AFP (Agencia France-Presse)
LISBOA. - La familia Espirito Santo, última dinastía de banqueros portugueses fundada en el siglo XIX, es protagonista de un escándalo tras descubrirse irregularidades contables en su holding principal, Espirito Santo International.
El grupo es a la vez banquero y asegurador, pero también está presente en el sector inmobiliario, el turismo e incluso la salud en cinco continentes, a través de un conglomerado de centenares de empresas.
Este es el conglomerado Espirito Santo:
- A la cabeza se encuentra la familia mediante Espirito Santo Control. Ese holding posee Espirito Santo International (ESI), que a su vez controla Rioforte, ambos con sede en Luxemburgo.
Fue en el ESI, que pidió el 18 de julio a la justicia en Luxemburgo acogerse a un régimen de gestión controlada, donde se revelaron irregularidades contables a finales de mayo, que causaron los problemas del grupo en su conjunto.
ESI no pudo pagar a sus acreedores de títulos de deuda en Suiza a principios de julio.
El holding Rioforte controla divisiones no financieras del grupo familiar, en particular en el sector inmobiliario, la hostelería y los servicios sanitarios, en Europa, Sudamérica o África.
Rioforte posee igualmente el 49% del capital de Espirito Santo Financial Group (ESFG), a través de un holding intermediario, Espirito Santo Irmaos. También está presente en la banca y el sector seguros, y es el primer accionista de Banco Espirito Santo (BES).
El banco es la joya del grupo. Con 788 agencias y más de 10.000 colaboradores en todo el mundo, el BES es el primer banco en términos bursátiles en Portugal. El holding Espirito Santo Financial Group tiene el 20,1%.
El BES perdió 517,6 millones de euros en mayo, pero la entidad, muy presente en la África lusófona, en Brasil y España, obtuvo un beneficio de 21,9 millones de euros.
Desde principios de año la capitalización bursátil del BES se fundió hasta perder la mitad y situarse en 2.300 millones de euros.
La historia de la dinastía Espirito Santo, última familia de los banqueros portugueses, empieza en 1869 con la creación de una casa de cambio en Lisboa que con el tiempo se convirtió en el banco Espirito Santo.
Tras la caída de la dictadura en 1975, el banco fue nacionalizado. Varios miembros de la familia se exiliaron, en particular en Brasil, Suiza o Gran Bretaña, para reconstruir su imperio.
En 1991 el banco fue privatizado de nuevo y reconquistado por la familia Espirito Santo en particular gracias a una alianza con el francés Crédit Agricole que acabó en mayo pasado.
Cinco ramas de la familia se dividen el grupo en la actualidad, pero los sobresaltos que vive podrían representar el fin de ese imperio de 150 de años de antigüedad.