Las milicias kurdas sirias y el doble rasero de Estados Unidos

DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)

Estambul. - El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, es conocido por sus emotivos discursos, pero en uno sonó mucho más enfadado de lo habitual; poco antes de la ofensiva lanzada contra las milicias kurdas sirias Unidades de Protección Popular (YPG), en el noroeste del país vecino, señaló: "Nos corresponde ahogar a este ejército terrorista antes incluso de que haya nacido".

El trasfondo de esas declaraciones eran los planes de la coalición internacional dirigida por Estados Unidos en Siria de crear una fuerza para proteger la frontera turco-siria, que incluía a las milicias kurdas YPG. Con ello, Washington legitimaría como unidad militar a una milicia considerada terrorista por Turquía -por sus vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) turco- y le encomendaría funciones nada menos que a sus puertas.
Ya antes Ankara había hecho oir sus amenazas, pero quizá fueron esos planes el desencadenante -o la excusa, según los críticos- de la incursión terrestre de las tropas turcas en la región de Afrin, en el noroeste de Siria, el pasado domingo.
De nada sirvió que el Gobierno estadounidense diera marcha atrás después de que la coalición anunciara sus planes. El Departamento de Estado en Washington aseguró que nadie tenía la intención de formar una "fuerza de protección de fronteras", sino que se trataba de una "fuerza de seguridad interna" para luchar contra la milicia terrorista Estado Islámico (EI).
Pero desde el punto de vista de Ankara, el daño ya estaba hecho.
Estados Unidos lleva tiempo ejerciendo una politica de doble rasero en el norte de Siria. Ningún miembro de la coalición internacional contra el EI que dirige Estados Unidos, a excepción de Turquía, quería enviar tropas terrestres a luchar contra la milicia, una peligrosa tarea que le encomendó a las Unidades de Protección Popular.
Ello permitió que esas milicias sirio-kurdas no sólo obtuvieran reconocimiento internacional, sino también armas de Estados Unidos. Armas que Turquía temía que un día pudieran utilizarse contra su país. 
Porque para Turquía, las YPG son explosivas: son la rama armada del Partido Democrático de Siria (PYD), que quiere establecer un Estado kurdo propio en el norte de ese país árabe. A su vez, el PYD está estrechamente vinculado al PKK turco, prohibido y considerado terrorista por Ankara.
Los gobiernos de Europa y Estados Unidos han eludido esa conexión, accediendo al menos indirectamente a cooperar con un grupo al que consideraban terrorista para combatir (presuntamente, ya que muchos en Siria e Irak consideran que el estado islámico es una creación estadounidense para justificar su presencia militar) a otro visto como más peligroso, el Estado Islámico. Porque también Washington y la Unión Europea (UE) consideran terrorista al PKK.
Aún más cuestionable resulta todo cuando queda en evidencia que son los mismos combatientes los que combaten para el PKK o para las YPG, según las necesidades del momento. De ahí que un mismo combatiente es un terrorista a ojos de Estados Unidos cuando lucha en el lado turco de la frontera, pero es un aliado si la cruza y pasa a territorio sirio.
Una miliciana kurda con el nombre de combate de Zind Ruken ya dijo en 2015 al "Wall Street Journal": "A veces soy PKK, a veces soy PJAK (la rama iraní del PKK), a veces soy YPG. No importa. Todos son miembros del PKK".
El "think tank" Atlantic Council maneja datos de las YPG que señalan que casi la mitad de sus combatientes caídos en combate entre enero de 2013 y enero de 2016 eran kurdos de Turquía.
Esa conexión entre las YPG y el PKK no justifica una incursión militar en Siria, aunque para Turquía parece motivo suficiente. Porque aunque el PKK no cometa actos terroristas en Europa, su rama escindida Halcones de la Libertad del Kurdistán (TAK) reivindicó sangrientos atentados en Ankara y Estambul en los que decenas de personas murieron, entre ellas muchos civiles.


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