AFP (Agencia France-Presse)
Lima, Perú. - Los padres de José Carlos integraron el grupo armado Sendero Luminoso y, aunque es algo que no lo enorgullece, prefiere romper su anonimato para escribir un libro donde sugiere el perdón para quienes la sociedad considera una agrupación terrorista.
'Los Rendidos, sobre el don de perdonar' es el título del poderoso relato de José Carlos Aguëro del que todos los medios hablan y donde éste comparte sus reflexiones sobre el enfrentamiento que desató Sendero Luminoso (SL) entre 1980-2000, durante el cual sus padres murieron a manos de fuerzas de seguridad.
"He escrito sobre un tema tabú y complicado en Perú. He escrito sobre el perdón", dijo a la AFP Agüero, un historiador que a sus 40 años decidió revelar su origen filial tras pasar más de la mitad de su vida guardando en reserva que sus padres fueron partícipes de los años de plomo en el país.
Agüero considera que "en el Perú hemos heredado una cultura política muy dura, que nos impide aceptar el perdón. Eso es una herencia de la guerra", acota sobre el conflicto que dejó más de 69.000 víctimas, según estableció una Comisión de la Verdad y Reconciliación en 2003.
"Hay demasiado silencio alrededor de lo que hemos vivido, una etapa de horror, una guerra acompañada de impunidad y de evasión que nos impide mirar y mirarnos realmente como peruanos y como sociedad", resume Agüero sobre esa etapa del país.
El conflicto dejó un país fragmentado, con 15.000 desaparecidos según reportes de la fiscalía y del Comité Internacional de la Cruz Roja.
Hace una semana una misión de la ONU del grupo de Desapariciones Forzadas visitó Perú y concluyó que la población aún está dividida y que la reconciliación es todavía lejana.
- El horror de Sendero -
El relato de Agüero le ha dado cara por primera vez a los hijos de 'senderistas': "Mi libro pone en evidencia una voz de un grupo de personas, de gente que ha sufrido las secuelas físicas y mentales de lo que vivieron durante el conflicto y que cargan con el problema de construir una identidad".
Agüero discrepa con lo que hicieron sus padres pero no está avergonzado de ellos, y los califica como "luchadores sociales, gente de izquierda formada (ideológicamente) en la década de 1960".
Sus palabras reflejan resignación: "Sé el horror que significó para mucha gente humilde el accionar de Sendero Luminoso, así como los efectos que ello generó. Mis padres formaron parte de eso. De eso no puedo estar orgulloso", admite José Carlos, el segundo de tres hermanos. Tampoco cree que el accionar de SL dejara algo positivo.
"No creo que nada que haya generado tanta barbarie vaya a sumar mucho", acota sobre las acciones de esta agrupación, cuyos cruentos métodos de tierra arrasada en las empobrecidas comarcas andinas que no colaboraban con ellos le valieron ser comparados con el Jemer Rojo de Pol Pot en Camboya.
Agüero se deslinda de la violencia porque "no hay motivos suficientes para que la intención de cambiar la sociedad sea asumida con el derecho a la violencia. Ese es el gran fracaso de mis padres, que eran buenas personas".
El historiador pone el dedo en la llaga cuando subraya que "la guerra fue tan miserable, que no dejó en claro cuál era el campo de los inocentes, de las víctimas", en tácita alusión a los militares que destruyeron comarcas y mataron extrajudicialmente a decenas de campesinos por sospechar que cooperaban con la guerrilla.
La Comisión de la Verdad señaló que SL fue el mayor perpetrador de violaciones a los derechos humanos seguido de los militares, y denunció la existencia de 4.000 fosas comunes.
Las dificultades en Perú para procesar el conflicto se reflejan en el rechazo de los militares al Lugar de la Memoria, un museo que debería servir para recordar esos años de terror, pero que permanece semivacío desde 2014.