Para Kindi Llajtu haber nacido en la comunidad indígena Inga fue un regalo de la vida que le sirve como motivo de inspiración en su trabajo artístico. Para él es importante que las enseñanzas de amor por la naturaleza, respeto por la vida y fantasía, provenientes de una cosmogonía particular, vayan más allá de las sociedades indígenas y lleguen a la mente de aquellos que las desconocen.

Esa particular forma de ver la vida de Llajtu es la que presenta en la exposición colectiva Lo pintado y lo ya hecho, en la Galería La Cometa, que reúne el trabajo de artistas como Rafael Gómezbarros, Verónica Uribe y Ómar Valbuena, quienes toman artículos cotidianos y los transforman con su visión artística. Esta reunión pretende mostrar una resignificación de la realidad a través del arte.

La colección agrupa objetos que habitualmente tienen un uso particular, pero cuyo objetivo es replantear su sentido, así como lo hiciera Marcel Duchamp con su ready-made.

Es en esta muestra en la que Kindi Llajtu rescata aquellos objetos tradicionales de su tierra putumayense, que se consideran piezas claves dentro de la concepción de la vida indígena.

“Para esta muestra quise presentar un objeto que tiene un significado muy importante dentro de los Inga. Es la canoa como símbolo de contenedor y transportador del hombre a través de los ríos, que son arroyos de conocimientos y de vida. Se puede decir que la canoa es una muestra de la cosmogonía de mi tierra que se trasporta por la mente de todo un país”, dijo Kindi Llajtu.

Son dos canoas las que Llajtu presenta en esta muestra. Una de ellas la obtuvo en un viaje que hizo por el Putumayo en donde lleva a cabo el proyecto Entretejiendo colores con el que imparte clases y charlas a los niños indígenas para que descubran en el arte una forma de expresar su visión del mundo. Cuando tuvo que transportarse de una comunidad a otra se topó con un anciano canoista quien le demostró el significado que tiene este instrumento para la comunidad.

“Al ver a este hombre experto y sabio montado en su canoa comprendí el valor que tiene ésta para la comunidad. Entendí que es una llevadora de vida y que sin ella la comunidad no podría comunicarse, lo que la haría menos llena de sabiduría”, afirmó Llajtu.

La segunda canoa es una pieza que Kindi Llajtu pintó y tejió como un símbolo de la resignificación de los objetos de la realidad. “El tejido y la pintura hacen parte de una intervención con la cual se redefine el significado de la canoa. El arte de tejer, propio de las mujeres, refleja como la canoa es un símbolo de la madre dadora de vida, que lleva a sus hijos como un sostén a través del río de la existencia. Lo importante es que la gente entienda esta obra como una redefinición de lo ya hecho y existente; quiero llevar al público a una nueva versión de la realidad a través del colorido de la cultura indígena”, concluyó Kindi Llajtu.