La mujer flor de Dior traslada las pasarelas parisinas a una isla
AFP (Agence France-Presse)
PARÍS, Gersende Rambourg, (AFP) - Con sus mujeres flor que, con cortísimos vestidos de verano, parecen perdidas en una base naval del pacífico sur, en un Hawai al estilo Hollywood, John Galliano para Dior trasladó el viernes la semana de la moda parisina a una isla exótica repleta de vitaminas.
Finalmente, las luces se apagan en la tienda efímera levantada en los jardines de las Tuileries de París. Suena el ruido de las olas y del viento que se levanta. Y de repente, bajo un sol radiante, aparece Karlie Kloss, imagen de la marca, luciendo una parka blanca, un vestido de algodón violeta y verde limón y unos botines con los tobillos de punto, como si fueran calcetines.
Sus pómulos pintados con un color rosa vivo y su aire decidido contrastan con su ropa relajada y su gorro blanco de marinero. Al llegar a la multitud de fotógrafos, saluda como un soldado.
Detrás de ella aparece una cuarentena de figuras idénticas, con pelucas onduladas como Veronica Lake, gafas de sol de estrellas del cine de los sesenta y collares de flores exóticas. Abunda el algodón y los pantalones de tela con dos filas de botones delante, al estilo marinero.
Para marcar el contraste masculino-femenino, Galliano utiliza una chaqueta de cuero sobre un vestido corto de volantes malva y otra chaqueta sobredimensionada de algodón, con piezas de cuero en los codos, que abriga un vestido de seda violeta con aspecto de camiseta ligera para dormir.
Unos pantalones cortísimos se abren paso entre numerosos e impertinentes vestidos de volantes. Los violetas y los rosas fucsia, que tanto le gustan al diseñador, se mezclan con el naranja, el verde limón o el amarillo.
El jardín de flores presentado en julio durante el desfile de Dior sirve de hilo conductor, recuerda el presidente Sidney Toledano.
"Encontramos de nuevo el mismo universo floral pero un poco más lejos, en Polinesia", bromea, en declaraciones a la AFP, a la vez que insiste en la "energía" y la "creatividad" de John Galliano, cuando las malas lenguas le reprochan estos últimos tiempos estar estancado.
"Sólo hay colores, ni un vestido negro", hace saber Toledano, a quien le gustan en particular los vestidos pimpantes y las alpargatas de tacones reinventadas por el estilista.
Galliano cierra el desfile por todo lo alto. Entre una espesa bruma, el diseñador surge en capitán del navío, con un cigarillo entre los labios. Lo tira al suelo, lo apaga con sus pies, avanza con una sonrisa, con largas trenzas y bigote, y posa moviendo las caderas para los fotógrafos.