Lucien Boyer: «El deporte a veces sustituye a la religión»
El Periódico de Catalunya, Barcelona, España
Es uno de los artífices de un foro que quiere ser el Davos del deporte. Ayer preparaba en Barcelona la cumbre que se celebrará en un mes. Este parisino de 45 años, casado y con tres niños, todos varones, sabe de lo que habla cuando predica de deporte. Fue monaguillo antes que fraile.
Lucien Boyer
-Dígame, por favor, tres razones que justifiquen la existencia del Global Sports Forum Barcelona (GSFB), un foro de debate que, en principio, parece demasiado teórico.
–Yo daría tres muy claras: reunión, reflexión y acción. El deporte ha llegado a ser una cosa tan importante, tan presente en la sociedad, que puede ser un catalizador de acciones importantes si hay compromiso.
–¿Puede concretar un poco?
–El deporte es tan variado y tan potente, y el mundo va tan deprisa, que es necesario reunirse físicamente al menos una vez al año para compartir experiencias y visiones distintas. Luego está la reflexión. El deporte es a la vez solución y peligro. Es solución para aspectos de salud, de educación, de integración social, de cohesión, de ocio... Y peligro porque puede arrastrar violencia, racismo, xenofobia... Pero está demostrado que el deporte es capaz de hacer que las cosas cambien, y ahí es donde entra la acción. Debemos ser capaces de construir proyectos y llevarlos a la práctica.
–¿Es este el objetivo del Forum? ¿Qué conclusiones espera extraer de esta segunda edición, del 8 al 10 de marzo en el Palau de Congressos de Barcelona?
–Solamente es el segundo año, y partimos de una base muy modesta. Este será el año de consolidar la cita. Iremos in crescendo, peldaño a peldaño, porque tenemos compromiso de celebrarlo en Barcelona hasta el 2013. Probablemente, en la cuarta o quinta edición, con la tradición, ya estaremos en condiciones de poner en común las fuerzas para cambiar cosas del deporte en su relación con los negocios, los derechos de televisión o su implicación social. Sin embargo...
–¿Sí?
–... este año tenemos un objetivo especial. Queremos ser útiles en la catástrofe que ha asolado Haití y organizar un equipo de reconstrucción. Esperamos recibir en Barcelona al ministro de Deportes y Acción Cívica de Haití y, una vez escuchadas las necesidades, propondremos acciones determinadas para ayudar. Este es un ejemplo de cosas concretas que pueden salir del Forum.
–¿Quieren ser ustedes el Davos del deporte, un foro mundialmente conocido?
–Nosotros estamos solo en el segundo año, y el Foro Económico Mundial lleva más de 30. Pero nos interesa parecernos a ellos en algo: en la visibilidad que tienen, porque se trata de un encuentro anual que reúne a gente muy importante. Aparte de eso, queremos centrarnos, sobre todo, en tener capacidad de acción, en ser operativos.
–En el programa figuran, sin embargo, muchos aspectos teóricos...
–Son aspectos sobre los que hace falta reflexionar. Si el deporte es capaz todavía de interesar, sobre todo a la gente joven, o se ha visto superado por la tecnología y el entretenimiento. También hablaremos del desarrollo sostenible o ecológico, de la era digital, con nuevos medios de comunicación, redes sociales o el teléfono móvil, en contraposición a los tradicionales derechos de televisión. O de las nuevas fronteras, con países de Suramérica y África capaces de organizar por primera vez Mundiales de fútbol y Juegos Olímpicos. ¡Ah! Y también hablaremos de religión.
–¿Religión?
–Sí. Tendremos visiones de representantes musulmanes, anglicanos y católicos, que debatirán sobre la importancia de la fe en el deporte. Hay muchas grandes historias de deportistas ligadas a la fe y la religión. Y, en algunas zonas, como el mundo occidental, el deporte a veces sustituye, reemplaza, a la religión. En un mundo que pierde su espiritualidad, el deporte se convierte en una guía para la vida por su capacidad de dar mensajes de respeto, humanismo y buena voluntad.
–Y, cambiando de tercio, ¿por qué eligieron Barcelona como sede de este foro de debate?
–Barcelona es una ciudad fundamentalmente deportiva y que, además, se ha visto transformada por el deporte y su legado. Solo hay que recordar los Juegos Olímpicos de 1992. Nos pareció lógico un escenario que mostrara lo que el deporte puede aportar a una ciudad y a un país.
–¿Se arrepienten de su acuerdo con la ciudad hasta el 2013?
–Al contrario. El primer año, el pasado, nos demostró que habíamos acertado. Y en este segundo año, ver la cantidad de gente que quiere venir nos ha dado aún más la razón. Principios de marzo es una época ideal para estar en Barcelona y, además, coincide con el maratón, por lo que, quienes quieran, podrán hacer deporte, además de hablar de él. Es perfecto.