Las anchoas: Cuestión de procedencia
El Periódico de Catalunya, Barcelona
Este año, según sea el mar, así le ha ido a la anchoa. En el Cantábrico, y por cuarto año consecutivo, se ha mantenido el descanso biológico, un enunciado que evita la palabra veda. Es el resultado de un descenso espectacular en las capturas de anchoas: 80.000 toneladas en los años 60, 30.000 en la década de los 70, 20.000 en los 80 y 1.500 en la ultima temporada, que se suspendió, solo iniciarse, ante la magnitud de la catástrofe. Este verano, al no estar garantizada la supervivencia de la especie, se ha continuado con la veda.
Este año en el Mediterráneo catalán, por el contrario, la pesca de la anchoa ha sido buena. Los patrones dicen que siempre que llueve mucho y hay aporte de agua dulce al mar, la pesca es generosa. Se comenzó vendiendo en la lonja a 50 euros la caja de 11 kilos, para llegar a los ocho euros. La razón de este descenso de precio hay que buscarla en que la mayoría de grandes marcas de salazones ya tenían los contratos firmados en Suramérica.
La parte positiva, la que favorece al consumidor, es el precio, bastante asequible. Con las anchoas frescas se pueden preparar cazuelas sencillas, y con las saladas uno de los mejores aperitivos.
Unas anchoas de L’Escala, con pan con tomate, más una copa de cava, servidas a las doce de la mañana, deberían declararse como un sacramento laico.