La postura de Moscú y Washington sobre Siria no tiene puntos de coincidencia
RIA Novosti, Rusia
MOSCÚ. - Dos viceministros de Asuntos Exteriores de Rusia, Mijaíl Bogdánov y Guennadi Gatílov, se entrevistaron el pasado 8 de junio en Moscú con el asesor especial del Departamento de Estado de EEUU para Siria, Frederick Hoof, y el embajador de Estados Unidos en Rusia, Michael McFaul.
La idea de convocar una conferencia para Siria fue formulada por Rusia el pasado jueves, día 7 de junio, en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, donde se celebraron “intensas batallas diplomáticas” sobre el problema sirio. Sin embargo, hubo resultados aparentes.
En el país a lo largo de más de un año se han ido produciendo enfrentamientos armados entre las tropas gubernamentales y las fuerzas de la oposición. De acuerdo con los datos de la ONU, el número total de víctimas entre civiles y militares supera las 12.000 personas.
El nuevo plan de Kofi Annan
El enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, Kofi Annan, que intervino el pasado jueves en la reunión del Consejo de Seguridad, formuló una nueva iniciativa para el arreglo de la situación en Siria. Propuso crear un “grupo de contacto” integrado por los países capaces de ejercer una influencia real en alguno de los bandos enfrentados en el país.
En opinión de Annan, Irán podría hacer un importante aporte a la solución del problema en caso de participar en este grupo. Teherán no tiene nada en contra de dicha propuesta, señaló el embajador de la República Islámica ante la ONU, Mohamed Hazai.
Rusia, por su parte, también apoya esta iniciativa. El embajador de Rusia ante la ONU, Vitali Churkin, señaló al respecto que “la propuesta de Moscú de convocar una conferencia internacional para Siria es muy similar al plan de Kofi Annan de crear un grupo de contacto”.
Pero la idea difícilmente se pondrá en práctica, dado que Estados Unidos se muestra tajantemente en contra de la incorporación de Irán al proceso de paz sirio. La embajadora de EEUU ante la ONU, Susan Rice, opina que precisamente Teherán “está creando actualmente problemas en Siria” y “apoya de una manera activa al Gobierno sirio en sus actos de violencia”.
En estos momentos, de acuerdo con el antiguo plan de paz formulado por Kofi Annan, en Siria permanecen 300 militares y más de 70 observadores civiles de la ONU. Su presencia no fomenta la seguridad en el país, donde a manos de las tropas gubernamentales y las fuerzas de la oposición todos los días pierden la vida decenas de personas.
Así, el pasado 7 de junio se supo sobre una nueva masacre cometida en el pueblo de Kudair. Los monitores de la ONU al acudir al lugar de la tragedia fueron atacados por unos desconocidos y forzados a volver a la capital. La oposición culpa del derramamiento de sangre al Ejército sirio, y Damasco responsabiliza a los terroristas, que pretenden estropear el plan de arreglo.
Buscando al culpable
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon manifestó que los nuevos actos de violencia en Siria “podrían equipararse a crímenes de lesa humanidad” y llamó al Consejo de Seguridad a “pensar al unísono”. En el lenguaje diplomático esta declaración quiere decir que Rusia y China, siendo miembros permanentes de Consejo de Seguridad deberían dejar de vetar las resoluciones dirigidas contra el régimen de Bashar Al-Assad.
Ocurre que, a diferencia de los países occidentales, que no dudan en achacar toda la culpa del conflicto al actual presidente sirio, Moscú responsabiliza de la violencia a ambos bandos, y de hecho sigue salvando a un régimen al que le dio la espalda no solo Occidente, sino casi todos los países árabes.
Según el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Mijaíl Bogdánov, Rusia considera el plan de Kofi Annan como “la principal y única herramienta de asistencia por parte de la comunidad internacional a las partes contrincantes en el cese del derramamiento de sangre y la confrontación y el inicio de un arreglo político”. Moscú, al mismo tiempo, se muestra dispuesta a introducir en el plan enmiendas acordadas por el Consejo de Seguridad de la ONU.
La postura de la Liga Árabe es más afín a la de Occidente que a la rusa. El secretario general de la Organización, Nabil Elaraby, exhortó a la comunidad internacional a “presionar” a las autoridades sirias para conseguir que cumplan el plan de paz. Dicho llamamiento fue respaldado por algunos países occidentales. Al mismo tiempo, el diplomático egipcio se pronunció en contra de la intervención militar en Siria.
Una conferencia sin posibilidades de acuerdo
La idea de Moscú de convocar una conferencia internacional presenta cierto interés, pero parece escasamente realizable en las actuales condiciones políticas. En primer lugar, porque para poner el plan en práctica habría que conseguir que representantes de las partes contrincantes acepten sentarse a la mesa de las negociaciones.
Mientras tanto, altos cargos en Estados Unidos, Francia y otros países europeos abierta y públicamente se refieren al régimen de Al-Assad como ilegítimo y abogan por que el presidente sirio renuncie por su propia voluntad al poder.
Esta postura es apoyada por las fuerzas de la oposición siria en el extranjero y por casi todo el mundo árabe. Moscú, aunque anuncia no estar apoyando “al régimen de Al-Assad, sino luchando por la estabilidad en el país”, está prestando ayuda política y económica a Damasco. Si no fuera por Rusia, Bashar Al-Assad hace tiempo ya que no estaría al mando de su país.
Entre los importantes agentes geopolíticos que se solidarizan con Rusia están China e Irán. Será por eso por lo que Estados Unidos optó por enviar a Moscú a dos emisarios encargados de una delicada misión.
De modo que la propuesta de Kofi Annan sobre la creación de un grupo de contacto parece más realista: no precisa de la participación de todos los agentes importantes, sino de los imprescindibles. Además, para poder ponerse de acuerdo en los asuntos clave, habría que elaborar primero posturas comunes.
Recordemos que la idea de Moscú de convocar una conferencia para el arreglo pacífico en Oriente Próximo nunca se ha puesto en práctica a causa de unas actitudes demasiado dispares de los principales actores mundiales y regionales. Dicho sea de paso, una conferencia convocada en noviembre de 2007 por iniciativa del entonces presidente de Estados Unidos, George Bush hijo, y dedicada al arreglo palestino-israelí fue un completo fracaso.