Con la nueva legislación, la educación boliviana "ya no será (...) alineada, sometida, subordinada, sino (que) será una educación revolucionaria, liberadora", dijo Morales en la sede del magisterio rural.
La nueva norma instituye la educación no confesional, aunque "garantiza la libertad de conciencia y de fe, y de la enseñanza de religión".
La Iglesia católica, con la que Morales mantiene una relación tirante, cuestiona la normativa bajo el argumento de que el Estado tomará la educación a su cargo sin dar participación a las escuelas privadas, al tiempo que objetó el cambio de la materia de Religión por otra llamada Religiones, Espiritualidad, Ética y Moral.
Además, en un plazo de tres años, quedarán cerradas las academias católicas y protestantes de formación de maestros.
"El derecho de los padres (de elegir la educación de sus hijos) no puede ser suplantado por nadie", protestó el cardenal Julio Terrazas en su homilía del domingo.
Entre los cambios relevantes, figura una nueva modalidad de bachillerato que da la posibilidad de acceder a títulos técnicos junto con la formación humanística.
El principal dirigente de los maestros de La Paz, José Luis Álvarez, un antiguo militante trotskista, señaló que la ley "está condenada a fracasar, porque parte de una concepción subjetiva".
La nueva ley mantiene rasgos de discriminación y la selección "elitista del sistema educativo", cuando no elimina "la educación privada para los ricos", argumentó Alvarez.