Madres españolas buscan a sus hijos robados durante y después de la dictadura de Franco
AFP (Agencia France-Presse)
MADRID, Virginie Grognou, (AFP) - Noviembre de 1967. Amparo González, de 18 años, da a luz en una maternidad madrileña. Nunca verá a su bebé, nacido muerto según la clínica. Hoy está persuadida de ser una de las miles de víctimas de robos de bebés de la dictadura franquista.
"Al ingresar en la maternidad, lo primero que me preguntaron las monjas fue "¿qué vas a hacer con el bebé?" y mi madre dijo "pues quedárselo", recuerda.
Al día siguiente de dar a luz bajo anestesia, la clínica informó a su madre que el bebé había muerto y "la mandaron al cementerio", donde los recién nacidos son enterrados en fosas comunes: "fue imposible encontrarle".
Actas de defunción, certificado de nacimiento: Amparo sólo logra los documentos al amenazar con acudir a la justicia y están llenos de contradicciones. Las fechas no coinciden, la causa de la muerte del bebé varía.
Para Enrique Vila, abogado de la asociación Anadir, que agrupa a las víctimas de este tráfico de bebés, Amparo era un objetivo ideal: "Una familia de origen humilde, de la que sabían que no tendría los recursos" para iniciar una investigación.
Niños robados al nacer y después vendidos a parejas que no logran tener niños: algunas asociaciones denuncian un auténtico tráfico, nacido bajo la dictadura (1939-75), pero que duró hasta bien entrados los años 80 en España.
A menudo, se falsificaron las identidades de los bebés que figuraban como hijos biológicos en el libro de familia de sus nuevos padres. A veces incluso, las futuras madres simulaban un embarazo antes de ir a "comprar" a su bebé.
Carmen Torres, nacida en 1968, busca a su hermana gemela, Susana. "Después de 16 días en la incubadora, dijeron a mis padres que mi hermana había muerto, que la habían enterrado" en el cementerio de la Almudena de Madrid, pero "no está en los registros del cementerio", relata.
Tras años de silencio, los testimonios se multiplican en los medios y en las redes sociales, como si se hubiera roto un pacto de silencio.
"Pensaba que era un caso único, pero ahora veo que hay muchos más", dice Rocío García, nacida en 1980, convencida de ser una niña robada desde que descubrió que sus padres habían pagado a la clínica en el momento de su "adopción".
"Me dijeron que habían hecho a una monja un donativo de 50.000 pesetas", afirma la joven, que no cree esta versión de los hechos.
"Todas estas mujeres a las que se había dicho que el hijo había muerto tenían vergüenza. Desde que se enteraron de que había más casos, se atreven a hablar", subraya Enrique Vila.
Pero para el historiador Julián Casanovas, "Cuando miran al franquismo, la gente en España tiene problemas" y les cuesta hablar. Además, las compras de bebés afectan a "familias muy influyentes", subraya Vila.
Bajo el franquismo, los niños eran robados a sus madres republicanas, ya que un decreto de 1940 permetía quitárselos si su "educación moral" se consideraba en peligro. En España no hubo ninguna ley sobre adopciones hasta 1987, lo que permitió que el tráfico se afianzara.
"El franquismo era un entramado desde arriba hasta abajo lleno de corruptos" y lo ocurrido "refleja una continuidad de lo que habia habido antes", añadió Casanovas.
El peso de la Iglesia Católica, según el historiador, también influyó: "los religiosos tenían el control de las maternidades entonces y como lo hacía la Iglesia entonces la gente pensaba que no estaba mal".
Hoy, la justicia empieza poco a poco a investigar, al tiempo que, como una pequeña luz de esperanza para las víctimas, en Barcelona, una madre encontró en diciembre a su hija dada por muerta en 1970.