitas.
Como la niña, la audiencia no sacó la vista del escenario para no perderse detalles de "Chopiniana", de Frederic Chopin.
El objetivo de inclusión social del proyecto también se aplica en la confección del vestuario de las obras.
Tres cooperativas textiles creadas por desempleados confeccionaron las prendas, contratados por el ministerio de Desarrollo Social que financia el proyecto y que está a cargo de Alicia Kirchner, hermana del fallecido expresidente Néstor Kirchner (2003/2007) y cuñada de la actual mandataria Cristina Kirchner.