La lucha del cine iberoamericano por llegar a su público
AFP (Agencia France-Presse)
Cannes, Francia. - El cine iberoamericano no competirá este año por la Palma de Oro de Cannes, una mala noticia para una región que está no obstante en plena efervescencia y más que nunca movilizada en conquistar a su público.
Ausente de la máxima competición por cuestiones de "coyuntura", según el delegado general del Festival, Thierry Frémaux, Iberoamérica sí estará presente con siete películas en otras secciones destacadas.
Como la mayoría de industrias cinematográficas que luchan por hacerse un hueco en las salas invadidas por Hollywood, Iberoamérica depende en gran medida de su proyección en vitrinas internacionales como el Festival de Cannes.
"El cine es cada vez más una auténtica guerra", resumió el cineasta español Álex de la Iglesia, en la última edición del festival de Berlín.
"Todos sabemos quién nos crea una competencia desleal en términos económicos y de territorio. Y la única manera de salir vivos es aliarse", añadió el director de "El día de la bestia", en un coloquio entre cineastas.
Las cifras hablan por sí solas: el 94% de las películas que se exhiben en la región son estadounidenses, 3% son nacionales y otro 3%, del resto del mundo, según Ricardo Giraldo, director de Cinema23, plataforma que promueve el cine iberoamericano.
En España, la cuota de cine nacional es de 20,2%, en Brasil, de 14,3%, en Argentina, de 10,7%, en Chile de 8,9% y en México, de 5,18%, según el Anuario de Cine Iberoamericano de 2015, elaborado con el apoyo de la Fundación Euroamérica.
"Con un bombardeo de promoción tan brutal por parte de Hollywood, queda muy poco espacio para que el público se de cuenta de lo que se hace localmente o en el país vecino", afirma Giraldo.
Sin embargo, los esfuerzos de los últimos años - en muchos casos de financiación pública - empiezan a dar sus frutos: Brasil aumentó fuertemente este año su presencia en los festivales europeos, Colombia fue el invitado de honor en el festival de Clermont Ferrand - la mayor cita de cortometrajes del mundo -, y en Chile directores como Pablo Larraín y Sebastián Lelio pisan cada vez más fuerte.
Una de las claves es sin duda las coproducciones entre países, como es el caso de la mayoría de películas latinoamericanas seleccionadas en Cannes.
Entre ellas, "La cordillera", de Santiago Mitre, fue coproducida por Argentina, España y Francia; "La familia", de Gustavo Rondón, por Venezuela, Chile y Noruega, y "La novia del desierto", por Argentina y Chile.
"Todas las películas de habla hispana deberían en realidad ser una coproducción", dijo Álex de la Iglesia, cuya última película, "El Bar", fue coproducida por Argentina.
"Si no lo son, es porque el mecanismo es muy complejo", dijo.
En 2015, el cine iberoamericano estrenó 791 películas. De estas, España coprodujo 54, Argentina, 34, Brasil, 17, y tanto Chile como México, 16, según el Anuario.
Para Daniel Chabannes, director de la distribuidora francesa Epicentre Films que ha coproducido “Olmo y la gaviota”, de la brasileña Petra Costa, una de las ventajas de las coproducciones es que "permiten llevar" la película "a cada país" que participó en la financiación.
Cinema23 es también un claro ejemplo de la creciente cooperación: fundada hace casi cinco años, cuenta con más de 800 integrantes, entre ellos cineastas y actores como Alejandro González Iñárritu, Pablo Larraín, Alfonso Cuarón, Ricardo Darín, Maribel Verdú y Cecilia Roth.
La plataforma creó los Premios Fénix, una especie de "Óscar iberoamericanos", que este año celebrará su cuarta edición.
Giraldo defiende además la creación de un "star system" iberoamericano.
"No importa que la gente trabaje en otros lados, de todas formas se formó acá y muchos regresan. Allá pueden tener más opciones a nivel industrial pero acá encuentran ciertas libertades creativas", afirma en alusión a Hollywood.
Para el director de Cinema23, lo que distingue a ambos cines es fundamentalmente que "aquí no hay un gran estudio detrás que te imponga esta o esa combinación de actores o una escena determinada cada ocho minutos. Aquí es cine de autor".
Como la mayoría de industrias cinematográficas que luchan por hacerse un hueco en las salas invadidas por Hollywood, Iberoamérica depende en gran medida de su proyección en vitrinas internacionales como el Festival de Cannes.
"El cine es cada vez más una auténtica guerra", resumió el cineasta español Álex de la Iglesia, en la última edición del festival de Berlín.
"Todos sabemos quién nos crea una competencia desleal en términos económicos y de territorio. Y la única manera de salir vivos es aliarse", añadió el director de "El día de la bestia", en un coloquio entre cineastas.
Las cifras hablan por sí solas: el 94% de las películas que se exhiben en la región son estadounidenses, 3% son nacionales y otro 3%, del resto del mundo, según Ricardo Giraldo, director de Cinema23, plataforma que promueve el cine iberoamericano.
En España, la cuota de cine nacional es de 20,2%, en Brasil, de 14,3%, en Argentina, de 10,7%, en Chile de 8,9% y en México, de 5,18%, según el Anuario de Cine Iberoamericano de 2015, elaborado con el apoyo de la Fundación Euroamérica.
"Con un bombardeo de promoción tan brutal por parte de Hollywood, queda muy poco espacio para que el público se de cuenta de lo que se hace localmente o en el país vecino", afirma Giraldo.
Sin embargo, los esfuerzos de los últimos años - en muchos casos de financiación pública - empiezan a dar sus frutos: Brasil aumentó fuertemente este año su presencia en los festivales europeos, Colombia fue el invitado de honor en el festival de Clermont Ferrand - la mayor cita de cortometrajes del mundo -, y en Chile directores como Pablo Larraín y Sebastián Lelio pisan cada vez más fuerte.
- Coproducciones -
Una de las claves es sin duda las coproducciones entre países, como es el caso de la mayoría de películas latinoamericanas seleccionadas en Cannes.
Entre ellas, "La cordillera", de Santiago Mitre, fue coproducida por Argentina, España y Francia; "La familia", de Gustavo Rondón, por Venezuela, Chile y Noruega, y "La novia del desierto", por Argentina y Chile.
"Todas las películas de habla hispana deberían en realidad ser una coproducción", dijo Álex de la Iglesia, cuya última película, "El Bar", fue coproducida por Argentina.
"Si no lo son, es porque el mecanismo es muy complejo", dijo.
En 2015, el cine iberoamericano estrenó 791 películas. De estas, España coprodujo 54, Argentina, 34, Brasil, 17, y tanto Chile como México, 16, según el Anuario.
Para Daniel Chabannes, director de la distribuidora francesa Epicentre Films que ha coproducido “Olmo y la gaviota”, de la brasileña Petra Costa, una de las ventajas de las coproducciones es que "permiten llevar" la película "a cada país" que participó en la financiación.
- Los "Óscar iberoamericanos" -
Cinema23 es también un claro ejemplo de la creciente cooperación: fundada hace casi cinco años, cuenta con más de 800 integrantes, entre ellos cineastas y actores como Alejandro González Iñárritu, Pablo Larraín, Alfonso Cuarón, Ricardo Darín, Maribel Verdú y Cecilia Roth.
La plataforma creó los Premios Fénix, una especie de "Óscar iberoamericanos", que este año celebrará su cuarta edición.
Giraldo defiende además la creación de un "star system" iberoamericano.
"No importa que la gente trabaje en otros lados, de todas formas se formó acá y muchos regresan. Allá pueden tener más opciones a nivel industrial pero acá encuentran ciertas libertades creativas", afirma en alusión a Hollywood.
Para el director de Cinema23, lo que distingue a ambos cines es fundamentalmente que "aquí no hay un gran estudio detrás que te imponga esta o esa combinación de actores o una escena determinada cada ocho minutos. Aquí es cine de autor".