AFP (Agencia France-Presse)
BAGDAD. - Apoyadas por la aviación norteamericana, las fuerzas kurdas intentaban arrebatar este domingo la mayor represa de Irak a los yihadistas, contra quienes se levantaron las tribus sunitas en el oeste del país.
Irak está sumido en el caos desde que los yihadistas lanzaron una ofensiva el 9 de junio al norte de Bagdad que se extendió a principios de agosto a la región autónoma del Kurdistán, obligando a huir a unas 200.000 personas, en su mayoría yazidíes y cristianos.
Los yihadistas consiguieron hacerse con vastas zonas del territorio del norte, el oeste y el este de Irak, frente a un ejército en desbandada, y el 7 de agosto se hicieron con el control de la represa de Moscul, que abastece de agua y electricidad a la mayor parte de la región.
Tras un primer ataque el sábado contra el EI, los peshmergas (combatientes kurdos), continuaban su ofensiva con el Ejército iraquí, apoyados por aviación estadounidense, según un responsable kurdo.
Un periodista de la AFP vio columnas de humo que ascendían desde la zona de la presa este domingo.
Kawa Jatari, responsable del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), afirmó que "la mitad este de la zona de la represa de Mosul había sido recuperada y que (los combatientes kurdos) se dirigían a Tal Kayf", localidad bajo control yihadista situada un centenar de kilómetros al este de la represa, aunque "la carretera que conduce allí está llena de bombas".
Estados Unidos, que lanza ataques aéreos selectivos contra posiciones del EI desde el 8 de agosto, anunció el sábado que había llevado a cabo ataques cerca de la presa, dañando o destruyendo una decena de vehículos militares del EI.
- Tribus sunitas contra el EI -
Los yihadistas habían entrado el viernes en la localidad de Kocho, más de 150 km al sudoeste de Mosul, donde mataron a "alrededor de 80 personas", en su mayoría yazidíes, indicó el responsable iraquí Hoshyar Zebari, quien denunció una "masacre".
Kocho está situada cerca de Sinjar, una ciudad que los yihadistas tomaron el 3 de agosto obligando a huir a miles de civiles, muchos de la minoría yazidí, una comunidad kurdoparlante no musulmana a la que los yihadistas consideran "hereje".
En la provincia de Al Anbar, en el oeste de Bagdad y de mayoría sunita, una coalición de más de una veintena de tribus apoyada por las fuerzas de seguridad continuaba este domingo una ofensiva lanzada el viernes contra los yihadistas, que controlan numerosos sectores de esta región.
Según el comandante de policía Ahmed Sadag, estos combatientes habían expulsado a los yihadistas de zonas que controlaban en el oeste de Ramadi, la capital provincial, y los combates cotinuaban en otras zonas.
Ante el avance yihadista hacia el Kurdistán, la comunidad internacional se movilizó para ayudar a las decenas de miles de desplazados en campamentos del norte del país, a menudo en condiciones lamentables.
Tal es el caso de la joven Hazika y su familia, refugiados en un campamento de Dohuk, en el Kurdistán, donde apenas reciben una comida al día y no tienen acceso a atención médicas.
"Habría sido mejor morir en nuestra casa", lamenta esta mujer de 25 años.
El Consejo de Seguridad de la ONU adoptó el viernes una resolución para impedir el reclutamiento y la financiación de los yihadistas en Irak y Siria.
La Unión Europea respaldó por su parte que los Estados miembros puedan entregar armas a los combatientes kurdos, como ya hacen Francia y Estados Unidos.
El ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, dijo a su vuelta de una visita a Irak el sábado que "la formación de un nuevo gobierno en Bagdad bajo la batuta del primer ministro (Haidar) al Abadi (...) puede ser la última oportunidad para la unidad del Estado iraquí".