Los prejucios ficticios entre polacos y rusos

RIA Novosti, Rusia

Moscú, Dmitri Bábich, RIA Novosti. - La opinión pública sobre un país es el mejor catalizador de las relaciones interestatales entre los países del mundo. Hace apenas dos años, amigos que planeaban viajar a Polonia se preguntaban si sería preferible hablar en ruso con los polacos que en su mayoría lo conocen, aunque suelen simularlo, o comportarse como cualquier turista, y hacerse entender en mal inglés.

Bandera polaca
Bandera polaca
Hoy en día, semejante disyuntiva no existe, podemos hablar en ruso con los polacos y esto es el mejor indicador del avance significativo en las relaciones ruso-polacas impulsadas  a partir del otoño de 2009, cuando el primer ministro ruso, Vladímir Putin, visitó la península polaca de Westerplatte,  símbolo de la heroíca resistencia del pueblo polaco contra el ejército nazi.
Es posible que la próxima visita de Dmitri Medvédev a Polonia, que será la primera de un presidente de Rusia a este país en  los últimos ocho años, pueda marcar nuevas perspectivas a la completa reconciliación ruso-polaca.
Aunque el trabajo principal no los han hecho los políticos sino los ciudadanos rusos y polacos. La diplomacia popular hizo acercarse a Rusia y Polonia, como por ejemplo, la  espontánea ola de simpatía reciproca entre rusos y polacos tras la trágica muerte de su presidente, Lech Kaczynski en tierra rusa.
Durante esos días aciagos, la sencilla solidaridad humana marcó los mensajes de consuelo y condolencia y las  flores depositadas por rusos de a pie en  la puerta de la embajada polaca en Moscú.
Aunque hay otros ejemplos menos notables, como el triunfo de la pianista rusa Yulianna Avdeeva, de 25 años, en el concurso internacional Federico Chopin, celebrado recientemente en Varsovia.
Por la primera vez en 45 años, este prestigioso galardón fue asignado a una mujer extranjera y cuando recibió el premio, la pianista confesó que había dedicado todavía su vida para conseguirlo. En realidad, el triunfo de Avdeeva también es una contribución al fortalecimiento de las relaciones entre Rusia y Polonia.
Para los polacos el inmortal compositor y virtuoso pionista Federico Chopin desempeña un papel más que importante. El Palacio en la Isla donde tienen lugar conciertos de música de Chopin es una de las mayores atracciones turísticas de Varsovia. Y los guías narran a los turistas que los oficiales rusos de una guarnición militar emplazada en Varsovia en la época de Chopin tenían la costumbre de visitar la sala de conciertos de este Palacio.
Avdeeva como la mayor parte de la sociedad rusa contemporánea no tiene nada que ver con que Polonia no fue un estado independiente  tanto en el siglo XIX como durante casi todo el siglo XX. Y Chopin, como todos los genios lucharon por la libertad. Moscú y Varsovia lo reconocen, pero en reiteradas ocasiones esto no es más que palabras.
En 2010 apareció el principal enemigo de la reconciliación polaco-rusa. El prejuicio ficticio basado en el enfoque étnico de la historia. Según este prejuicio, la historia del pueblo polaco es considerada como la historia de una familia que está en conflicto permanente con otra familia vecina, que es el pueblo ruso.
En realidad no es difícil encontrar pretextos para justificar odios, sospechas mutuas y desconfianza.
El citado prejuicio predomina en varios medios de información que están bajo la influencia del partido polaco Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco) que sospechan que Rusia generó de forma artificial la niebla en torno al aeropuerto de Smolensk, y produjo la interferencia que supuestamente perturbó el funcionamiento del sistema de navegación del avión del presidente de Polonia, Lech Kaczynski, etc.
Parece que ese mismo prejuicio contagió a los fiscales rusos que durante años declararon secretos los materiales de la investigación de la tragedia de Katyn hecha por funcionarios de la misma fiscalía a comienzos de los años 90.
Hoy en día, Rusia entrega estos documentos a Polonia. Hace poco, Moscú devolvió 20 nuevos tomos al diplomático polaco Piotr Marciniak.
Es curioso que los rusos y los polacos posean formas afines de prejuicios ficticios. Esto se manifiesta en el rechazo total de los sucesos negativos o desfavorables para algún partido, e incluso negar acontecimientos evidentes e irrefutables.
Los militantes del Partido Comunista ruso volvieron a emprender intentos de probar que fueron las tropas nazis las que fusilaron a oficiales polacos en los bosques rusos de Katyn. ¿Por qué? Porque lo dijo Stalin.
Y aquellos polacos que instalaron la “cruz de protesta” frente a la residencia del presidente polaco no cesan de hablar de que los controladores aéreos en Smolensk estaban ebrios y que causaron la catástrofe. ¿Por qué? Porque lo dice el lider del partido PiS, Yaroslav Kaczynski, que nunca se equivoca.
Las personas con prejuicios ficticios creen ciegamente cualquier versión pronunciada por el  político que apoyan y también están dispuestas a creer en cualquier versión así sea la más contradictoria.
Por ejemplo, en Rusia los que insisten en que los oficiales polacos fueron fusilados en los bosques de Katyn por los nazis y son víctimas de ese régimen abyecto.
Por otro lado declaran que los oficiales ejecutados merecieron ese castigo porque explotaron a los ucranianos, bielorrusos, etc.
Alucinante contradicción, esos polacos fueron víctimas y al mismo tiempo merecieron su exterminio.
Ese mismo absurdo se puede observar entre los polacos que creen las “teorías del complot” en la catástrofe aérea en Smoliensk .
Primero afirman que la tragedia fue el resultado de un complot de los controladores aéreos rusos y al mismo tiempo afirman que esos controladores estaban completamente ebrios.
Resulta entonces que los controladores aéreos para la exitosa realización de su complot no encontraron otro recurso más apropiado que emborracharse hasta perder totalmente la razón.
Para los rusos con prejuicios ficticios Polonia es uno del grupo de países, como Estados Unidos e Israel, respecto a los cuales se puede y debe atribuir los mitos más inverosímiles. Estos mitos  ya han causado muchas pérdidas a Rusia, tanto en la época de guerra fría como en el período posterior.
Para los polacos con prejuicios ficticios Rusia es seguramente un blanco prioritario. Por eso, su retórica antirrusa es la causa de las principales pérdidas económicas de  Polonia. Los prejuicios ficticios siempre son muy costosos para los países que los difunden.
Por ejemplo, los políticos del partido PiS destacan continuamente que el proyecto del gasoducto North Stream representa una seria amenaza para Polonia porque no pasa por el territorio polaco, y en consecuencia, el país no puede recibir dinero por el tránsito de gas.
Hace unos diez años, estas mismas personas se pronunciaron contra el tendido de una rama del North Stream por el territorio de Polonia. ¿Por qué? Porque este gasoducto amenazaba la independencia ucraniana, entre otras cosas.
Según un experto polaco, Andrzej Szczesnjak, del centro analítico de la empresa ucraniana NaftaGaz, Polonia perdió la oportunidad de recibir su beneficio del desarrollo de relaciones entre Rusia y la UE en el ámbito de tránsito de gas, en el mismo momento cuando se negó a tender la rama del North Stream que une el gasoducto Yamal-Europe se extiende de Rusia a Polonia con la antigua tubería Druzhba.
En general, todos los debates sobre la dependencia energética de la UE y Polonia de Rusia están basados en un prejuicio ficticio. Rusia nunca se ha negado a suministrar hidrocarburos a Polonia. Además, Rusia revisa de manera regular contratos de gas firmados con Polonia a largo plazo.
Entonces, ¿cuál es ahora el problema? ¿La reciente decisión de Moscú de limitar el trasiego del gas hacia Bielorrusia?
Durante muchos años, Polonia declaró que Rusia no debía subsidiar al dictador bielorruso, Alexander Lukashenko, con el gas y petróleo baratos. Moscú dejó de subsidiarle, y  algunos polacos siguen descontentos…
El mejor remedio contra los prejuicios fictición es la comunicación y los contactos. Esperemos que la visita del presidente ruso a Polonia contribuya al desarrollo de ambos.


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