"Mi novela '1Q84' quiere describir todo lo que existe"
La Vanguardia, Barcelona, España
Barcelona. - Haruki Murakami: "Las nucleares de Tarragona pueden sufrir un accidente mañana" | "Llevan cicatrices en el alma, están destruidos, pero aún buscan el amor", dice el escritor. Las asesoras de Presidència de la Generalitat se arremolinaban, ayer por la mañana –mientras la lluvia sacudía con dureza el Pati dels Tarongers–, en una salita contigua al despacho donde Haruki Murakami (Kioto, 1949) hablaba con este diario.
Haruki Murakami
La historia se me iba haciendo cada vez más grande y necesitaba esa tercera persona para referirme con distancia a los dos personajes principales. Quise probarla a ver cómo era. Ha sido excitante adoptar un nuevo punto de vista después de 30 años escribiendo.
No teníamos una imagen suya como escritor comprometido, más bien se le veía como a un autor pop. Pero su discurso de ayer fue muy político...
De universitario, estaba muy politizado, oía a John Lennon, fumaba y mi ídolo era el Che Guevara. Todo aquel marxismo ha desaparecido. Sin embargo, eso no quiere decir que las cosas funcionen bien. Y Fukushima me ha cambiado. Hemos vivido en un sistema corrupto, falso, que nos ha conducido a la desolación. El sistema que, en nombre de una teórica eficiencia, justificaba las centrales nucleares con argumentos falsos.
Aquí también tenemos...
En Tarragona, lo sé. Ustedes también pueden tener mañana, o esta tarde, tal vez no un tsunami, pero sí un ataque terrorista, o un terremoto como el de Lorca. Sus centrales pueden sufrir un accidente. Y entonces todo cambiará para ustedes. La realidad será otra, de golpe. Pero tienen la posibilidad de cambiar, aunque les vayan a llamar soñadores poco realistas. Los japoneses tenemos valores como la armonía y la paciencia, que no nos han sido muy útiles. Ustedes se quejan mejor.
Volvamos a su 1Q84. La estructura del libro, aunque la mayoría de lectores no lo vaya a advertir, se basa en una obra de Bach.
Toda la novela sigue la forma de El clave bien temperado de Bach, dos ciclos de preludios y fugas compuestos en todas las tonalidades mayores y menores de la gama cromática. Cada libro de esa obra, como el mío, tiene 24 partes. Alterno la historia de la chica, la del chico, la chica, el chico... de modo absolutamente simétrico. Cada pequeño fragmento puede leerse por sí solo y el conjunto aspira a contener todos los elementos de nuestro mundo actual. Tenía que ser una estructura repetitiva e ir variando la intensidad en cada capítulo.
Hay dos realidades paralelas...
Orwell escribió 1984 avanzando el futuro, en 1949. Yo lo he hecho en el 2009. El pobre Orwell tuvo que imaginar qué podría suceder. Pero yo sé exactamente lo que pasó, y lo que he hecho es cambiar cosas. El problema de escribir sobre el futuro es que no tienes los detalles, no sabes cómo visten, la música que escuchan, te lo tienes que inventar todo, y a veces queda poco creíble.
Pero su mundo de 1984 tiene cosas raras. En el cielo brillan dos lunas, por ejemplo.
Cierto.
Quiero decir que en otras de sus novelas tenemos también dos planos de la realidad, pero aquí es más radical.
La realidad es el tema de este libro. Creemos que esto es la realidad, usted y yo hablando en esta sala acerca de un libro, mientras llueve sobre los naranjos, pero esta situación hubiera podido no suceder nunca. Si quince minutos antes, me hubiera atropellado un coche en la plaza Sant Jaume, no estaría aquí. O tal vez usted, hace quince años, podía haber optado por otro trabajo... Así que es realmente muy extraño que justamente estemos aquí usted y yo. Eso es lo que me interesa, que todo es muy extraño. No más que ver dos lunas en el cielo. Y luego hay esos sucesos que cambian el mundo, como el 11-S o una guerra. Mucha gente no está segura de si lo que todo el mundo ve es real. Escenas como la del 11-S nos parecen irreales, con todos aquellos cuerpos cayendo al vacío. Muchos testigos han reaccionado viviendo como si jamás hubieran existido las Torres Gemelas, lo que llegan a creer.
Usted escribió dos libros sobre el ataque con gas sarín en el metro de Tokio en 1995, ejecutado por la secta Aum. Es un tema que rebrota en esta novela.
Ese es el otro motivo para haber escrito 1Q84. Algo oscuro que se me quedó dentro tras haber investigado a la secta Aum. En Underground entrevisté a más de 60 víctimas, y en El lugar que fue prometido entrevisté a ocho miembros del grupo. Es un tema que todavía me revuelve el estómago. Mi indignación y mi rabia permanecen inalterables pero no todo es como parece. Mi interés se centró en Yasuo Hayashi, condenado a muerte, un hombre normal que se unió a la secta sin saber exactamente dónde se metía. Se convirtió en asesino tras sufrir un lavado de cerebro. La pena de muerte es lo que le corresponde según el sistema penal japonés y si se piensa en el dolor de las familias puede parecer justo pero, cuando fue sentenciado, me invadió una tristeza difusa. Me obsesionó la imagen de un hombre cualquiera, ni peor ni mejor que otros, y que alguien envía al otro lado de la luna hasta convertirlo en un asesino. Ese fue el punto inicial de mi historia.
Una reflexión ética...
Vivimos en una era era donde es extremadamente difícil tener un juicio unívoco sobre lo que está bien y lo que está mal. El muro que separa a aquellos que han cometido un delito de los que no lo han cometido es mucho más ligero de lo que se puede creer. Hay bien dentro del mal y al revés.
Una curiosidad: ¿se mata a una persona con la técnica que usted describe?
Sí, exactamente así.
El sexo es importante en este libro, además de brutal.
Sirve para describir a los personajes. Quería que en este libro hubiera de todo. Necesito elementos sexuales para atrapar al lector, piense que esta historia tiene más de 1.000 páginas, y sin sexo ni violencia no sé si me iban a seguir hasta el final. Personalmente, no practico en mi casa la violencia extrema ni he asistido a escenas sexuales parecidas.
Sus personajes siempre son sacudidos emocionalmente...
Llevan cicatrices en el alma, son seres destruidos, desorientados y, muy importante, aquí siguen buscando el amor, y atrayendo y buscando a gente. Ella siempre sueña con el amor perfecto. Exploro cómo el amor, esa búsqueda del otro puede conducirles a un estadio muy diferente, me interesa esa búsqueda de la relación perfecta, esas son cosas que tienen consecuencias.
Sus descripciones son realistas pero hay muchos elementos casi oníricos.
Sí. Me gusta Balzac y describir las cosas con detalle. Me han etiquetado como nuevo realismo, porque describo detalladamente esas realidades que no se sabe si existen o no. Esos mitos o criaturas que, aunque no los veamos, hacen que la gente haga ciertas cosas. 1Q84 refleja el mundo en su totalidad, las cosas que se ven y las que no.
¿Qué ha sido lo más difícil de describir de 1984?
No había teléfonos móviles ni internet. Todo me parecían inconvenientes y aún hoy creo que me pillarán un fallo. Si los personajes quieren investigar algo los enviaba a la biblioteca en lugar de mirar en Google, el mundo era antes más lento. Al final esos inconvenientes me han gustado.
Usted escribe de jóvenes, aquí ya han cumplido 30...
Tal vez haga un cuarto volumen con Tengo mayor, quién sabe...
¿Dónde le pilló el terremoto?
En mi casa de Hawái, pero ahora estoy viviendo en Japón.