Michael Moore en Broadway: teatro anti Trump en formato televisivo

DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)

New York. - La música clásica suena amenazante. De una enorme bandera estadounidense se abre una puerta y una potente luz ilumina a un hombre por detrás. Ataviado con una gorra, desaliñado, con una camisa y deportivas sale al escenario. El público aplaude de inmediato, pero él les suelta: "Maldita sea ¿Qué ha pasado?".

Y de nuevo estalla el entusiasmo, pues por supuesto cada uno de los casi 1.000 espectadores del teatro Belasco, en Nueva York, sabe que se trata de la victoria electoral de un hombre que hasta hace poco vivía a apenas 20 minutos a pie del lugar, en la Torre Trump, y ahora es el más poderoso del mundo.
Sobre el escenario se ve a uno de sus críticos más ruidosos: Michael Moore (de 63 años), que en teoría es un documentalista, pero que desde que ganó el Oscar por el documental "Bowling for Columbine", de lo que hace ya 15 años, es famoso en todo el mundo por su papel de crítico de su país, con el que tiene una relación de amor-odio.
Desde bien pronto tuvo claro que Trump iba a ganar las elecciones, asegura Moore. Trump "sabía que él y su casta habían atontado bastante al país", dice Moore sobre la carrera del mandatario en los realities de televisión. 
"Terms of my Surrender" (que traducido viene a ser Las condiciones de mi rendición) es como se llama el progama antiTrump de Moore. Casi desde el principio queda claro que no tiene intención de capitular. "Somos la mayoría, podemos volver a poner el país en orden", asegura.
Lo que sigue a ese combativo comienzo, tal como se pudo ver en el preestreno del viernes, tiene muchos elementos de un "Late Night Show", esos programas de televisión nocturnos, que suelen ser presentados por comediantes y en los que se mezcla actualidad y entretenimiento. 
Al principio Moore suelta un monólogo relacionado con la actualidad del día en el que aborda lo que ayer fue la gran noticia: el despido de Reince Priebus como jefe de gabinete por parte de Trump.
En el escenario, que está decorado de forma muy espartana, con un sillón y un escritorio, se sigue después con una serie de preguntas entre un canadiense y una estadounidense, y con una entrevista con el actor Judah Friedlander en la que opina sobre la situación del país.
Al final, la velada teatral dura dos horas y se hace larga, pero no tanto por cómo está organizada sino porque Moore no para de contar anécdotas de su propia vida. Es cierto que las introduce en los momentos acertados y que están muy bien pensadas para las pausas, pero subrayan una y otra vez el ya de por sí simple mensaje de que una persona puede desencadenar una enorme transformación.
Lamentablemente, en el universo de Moore esa persona es en demasiadas ocasiones él mismo. El documentalista cuenta historias sobre un campamento de verano o sobre el escándalo del agua potable en su ciudad natal, Flint, en Michigan, y Moore suele acabarlas todas con la conclusión: "Piensen en un acto político que les atemorice y después den el paso".
Tal vez se trate de una visión demasiado crítica y eurocéntrica sobre el documentalista, pero actualmente este tipo de obras atraen al estadounidense liberal. Desde hace meses, el comediante Stephen Colbert está logrando cifras récord de cuota de pantalla con su "Late Show" en el canal CBS. Los lunes, en muchas oficinas se ve en Youtube extractos de "Last Week Tonight", de John Oliver, que se emite en el canal HBO.
Al igual que la pieza de Moore, el éxito de estos formatos revela sobre todo la inseguridad que todavía sienten los ciudadanos estadounidenses ideológicamente situados a la izquierda con la victoria de Trump. Les gustan las historias de personas que se resisten, que se levantan y dicen: "¡Así no!". En Broadway, en Nueva York, se puede ver durante las próximas 13 semanas a un viejo conocido en estas lides.


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