Los comentarios filosóficos de Ahmadineyad y el pragmatismo del Kremlin
RIA Novosti, Rusia
Moscú, Dmitri Bábich, RIA Novosti. - Durante la tercera Cumbre de los Países del Mar Caspio celebrada el pasado 18 de noviembre en Bakú se debatió el estatuto jurídico del mar Caspio, uno de los asuntos geopolíticos más importantes del siglo XXI, directamente vinculado con las perspectivas económicas de Rusia y otros países ribereños copropietarios de una de las mayores reservas mundiales de hidrocarburos.
Los presidentes de los países ribereños del mar Caspio, en Bakú, el pasado 18 de noviembre
Más que todo, la pausa surgida en las relaciones entre Moscú y Teherán tras la negativa rusa de cumplir un contrato para el suministro de misiles antiaéreos S-300 a Irán debido a la negativa de las autoridades iraníes de cooperar con organizaciones internacionales competentes en su trabajo para comprobar el carácter civil de su programa nuclear.
La carencia de un estatuto jurídico del mar Caspio es el principal obstáculo que impide la realización del proyecto de gasoducto Nabucco apoyado por el Occidente y diseñado para el trasiego del gas natural desde el Caspio a Europa sin pasar por el territorio de Rusia.
Durante muchos años, el estatuto jurídico del mar Caspio permaneció indefinido porque en reiteradas ocasiones Irán bloqueó todos los proyectos propuestos para delimitar los sectores del Caspio.
El estatuto del Caspio estuvo regulado por tratados firmados entre la Unión Soviética e Irán firmados en 1921 y 1940. Los países ribereños se vieron obligados a revisar estos documentos entre 1991 y 1992, cuando la zona ribereña del Caspio perteneciente a la Unión Soviética pasó a manos de cuatro estados independientes, Rusia, Kazajstán, Azerbayán y Turkmenistán.
Resulta que la postura de Irán es simultáneamente favorable y desfavorable para Rusia. Por un lado, Teherán exige una cuota del mar desproporcionadamente grande, por otro, su postura inflexible impide la construcción del gasoducto transcaspio Nabucco.
Desde hace poco, Teherán adoptó una actitud contradictoria hacia Moscú.
Los miembros del parlamento iraní amenazaron con presentar demandas judiciales contra Rusia acusándola de incumplimiento de los compromisos de suministro de misiles antiaéreos S-300 a Irán.
Al mismo tiempo, Teherán hizo un intento de reducir la importancia del citado hecho, al declarar que, en esencia, es capaz de desarrollar la versión iraní de los S-300 a base de los misiles S-200 ya suministrados.
En general, se puede explicar la conducta de Irán del siguiente modo. Disgustado con el apoyo de Rusia a las sanciones impuestas contra Irán por el Consejo de Seguridad de la ONU, Teherán decidió “llamarla al orden”, acusarla de traición, lo que intentó realizar el presidente Ahmadinejad, el pasado septiembre.
Pero en condiciones de aislamiento internacional y las sanciones económicas que le complican la vida a Irán, los insultos dirigidos a Rusia son inaceptables.
¿Qué otros socios tendrá Irán en la arena internacional? ¿El movimiento libanés Hezbollah que ni siquiera logra obtener la mayoría de votos en las elecciones parlamentarias en Líbano?
¿Los grupos chiítas de Iraq que, en general, no puede ser el socio de Irán porque tan sólo en 1988 se puso fin a una guerra sangriente y prolongada entre estos dos estados islámicos?
No es mucho para una “gran potencia”, como pretende considerarse Irán. Por eso Teherán no escatima esfuerzos para persuadir a los observadores extranjeros que tiene tiempo y fuerzas de sobra, además de múltiples socios en la región, de cuyas listas sería prematuro tachar a Rusia.
Ahmadinejad ya hizo varias declaraciones filosóficas respecto a los citados temas tanto en Bakú como antes de llegar a la capital azerbaiyana. Al dirigirse a la comunidad iraní en Azerbaiyán, el presidente de Irán dijo su país posee la verdadera bomba atómica que es la valentía y espíritu combativo del pueblo iraní.
Antes de la visita a Bakú, Ahmadinejad criticó la decisión de varios países, es decir, de Rusia de no suministrar misiles a Irán y mencionó esta “bomba espiritual” que batirá a varios enemigos directamente en sus palacios.
En cuanto a la participación de Azerbaiyán en el desarrollo del proyecto Nabucco, Ahmadinejad se limitó a señalar que Europa necesita el gas iraní más de lo que Irán necesita a los mercados europeos. Por eso el asunto no corre prisa.
Es poco probable que tales declaraciones causen mucha impresión a los pragmáticos del Kremlin. Los resultados reales pueden conseguirse sólo en el caso de que los líderes de los países del mar Caspio lleguen a un acuerdo sobre la creación de un espacio de cooperación en la zona del mar Caspio.
Ya se han logrado ciertos éxitos en este camino. Durante los últimos años, se ha registrado una reducción de tensión entre Irán y Azerbaiyán. Turkmenistán y Azerbaiyán todavía no han encontrado formulas de compromiso en su disputa sobre la delimitación de varios yacimientos en el mar Caspio.
Por otro lado, se ha tomado la decisión que los buques deben navegar en el mar Caspio bajo bandera de los países ribereños. Asimismo fueron tomadas otras medidas para impedir la entrada de “extraños” en la región.
Las perspectivas del proyecto del gasoducto Nabucco originado fuera de los países del mar Caspio, parecen vagas. Kazajstán, un país clave, ya ha caracterizado este proyecto como inútil. En estas condiciones, se debe olvidar el incumplimiento de los compromisos de suministro de misiles S-300 a Irán. Además, Ahmadinejad anunció que Irán dispone de un sustituto adecuado.