"Me inspira la Biblia, llena de historias violentas"

El País, Madrid, España

Harta de fiscalizar a sus vecinos, de mirar sus cuentas y ver si eran responsables con el fisco, Åsa Larsson, abogada, decidió dar un giro radical a su vida. El año de baja maternal que ofrece el Gobierno sueco fue decisivo para tomar un nuevo rumbo. Fue el momento oportuno para escribir, para lanzarse a la novela de género.

Esta mujer, menuda y de ojos azules, con el mismo apellido que el gran vendedor de novela negra, el sueco Stieg Larsson, quiere probar cualquier cosa del restaurante que sea apetecible. Pide jamón y mientras coge una lasca a la que va quitándole el tocino cuenta su relación con la religión y cómo su familia pertenecía a una sección muy similar a la de los cuáqueros; una corriente llamada laestadianismo, un movimiento cristiano conservador luterano afincado en Finlandia, Suecia, Noruega, Rusia y Norteamérica.
No se le permitía leer libros, vivía una vida monacal que consiguió romper por el deseo de sus padres de hacer todo lo contrario a lo que habían hecho sus progenitores. Ella echa de menos esa vida de la infancia porque, según dice, "cuando crees en algo tienes a qué agarrarte cuando vienen mal dadas". Cree que su afán por escribir novela negra fue debido a sus lecturas infantiles, "la Biblia es toda una sucesión de historias violentas".
Ante los suculentos platos que van llegando a la mesa confiesa que en Suecia la comida no es demasiado exquisita, buen salmón sí, pero lo demás es bastante pobre, y lo dice ante unos berberechos fresquísimos que se deshacen en la boca. "Esto es estupendo. Me encanta comer, aunque como cocinera soy una nulidad". Cuando decidió dejar la abogacía y abandonar un sueldo importante con una prometedora carrera en los juzgados, sus amigos pensaron que se había trastornado. "En la vida uno tiene que tomar decisiones cuando llega el momento oportuno y seguir adelante". Lo asegura entre cuchara y cuchara de un delicioso salmorejo. "¡Qué sabroso! ¿Qué lleva?". Se aprende la receta con la intención de ofrecérselo en alguna cena a sus amigos. Åsa Larsson vive en Mariefred y el lugar donde se desarrollan sus historias es Kiruna, un pueblo minero a 200 kilómetros del Círculo Polar Ártico. Aurora boreal es la primera de la serie que se ha traducido en España.
Mientras habla de la pizzería de su pueblo llegan las setas. Es entonces cuando comienza a contar que fue la envidia de sus amigas y el objetivo de sus odios. "No podían entender cómo a ellas les costaba casi levantarse de la cama y afrontar la maternidad y a mí me entró el furor por escribir. Conté con la ayuda de mi pareja, que se llevaba a los bebés a pasear mientras yo me sentaba en el ordenador después de poner en orden las notas que iba pegando por toda la casa".
El último plato de esta copiosa cena compartida es una tempura de verduras con aceite balsámico. "¡Qué verduras tan exquisitas tienen ustedes!". ¿En algún momento se ha arrepentido de su decisión de abandonar la abogacía? "Jamás. Bueno, no voy a ser tan rotunda. Al principio, y antes de que me publicasen mi primer libro, llamaba a mi madre para que me diese apoyo moral. Ahora soy feliz". Y eso que está dispuesta a que la protagonista de su serie, Rebecka Martinson, descanse en la sexta novela.



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