La droga amazónica ayahuasca seduce a celebridades y psiquiatras en EEUU
AFP (Agencia France-Presse)
Los Ángeles, Estados Unidos. - Dominique era "cocainómana hasta el último grado" y fumaba dos paquetes de cigarrillos al día cuando descubrió la ayahuasca, una poción alucinógena originaria de la Amazonia: "Dejé todo de un día para otro sin esfuerzo".
Esta francoestadounidense de Los Ángeles es una de los miles de adeptos de esta bebida psicodélica que hace furor en Estados Unidos y que es objeto del interés de los investigadores en psiquiatría como potencial cura de las adicciones, la depresión o el síndrome postraumático.
Clasificada como droga dura por las autoridades sanitarias estadounidenses, la ayahuasca no está exenta de riesgos, especialmente porque es consumida en la clandestinidad, lo que abre las puertas a desviaciones.
Esta decocción de la liana Banisteriopsis caapi y de hojas de chacruna, preparada e ingerida según rituales chamánicos, goza desde hace unos diez años de una popularidad en aumento constante, especialmente en Silicon Valley y en Hollywood (California), donde varias estrellas, desde Sting hasta Lindsey Lohan, pasando por Paul Simon y Tori Amos, la han consumido y han contado su experiencia.
"Se cree erróneamente que son hippies con plumas en el pelo los que la toman, pero hay diseñadores de moda, actores, estilistas, empresarios, abogados...", afirma Jeff, un organizador de ceremonias. Su nombre y los de los consumidores han sido cambiados para mantener el anonimato.
"En un momento marcado por el consumismo y el entretenimiento, la gente busca experiencias espirituales fuertes", apunta Jeff.
De acuerdo con Dennis McKenna, profesor en el Centro de Espiritualidad de la Universidad de Minnesota (norte de Estados Unidos), "cada noche se realizan cerca de cien ceremonias en Nueva York, y esto seguramente se aplica también a Los Ángeles y San Francisco".
Pero es difícil saberlo con precisión debido al carácter ilícito de esta sustancia que contiene DMT (Dimetiltriptamina), un potente psicotrópico.
Los críticos se burlan de la manía por la ayahuasca, a la que ven simplemente como una moda como tantas para "volar".
Los adeptos dicen, a su vez, que la toman con precauciones tras varios meses de intervalo. Deben primeramente seguir una estricta "dieta" antes de participar en ceremonias que a menudo tienen lugar al aire libre, acompañadas de secuencias de meditación y de cantos tradicionales.
La ingestión de ayahuasca genera alucinaciones eufóricas: "Tuve la sensación de haber salido de mi cuerpo", cuenta Dominique. "Vi golondrinas rosa y violetas, formas geométricas verdes", completa Leonard, otro entusiasta de esta droga.
Pero otras visiones son más oscuras, incluso terroríficas, acompañadas generalmente de vómitos. Es lo que se llama la "purga". "En la selva se la considera un purificador", afirma Jeff.
Hay quienes dicen haber sufrido transformaciones radicales. "Dejé de fumar, comencé a meditar, a reconectarme con la naturaleza, me reconcilié con familiares", asegura Leonard.
Los efectos curativos potenciales de la ayahuasca interesan a cada vez más investigadores.
Es el caso de Jessica Nielson, del Centro de Lesiones Cerebrales de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), que comenzó a estudiar esta droga tras un viaje a Perú en el que vio cómo "dos personas afectadas por un síndrome postraumático parecieron totalmente curadas" tras una ingesta.
Nielson intenta obtener el permiso de la autoridad estadounidense de los medicamentos, la FDA, para realizar una prueba clínica pero el camino se anuncia difícil al tratarse de una droga "dura", si bien psicotrópicos como el MDMA o el LSD están siendo empleados en psiquiatría.
Charles Grob, docente del Departamento de Psiquiatría del Centro Médico Harbor-UCLA de Los Angeles, considera que "vale la pena estudiar estas pistas". "La medicina occidental tiene dificultades para tratar las adicciones a las drogas y al alcohol", dice este médico, que participó en una investigación sobre la ayahuasca 20 años atrás.
Si en Estados Unidos las investigaciones se ven frenadas por cuestiones jurídicas, en otras partes del mundo se multiplican, sobre todo en Brasil, donde la ayahuasca es legal -al igual que en México, Perú o Colombia- y en España, donde existe un vacío jurídico.
Grob cita en especial "un estudio piloto llevado a cabo en Brasil sobre personas que sufren de depresión crónica y no reaccionan bien a los antidepresivos. Los resultados preliminares son positivos".
La ayahuasca puede sin embargo ser peligrosa, sobre todo para quienes toman antidepresivos, padecen problemas cardíacos o psicóticos, los epilépticos y los asmáticos.
"Hay que asegurarse de que las personas sean física y mentalmente capaces de soportarla", explica Jeff. Si se toman estas precauciones "no es peligroso".
La popularidad de esta planta, que algunos compran por internet, también atrae a charlatanes, admiten expertos como Jeff y McKenna.
Y puede generar dramas, ya que esta droga suscita trances eufóricos y también fases depresivas y -aunque más raramente- crisis de pánico y paranoia. En Perú, donde el turismo de la ayahuasca es masivo, se han denunciado agresiones, en especial sexuales. También en ese país un británico fue asesinado a puñaladas por un canadiense al término de una ceremonia hace un año.
"Lo que se necesita es mayor investigación", concluye Mark Barad, siquiatra de la UCLA.
Clasificada como droga dura por las autoridades sanitarias estadounidenses, la ayahuasca no está exenta de riesgos, especialmente porque es consumida en la clandestinidad, lo que abre las puertas a desviaciones.
Esta decocción de la liana Banisteriopsis caapi y de hojas de chacruna, preparada e ingerida según rituales chamánicos, goza desde hace unos diez años de una popularidad en aumento constante, especialmente en Silicon Valley y en Hollywood (California), donde varias estrellas, desde Sting hasta Lindsey Lohan, pasando por Paul Simon y Tori Amos, la han consumido y han contado su experiencia.
"Se cree erróneamente que son hippies con plumas en el pelo los que la toman, pero hay diseñadores de moda, actores, estilistas, empresarios, abogados...", afirma Jeff, un organizador de ceremonias. Su nombre y los de los consumidores han sido cambiados para mantener el anonimato.
"En un momento marcado por el consumismo y el entretenimiento, la gente busca experiencias espirituales fuertes", apunta Jeff.
- Cien ceremonias por noche en Nueva York -
De acuerdo con Dennis McKenna, profesor en el Centro de Espiritualidad de la Universidad de Minnesota (norte de Estados Unidos), "cada noche se realizan cerca de cien ceremonias en Nueva York, y esto seguramente se aplica también a Los Ángeles y San Francisco".
Pero es difícil saberlo con precisión debido al carácter ilícito de esta sustancia que contiene DMT (Dimetiltriptamina), un potente psicotrópico.
Los críticos se burlan de la manía por la ayahuasca, a la que ven simplemente como una moda como tantas para "volar".
Los adeptos dicen, a su vez, que la toman con precauciones tras varios meses de intervalo. Deben primeramente seguir una estricta "dieta" antes de participar en ceremonias que a menudo tienen lugar al aire libre, acompañadas de secuencias de meditación y de cantos tradicionales.
- Golondrinas violetas -
La ingestión de ayahuasca genera alucinaciones eufóricas: "Tuve la sensación de haber salido de mi cuerpo", cuenta Dominique. "Vi golondrinas rosa y violetas, formas geométricas verdes", completa Leonard, otro entusiasta de esta droga.
Pero otras visiones son más oscuras, incluso terroríficas, acompañadas generalmente de vómitos. Es lo que se llama la "purga". "En la selva se la considera un purificador", afirma Jeff.
Hay quienes dicen haber sufrido transformaciones radicales. "Dejé de fumar, comencé a meditar, a reconectarme con la naturaleza, me reconcilié con familiares", asegura Leonard.
Los efectos curativos potenciales de la ayahuasca interesan a cada vez más investigadores.
Es el caso de Jessica Nielson, del Centro de Lesiones Cerebrales de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), que comenzó a estudiar esta droga tras un viaje a Perú en el que vio cómo "dos personas afectadas por un síndrome postraumático parecieron totalmente curadas" tras una ingesta.
Nielson intenta obtener el permiso de la autoridad estadounidense de los medicamentos, la FDA, para realizar una prueba clínica pero el camino se anuncia difícil al tratarse de una droga "dura", si bien psicotrópicos como el MDMA o el LSD están siendo empleados en psiquiatría.
Charles Grob, docente del Departamento de Psiquiatría del Centro Médico Harbor-UCLA de Los Angeles, considera que "vale la pena estudiar estas pistas". "La medicina occidental tiene dificultades para tratar las adicciones a las drogas y al alcohol", dice este médico, que participó en una investigación sobre la ayahuasca 20 años atrás.
- Potencialmente peligrosa -
Si en Estados Unidos las investigaciones se ven frenadas por cuestiones jurídicas, en otras partes del mundo se multiplican, sobre todo en Brasil, donde la ayahuasca es legal -al igual que en México, Perú o Colombia- y en España, donde existe un vacío jurídico.
Grob cita en especial "un estudio piloto llevado a cabo en Brasil sobre personas que sufren de depresión crónica y no reaccionan bien a los antidepresivos. Los resultados preliminares son positivos".
La ayahuasca puede sin embargo ser peligrosa, sobre todo para quienes toman antidepresivos, padecen problemas cardíacos o psicóticos, los epilépticos y los asmáticos.
"Hay que asegurarse de que las personas sean física y mentalmente capaces de soportarla", explica Jeff. Si se toman estas precauciones "no es peligroso".
La popularidad de esta planta, que algunos compran por internet, también atrae a charlatanes, admiten expertos como Jeff y McKenna.
Y puede generar dramas, ya que esta droga suscita trances eufóricos y también fases depresivas y -aunque más raramente- crisis de pánico y paranoia. En Perú, donde el turismo de la ayahuasca es masivo, se han denunciado agresiones, en especial sexuales. También en ese país un británico fue asesinado a puñaladas por un canadiense al término de una ceremonia hace un año.
"Lo que se necesita es mayor investigación", concluye Mark Barad, siquiatra de la UCLA.