Página 12, Argentina
Los intérpretes explican el sentido de la pieza teatral Tango turco, que sigue la historia del insensato viaje emprendido por una pareja de cantores. “La clave temática es la pasión, o más bien, la destrucción de la pasión”, coinciden.
Escrita hace un año por el santafesino Rafael Bruza, Tango turco es una obra que retoma algunas de las obsesiones del autor de El clásico binomio y Rotos de amor: el destino de los artistas trashumantes y el arte popular, la posibilidad de vivir de las propias pasiones y, muy especialmente, la pervivencia del amor. Dirigida por Lorenzo Quinteros e interpretada por Claribel Medina, Víctor Laplace y el propio Bruza, la obra acaba de subir a escena en la sala María Guerrero del teatro Cervantes. Es la historia del insensato periplo que emprende una pareja de cantores de tango (Medina y Laplace) que, habiendo asesinado a un hombre en Buenos Aires –el marido de ella– se ve obligada a recorrer el mundo. No tanto para encontrar un público para su arte sino principalmente para hallar un sitio donde la culpa deje de obsesionarlos. Al guitarrista, un libanés que también tiene asuntos de peso en la conciencia (interpretado por el propio autor) lo encontraron en España y, a pesar de las dificultades lingüísticas del caso, lo sumaron al proyecto ambulante. En la puesta todos cantan: fragmentos de “Mi noche triste”, “Anclado en París”, “Chorra”, “La fulana”, “Pasional”...y hasta una milonguita de nombre desconocido que Laplace escuchaba en los bailes de Carnaval de su Tandil natal.
“Los personajes parecen afectados por un pecado original –afirma Bruza en la entrevista con Página/12, junto a sus compañeros de elenco–, porque todos sienten que deben lavar algo, ya sea por haber asesinado o por haber abandonado a su familia”, explica en relación a los móviles del viaje. En cuanto al asunto que la pieza aborda, el autor considera que la clave temática es la pasión, o más bien, la destrucción de la pasión: “¿Cómo es que aquello que fue enorme en la vida de alguien y que dio sentido a todo en un preciso momento, se degrade con el tiempo y se gaste para siempre?”, se pregunta. Según relata Bruza, el objetivo de la obra fue tomar como punto de partida a este singular trío para hacer foco sobre “la ceguera que desata la pasión e intentar una reflexión sobre el amor”.