Juan Manuel Serrat, cantautor y bodeguero
Lluís Gené
Mientras hagan la vendimia en Mas Perinet, el bodeguero Joan Manuel Serrat estará iniciando en México una gira latinoamericana y la recolección de nuevos éxitos como cantante en países que vivió intensamente y en los que lo siguen con absoluta devoción.
En uno de sus viñedos plantados en terrazas, ataviado de bodeguero, de negro y gris, con una gorra y visera para protegerse del intermitente sol de la bellísima comarca del Priorato -que alberga la denominación de vinos El Priorat-, Serrat conversa extensamente con la AFP, a la que debía recibir el día que iniciaba sus pasos como bodeguero, aplazada por su enfermedad, hoy superada.
Serrat, que no tiene problemas en combinar sus dos exitosas vocaciones ("Tendría problemas si estuviera podando, sulfatando o vendimiando, pero tengo un gran equipo del que soy un colaborador destacado", apuntó con fina ironía), no recurre a su fama de cantante para explotar sus magníficos vinos. "Soy un pésimo relaciones públicas y no soy tan tonto de serlo de mi propia casa, porque la arruinaría", dice.
"Creo que, en la vida, compartir es fantástico. Hago música porque la amo, pero no tendría sentido si no tuviera con quien compartirla, si la gente no la hiciera suya...", indica. "Con el vino ocurre algo parecido, porque se mueve en el mundo de las emociones y las sensaciones y porque haciendo un buen vino puedes provocar un estímulo en sus almas y eso también me parece fantástico", añade acariciando un racimo y comentando a uno de sus colaboradores, "falta aún madurar la piel".
Pero "no sólo de canciones y vino vive el hombre ni tampoco yo. Yo vivo de la vida. Mi oficio es la música... una de mis pasiones es la viña, aunque tengo otras que no reclaman tanto la atención de los demás, pero que también vivo con intensidad", añade y puede pensarse que se refiere al fútbol, cuyo ídolo es el argentino Alfredo di Stéfano, que "hizo campeón a Boca en el 69 y yo iba por primera vez a la Argentina".
"La vida es algo absolutamente irrepetible y hay que andar por ella tratando de no perderse nada, respetando a los demás", dice el cantante de lengua materna castellana y paterna catalana y que ante las supuestas polémicas que existen en España sobre su idioma, dice tenerlo claro.
"En mi barrio no hay ninguna polémica, en mi ciudad tampoco... probablemente el desconocimiento de la realidad hace que otras visualidades afloren y entren a discutir un tema que no tiene mayor discusión: yo lo tengo muy claro, si a mí me prohibieran hablar en catalán me dedicaría en cuerpo y alma a hablar en catalán; si alguien me prohibe en castellano me dedicaría en cuerpo y alma a hablar en castellano", dice. Y agrega que "por encima de cualquier cosa está mi derecho a la libertad y a tomar la opción que me interese y sobre todo el derecho de las culturas a sobrevivir sin imposiciones".
Entrevista con Joan Manuel Serrat en sus viñedos (Duración: 00:01:30)
De su exilio en México guarda buenos recuerdos. Fue hace 30 años y "coincidí con los viejos del exilio anterior: vivían Rejano, Max Aub, Buñuel...", recuerda, y -sentado en una barrica de 250 litros de buen vino- afirma que siempre "en mí está presente la gratitud a quien en un momento difícil de mi vida hizo todo lo posible porque me sintiera en casa".
¿Fué su paso por México el que creó sus fuertes compromisos con el continente?. "Ya venía comprometido", responde. "Llegué en el 69, con Tlatelolco en México, el cordobazo en Argentina... viví la asunción de Allende en Chile y cantidad de cosas, de las cuales formé parte... yo venía de un país con dictadura, en su última fase pero no lo sabíamos entonces...", añadió.
Los latinoamericanos "eran países en ebullición, con sueños fantásticos, donde todo cabía y todo era posible. Éramos jóvenes y todo dependía de nosotros. Luego la realidad fue tremenda, pero fue tremenda no porque los sueños no fueran legítimos, sino porque los criminales no tienen medida...", concluyó.