Los cambios de la Primavera Árabe alimentan el auge del islamismo radical
AFP (Agencia France-Presse)
TÚNEZ. - El auge de los combatientes extranjeros en Siria, el tráfico de armas transnacional en el norte de África y la guerra abierta en Malí son la prueba de que los islamistas radicales han ampliado su campo de acción, aprovechando los cambios provocados por la Primavera Árabe, según el análisis de expertos y diplomáticos.

La secretaria norteamericana de Estado, Hillary Clinton confirmó este análisis el miércoles en el congreso de Estados Unidos, donde explicó las circunstancias del ataque en septiembre contra el consulado de Estados Unidos en Bengasi (Libia).
"Las revoluciones árabes han alterado el equilibrio de fuerzas en toda la región y la inestabilidad en Malí ha creado un refugio para terroristas que buscan extender su influencia y perpetrar más ataques", aseguró.
Moscú va todavía más lejos y señala con el dedo desde hace meses la intervención occidental en Libia, que considera la causante del auge del islamismo radical.
"Los actos de terrorismo son casi diarios, las armas se extienden sin el menor control, la infiltración de los combatientes [extranjeros] es un hecho. Da la impresión de que Malí es consecuencia de Libia, y la toma de rehenes en Argelia constituye una señal de alarma muy inquietante", dijo el miércoles el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov.
Los occidentales empiezan a inquietarse también por la 'yihadización' del conflicto sirio, donde los islamistas, apoyados por cientos, sino miles, de combatientes extranjeros, ganan terreno.
Guerra santa y actividades criminales
Jean-Pierre Filiu, profesor de ciencias políticas en París, recuerda que Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI) y otros movimientos existían mucho antes de la Primavera Árabe, con una dimensión a medio camino "entre el gangsterismo y la yihad" que mezcla guerra santa y actividades criminales.
Sin embargo, los regímenes surgidos de las revoluciones, al quererse desmarcar de la lógica de la represión a ultranza de las dictaduras caídas, no han evaluado la magnitud de la amenaza.
"A los nuevos regímenes les cuesta mucho poner las cosas en su sitio. Por ejemplo, la liberación de Abu Iyadh ha sido un error enorme: no era un preso de opinión sino un viejo colaborador de Al Qaida", explica Filiu.
Abu Iyadh, un veterano de la guerra en Afganistán, fue amnistiado en Túnez y es ahora una figura destacada de un movimiento salafista en pleno auge. Es el presunto organizador del ataque contra la embajada de Estados Unidos en Túnez.
El presidente tunecino, Moncef Marzuki, admitió recientemente que no "calibró" el peligro que representaban esos grupos y que su país se estaba transformando en un "corredor" para traficantes y extremistas.
Si el desierto que comparten Libia, Túnez, Argelia y Malí es desde hace mucho una zona de tráfico, la presencia cada vez mayor de islamistas radicales le ha dado una nueva dimensión.
El carácter transnacional de la ofensiva en In Amenas es un ejemplo de ello: 32 asaltantes de siete nacionalidades (tunecinos, argelinos, mauritanos, nigerianos, egipcios, malienses, canadienses) provenientes del norte de Malí, que contaron sin duda con ayuda logística islámica libia.
Conscientes del problema, Trípoli, Argel y Túnez anunciaron en enero que querían coordinar "ejércitos y servicios de inteligencia para impedir todo lo que pueda influir en la seguridad [...]: armas, droga, trata de personas y terrorismo".
Malí, "tierra de yihad"
Otros observadores estiman que la situación en el Sahel y en Malí muestra que los 'yihadistas' se adaptan a las realidades postrevolucionarias.
El profesor de islamología Mathieu Guidère subraya que la llegada de gobiernos dirigidos por islamistas en Túnez o en Egipto obligó a los movimientos más radicales a identificar nuevos blancos.
"Los partidos más radicales han tendido a dirigirse hacia el sur, hacia países como Malí, de mayoría musulmana, donde sigue planteándose esta problemática, con un gobierno que se reivindica laico, occidentalizado, modernista", subraya Guidère.
Por eso la intervención francesa es "un error estratégico" que amenaza con transformar Malí en "tierra de yihad", como el Irak de los años 2000, teme este experto.