AFP (Agencia France-Presse)
BERLÍN. - Los chilenos refugiados en Viena tras el golpe de Estado de Pinochet en 1973 bautizaron "Macondo" a la ciudadela de las afueras donde fueron acogidos, y donde vive el niño checheno Ramasan, protagonista de la película de la austriaca-iraní Sudabeh Mortezai, proyectada el viernes en el concurso por el Oso de Oro de la Berlinale.
Filmada como un documental, "Macondo" cuenta la historia de Ramasan, quien perdió a su padre en la guerra en Chechenia y debe actuar, pese a su corta edad, como "el hombre de la casa", ocupándose de sus dos hermanitas y ayudando a su madre.
Sudabeh Mortezai, quien llegó a Viena con su familia cuando ella tenía 12 años, contó que antes de filmar esta película de ficción, su primer largometraje, había investigado mucho en la ciudadela, que tiene en alemán un nombre oficial diferente al del mítico pueblo creado por el novelista Gabriel García Márquez en su novela "Cien años de soledad".
"Ese fue el apodo que le dieron a la ciudadela los refugiados chilenos que llegaron en los años 1970. Allí viven unas 2.000 personas. En esa época había también refugiados de Hungría y Chechoslovaquia, ahora hay sobre todo personas que vienen de Somalia, Afganistán y Chechenia", explicó, señalando que muchos vieneses no saben que ese lugar existe.
El niño Ramasan Minkailov contó que lo que se ve en la película es en un 80% su propia vida cotidiana, con excepción "de los robos" que su personaje intenta cometer en un supermercado.
Ramasan trata de robar una pila para el reloj parado de su padre, muerto en la guerra chechena contra los rusos, que Isa (Aslan Elbiev) un refugiado recién llegado a Macondo, le ha traído como una herencia, junto con una foto.
La madre de Ramasan casi no habla alemán y es él quien debe acompañarla para traducir los diálogos con los funcionarios que preparan el expediente de la familia destinado a obtener el derecho de asilo y un permiso de residencia permanente en Austria.
Sudabeh Mortezai explicó también que antes de rodar su ficción, en la que no hay actores profesionales, había pasado mucho tiempo en la ciudadela, haciendo un taller de cine, sobre todo con jóvenes.
"Pasé mucho tiempo con los chechenos, es una cultura que me interesa. Con este film quería devolverles algo, deseaba mostrar cómo viven, por eso le di un tratamiento casi documental, sin música. Hay un lado un poco autobiográfico, porque yo llegué a Viena a los 12 años, aunque mi familia no llegó pidiendo asilo político", aclaró.
"A los inmigrantes les piden que se integren, integración es una palabra de moda, pero no es más que un proceso unilateral; los austriacos, los alemanes, les dicen a los inmigrantes que hagan un esfuerzo por integrarse. Yo quería dar el punto de vista de un niño, sus reacciones", añadió.
La cámara de "Macondo" sigue a Ramasan todo el tiempo, lo muestra haciendo la plegaria con los adultos en la mezquita, en la escuela haciendo dibujos de la guerra, jugando fútbol con otros niños.
La llegada de Isa, quien pretende haber sido un amigo íntimo de su padre, a quien él considera "un héroe de la guerra", lo perturba mucho y ahonda su conflicto, su tristeza de huérfano.
Una vez oye a su madre contar, durante una clase de alemán, que ella no amaba a su padre porque este la había secuestrado, según la costumbre tradicional en Chechenia.
La actriz chechena Kheda Gazieva, que intrepreta el papel de la madre, explicó, en ruso, que esa era "una práctica ancestral común y corriente hasta hace unos diez años, el hombre que deseaba tener una mujer la secuestraba, afortunadamente no es mi propia historia".
Aslan Elbiev dijo que él había vivido la guerra chechena. "Fue muy difícil explicar eso en Austria, Sudabeh Mortezai nos ayudó mucho, y además me permitió conocer el mundo mágico del cine".
La realizadora contó que pasó todo un verano con los residentes de la ciudadela Macondo. "Mi pretensión es que la gente conozca ese microcosmos, que les respeten, que los comprendan", recalcó.