La ONU tapa el fraude de Karzai
Publico, Madrid, España
Cada vez hay menos argumentos que puedan sostener que las elecciones del 20 de agosto en Afganistán fueron una demostración de la supuesta democracia floreciente en el país. Según el diplomático norteamericano Peter Galbraith, Naciones Unidas está involucrada en el supuesto pucherazo del presidente afgano, Hamid Karzai. Hasta el miércoles, Galbraith era uno de los máximos representantes de la ONU en el país.
"Creo que es un mensaje espantoso que la ONU destituya a un alto funcionario porque está preocupado por el fraude en unas elecciones financiadas por la propia Organización", dijo Galbraith. El diplomático abandonó Afganistán el 15 de septiembre, desatando los rumores.
Pero no sólo la Comisión de Quejas tenía pruebas del fraude. También los observadores de la Unión Europea elevaron a un millón y medio los votos bajo sospecha, un cuarto del total escrutado. La mayoría, más de un millón, podrían ser favorables a Karzai. Las dudas sobre el pucherazo se acaban cuando Galbraith llega a afirmar que Eide "decidió apoyar a Karzai, que era el principal beneficiario del fraude".
El silencio de la ONU
Según The Guardian, Ban Ki-moon destituyó al norteamericano tras recibir las quejas de varios ministros de Karzai que le hicieron saber que no podían seguir trabajando con él.
"La corrupción del Gobierno es tan peligrosa como los talibanes"
Galbraith era partidario de denunciar los hechos, ya que "el principal objetivo de la ONU era conseguir unas elecciones libres, limpias y transparentes". Pero Eide no quería que se hablara, por ejemplo, "del número de votantes con los embajadores en Kabul, porque sabíamos que la participación en el sur era muy baja en comparación con el número de votos que se habían recogido en esas zonas". El general al mando de las operaciones de la OTAN, Stanley McChrystal, entregó un informe al Gobierno de EEUU en septiembre en el que afirmaba que "la corrupción del Gobierno afgano es tan peligrosa como los talibanes".
Las palabras de Galbraith refrendan esta idea, pero además confirman que Karzai sigue siendo el elegido de Occidente para gobernar un país en el que no se respeta ni el supuesto objetivo de la intervención militar que sufre: alcanzar la democracia.