Los narcocorridos, la crónica extraoficial de la lucha del narco en México
AFP (Agencia France-Presse)
CULIACÁN. - Los habitantes de Sinaloa, noroeste de México, cuna de los principales capos mexicanos de la droga, no tienen empacho en cantar y escuchar narcocorridos en calles, cantinas y restaurantes desafiando la reciente prohibición oficial a la difusión de estas canciones.
Este género musical, cuyas letras narran hazañas de narcotraficantes, sus aventuras, amores y enfrentamientos con policías y militares, se han convertido en una crónica popular de la descarnada lucha contra el narcotráfico en México.
"Haya narcocorridos o no haya narcocorridos, pos (pues) la violencia no va a parar", dice llanamente un cantante que mira hacia todos lados con una guitarra en la mano y espera en la calle a que alguien lo contrate, junto a sus dos compañeros.
Ataviados con sombreros, camisas rancheras y botas vaqueras, decenas de estos músicos llegan todas las noches a una calle del centro de Cualiacán, capital de Sinaloa.
Este estado, tierra de Joaquín "Chapo" Guzmán, considerado el capo del narcotráfico más poderoso por la revista Forbes, prohibió en mayo difundir narcocorridos en lugares que venden alcohol. Hasta ahora han sido clausurados 36 de ellos.
La medida está dirigida a evitar la "apología del delito" y disminuir los asesinatos, explicó a la AFP Gerardo Vargas Landeros, secretario de gobierno del estado con costas sobre el Pacífico y una de las tres zonas más violentas de México, con 2.505 homicidios en 2010.
Conforme la violencia recrudece, esta música ha dado paso a una nueva corriente denominada Movimiento Alterado, cuyo contenido más fuerte ha llamado la atención de autoridades y expertos.
"Empezamos a ver un cambio con el narcocorrido hacia la hiperviolencia, entonces empiezan a hablar de descabezados y descuartizados", explica Juan Carlos Ramírez-Pimienta, de la Universidad Estatal de San Diego, California (Estados Unidos), y autor del libro "Cantar a los narcos".
El Movimiento Alterado nació en internet poco después que el presidente Felipe Calderón lanzara en diciembre de 2006 la ofensiva militarizada contra los cárteles, a la que se atribuyen más de 41.000 muertos desde entonces.
Una de sus canciones, 'El Bazucaso", narra un enfrentamiento entre militares y los pistoleros de 'El Chapo'. "Es uno de los que más nos piden", confiesa Aldo Alberto García, integrante de "Los Tres de Sinaloa", que toca en una cantina cerca del mercado de Culiacán, donde miles de discos piratas de narcorridos se integran a un entorno donde la cultura del narcotráfico salta a los ojos.
Camisas estampadas con rifles se mezclan con botas y cintos. Abundan también joyerías donde se puede encontra una cacha de pistola con inscrustaciones de oro a 850 dólares u otras de esmeraldas, brillantes y rubíes, que simulan la bandera de México, por 17.000 dólares. La música del narcotráfico se oye a todo volumen.
Los narcocorridos "no se tocan en mi programa", indica de su lado Jorge Ramos, presentador de la radio La Ranchera, que ha decidido sumarse a la postura oficial evitando los narcocorridos, a los que considera un fenómeno marginal.
Pero estas decisiones no han mermado la difusión y el gusto por los narcocorridos, basta entrar a cualquier cantina o restaurante en Culiacán para escucharlos en vivo, en videos en pantallas gigantes o en rocolas a todo volumen.
"La producción de narcocorridos es inmensa, el número de bandas es imposible de calcular", indica el académico Ramírez Pimienta.
Para este académico los narcocorridos rompen una versión no oficial de la lucha antidroga. "Lo que sucede es que el estado mexicano no es un narrador fiable, algunos de sus partes de guerra son tan fantasiosos como cualquiera de los narcocorridos", explica.
Más alla de Sinaloa los narcocorridos son populares a lo largo del norte de México y traspasaron la frontera con Estados Unidos, convirtiendo a Los Angeles "en el epicentro de los narcocorridos", considera el académico.
Allí el gran publico son los migrantes, gente ajena al crimen pero que los decodifica y se queda con lo que le gusta: los valores del antihéroe. El corrido cautiva a los migrantes, que compensan así su temor a la autoridad que los persigue, concluye el especialista.