Manguel evoca en un libro su nostalgia por su biblioteca embalada
DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)
Guadalajara. - La última biblioteca del argentino-canadiense Alberto Manguel, integrada por unos 35.000 ejemplares, se encuentra actualmente en cajas, lo que lo movilizó a escribir su última obra, presentada en la 31 Feria Internacional del Libro (FIL) de la ciudad mexicana de Guadalajara.
"Mientras embalo mi biblioteca" (Almadía) surgió "de una gran tristeza y una gran furia cuando me vi obligado a vender la casa en Francia en la que viví durante 15 años con mi biblioteca y tuve que embalar mis libros y mandarlos a un depósito", relata a dpa el experto en lectura y Premio Formentor de las Letras.
La obra resulta también un disparador para un recorrido por su amor a los libros y contiene una variedad de temas en los que el director de la Biblioteca Nacional argentina se traslada de lo literario a lo histórico.
El escritor, que cumplirá 70 años en 2018, señala: "Sé que no me quedan muchos años y quiero pasarlos con mis libros en un lugar de calma, de reflexión, cosa que había encontrado en mi casa en Francia y que ahora no encuentro en ninguna parte".
"La biblioteca sigue embalada. Está en Canadá simplemente porque mi editora canadiense me ofreció un espacio suficientemente grande para albergar las cajas y gratis, porque si no cuesta mucho dinero. Vamos a ver qué pasa, estoy curioso por ver qué sucede en el próximo capítulo", apunta el también traductor y editor.
Manguel (Buenos Aires, 1948) explica que le encanta estar en el espacio de una biblioteca. "Porque es un espacio de orden, que da un sentido de coherencia al absurdo del mundo, que cambia del día a la noche".
"De día ese orden es visible en la biblioteca. A la noche ese orden se confunde, se transforma, es más un mundo de ensueño y de imaginación. Pero hay una diferencia muy grande entre las bibliotecas privadas y las bibliotecas públicas", señala.
"Yo siempre he vivido en una biblioteca privada, la mía", indica y analiza que ese espacio define su identidad. "Una biblioteca pública como la que dirijo ahora es un espacio distinto, porque es necesariamente compartido", añade Manguel, cuya obra fue traducida a más de 30 idiomas.
"Como director de la biblioteca pública siento lo fundamental que es esa institución en el seno de una sociedad, simbólicamente la memoria, la identidad de esa sociedad radica en sus bibliotecas públicas", asevera.
Manguel sostiene que la Biblioteca Nacional se encuentra actualmente en "una situación espléndida". "Tenemos una visibilidad muy grande. A diferencia de por ejemplo el año 2015 donde entraron unos 10.000 ítems a la biblioteca, el primer año de esta administración entraron 100.000 y este año entraron 200.000. Con un presupuesto menor".
"Porque lo que hicimos es nombrar una 'fundraiser' que trajo mucho dinero a la biblioteca de fuentes privadas, en donaciones por ejemplo. La donación de la biblioteca de (Adolfo) Bioy Casares y Silvina Ocampo que entró a la biblioteca fue por donación”, señala. "Y también un rastreador, Leopoldo Brizuela, que nos está trayendo y trajo muchísimos archivos personales de escritores, historiadores, novelistas, poetas y demás", dice.
Durante su juventud, Manguel tuvo una inolvidable experiencia como lector para Borges en la década del '60: "Fue ser testigo del pensamiento, el desarrollo de una lectura crítica de uno de los más grandes lectores del mundo. Ser testigo de eso, claro, fue importante para mí".
"Yo le leí a Borges como cientos de otras personas. Borges apenas sabía de mi existencia, yo era un adolescente que trabajaba en una librería, me había pedido que le leyese, él hacía los comentarios para él cuándo yo le leía", rememora el escritor que este año también fue distinguido con el Premio Internacional Alfonso Reyes.
Curiosamente, el autor de "Ficciones" no atesoraba muchos libros. "Pensamos gran lector, gran biblioteca, y no es así. Hay muchos grandes lectores a los que no les importaba tener una colección de libros físicos. Borges leía o se hacía leer un libro y luego lo regalaba. Tenía unos libros por razones sentimentales, pero regalaba muchos de los libros que estaban en sus estanterías", recuerda.
Manguel evoca que cuando partió de Argentina Borges le regaló la edición de "Stalky & Co." de Rudyard Kipling que había leído cuando era adolescente. "Me la dio a mí cuando me fui, de manera que se deshacía de sus libros muy fácilmente".
El autor de novelas como "Noticias del extranjero" y "Todos los hombres son mentirosos" sostiene por otra parte: "Me gusta el libro impreso, me gusta el manuscrito, me gusta el papel, no leo textos electrónicos".
Y apunta: "Creo que desde el mundo del comercio hay una visión de que lo más nuevo es lo mejor y que lo más nuevo acaba con lo más viejo. Pero en el uso cotidiano en el mundo de la creación, en el mundo intelectual no es cierto. No porque tengamos un Chomsky no vamos a leer a Platón. Esa cronología pertenece solo al mundo de Apple que nos quiere vender una computadora nueva cada tres meses".
Sobre la doble concesión del Formentor y el Alfonso Reyes, comenta: "Es casi ridículo, me siento muy honrado y lo único que puedo decir es que trataré de merecer esos premios en el futuro. La lista de los premiados es tan exorbitante que yo no sé lo que hago entre ellos y supongo que es una demostración de confianza o un deseo de que haga algo mejor en el futuro".
La obra resulta también un disparador para un recorrido por su amor a los libros y contiene una variedad de temas en los que el director de la Biblioteca Nacional argentina se traslada de lo literario a lo histórico.
El escritor, que cumplirá 70 años en 2018, señala: "Sé que no me quedan muchos años y quiero pasarlos con mis libros en un lugar de calma, de reflexión, cosa que había encontrado en mi casa en Francia y que ahora no encuentro en ninguna parte".
"La biblioteca sigue embalada. Está en Canadá simplemente porque mi editora canadiense me ofreció un espacio suficientemente grande para albergar las cajas y gratis, porque si no cuesta mucho dinero. Vamos a ver qué pasa, estoy curioso por ver qué sucede en el próximo capítulo", apunta el también traductor y editor.
Manguel (Buenos Aires, 1948) explica que le encanta estar en el espacio de una biblioteca. "Porque es un espacio de orden, que da un sentido de coherencia al absurdo del mundo, que cambia del día a la noche".
"De día ese orden es visible en la biblioteca. A la noche ese orden se confunde, se transforma, es más un mundo de ensueño y de imaginación. Pero hay una diferencia muy grande entre las bibliotecas privadas y las bibliotecas públicas", señala.
"Yo siempre he vivido en una biblioteca privada, la mía", indica y analiza que ese espacio define su identidad. "Una biblioteca pública como la que dirijo ahora es un espacio distinto, porque es necesariamente compartido", añade Manguel, cuya obra fue traducida a más de 30 idiomas.
"Como director de la biblioteca pública siento lo fundamental que es esa institución en el seno de una sociedad, simbólicamente la memoria, la identidad de esa sociedad radica en sus bibliotecas públicas", asevera.
Manguel sostiene que la Biblioteca Nacional se encuentra actualmente en "una situación espléndida". "Tenemos una visibilidad muy grande. A diferencia de por ejemplo el año 2015 donde entraron unos 10.000 ítems a la biblioteca, el primer año de esta administración entraron 100.000 y este año entraron 200.000. Con un presupuesto menor".
"Porque lo que hicimos es nombrar una 'fundraiser' que trajo mucho dinero a la biblioteca de fuentes privadas, en donaciones por ejemplo. La donación de la biblioteca de (Adolfo) Bioy Casares y Silvina Ocampo que entró a la biblioteca fue por donación”, señala. "Y también un rastreador, Leopoldo Brizuela, que nos está trayendo y trajo muchísimos archivos personales de escritores, historiadores, novelistas, poetas y demás", dice.
Durante su juventud, Manguel tuvo una inolvidable experiencia como lector para Borges en la década del '60: "Fue ser testigo del pensamiento, el desarrollo de una lectura crítica de uno de los más grandes lectores del mundo. Ser testigo de eso, claro, fue importante para mí".
"Yo le leí a Borges como cientos de otras personas. Borges apenas sabía de mi existencia, yo era un adolescente que trabajaba en una librería, me había pedido que le leyese, él hacía los comentarios para él cuándo yo le leía", rememora el escritor que este año también fue distinguido con el Premio Internacional Alfonso Reyes.
Curiosamente, el autor de "Ficciones" no atesoraba muchos libros. "Pensamos gran lector, gran biblioteca, y no es así. Hay muchos grandes lectores a los que no les importaba tener una colección de libros físicos. Borges leía o se hacía leer un libro y luego lo regalaba. Tenía unos libros por razones sentimentales, pero regalaba muchos de los libros que estaban en sus estanterías", recuerda.
Manguel evoca que cuando partió de Argentina Borges le regaló la edición de "Stalky & Co." de Rudyard Kipling que había leído cuando era adolescente. "Me la dio a mí cuando me fui, de manera que se deshacía de sus libros muy fácilmente".
El autor de novelas como "Noticias del extranjero" y "Todos los hombres son mentirosos" sostiene por otra parte: "Me gusta el libro impreso, me gusta el manuscrito, me gusta el papel, no leo textos electrónicos".
Y apunta: "Creo que desde el mundo del comercio hay una visión de que lo más nuevo es lo mejor y que lo más nuevo acaba con lo más viejo. Pero en el uso cotidiano en el mundo de la creación, en el mundo intelectual no es cierto. No porque tengamos un Chomsky no vamos a leer a Platón. Esa cronología pertenece solo al mundo de Apple que nos quiere vender una computadora nueva cada tres meses".
Sobre la doble concesión del Formentor y el Alfonso Reyes, comenta: "Es casi ridículo, me siento muy honrado y lo único que puedo decir es que trataré de merecer esos premios en el futuro. La lista de los premiados es tan exorbitante que yo no sé lo que hago entre ellos y supongo que es una demostración de confianza o un deseo de que haga algo mejor en el futuro".