Murdoch busca distanciarse del escándalo, en el día "más humilde" de su vida
LONDRES. - El magnate de prensa Rupert Murdoch se negó a cargar culpas en el escándalo de las escuchas ilegales e insistió en la falta de pruebas de presuntos pinchazos telefónicos a víctimas de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, al comparecer el martes ante el Parlamento británico.
James Murdoch-izquierda-, y Rupert Murdoch.
"Nunca me sentí tan humilde como hoy", afirmó el magnate norteamericano de origen australiano en el inicio de su comparecencia ante la Comisión de Cultura, Medios de Comunicación y Deportes del Parlamento.
"Seamos claros, violar la intimidad de las personas pirateando sus mensajerías telefónicas está mal. Pagar a policías para obtener informaciones está mal", concluyó el magnate, de 80 años, tras tres horas de intenso interrogatorio.
Murdoch dijo haberse sentido "totalmente aterrado y avergonzado" al enterarse hace apenas dos semanas del caso Milly Dowler, en referencia a las revelaciones de presuntas escuchas por periodistas del tabloide dominical News of the World del teléfono de una muchacha de 13 años asesinada.
Pero cuando un diputado le preguntó si asumía ser "en última instancia el responsable de este fiasco", Murdoch respondió : "No", aduciendo la imposibilidad de supervisar todo lo que se hace en un conglomerado de medios de 53.000 empleados.
Y al preguntársele quién podían ser los principales responsables del caso, contestó: "Las personas en quienes deposité mi confianza y luego tal vez las personas en quienes ellas confiaron".
Murdoch subrayó por otro lado que las sospechas que podrían extender a Estados Unidos el incendio que hace tambalear a News Corporation, su imperio mediático, son hasta ahora totalmente infundadas.
"No hemos visto ninguna prueba" de pinchazos telefónicos a familiares de víctimas de los atentados del 11 de septiembre "y por lo que sabemos el FBI tampoco", afirmó Murdoch. "Si las encuentran, trataremos el caso exactamente del mismo modo que lo estamos haciendo aquí", agregó.
Murdoch compareció junto a su hijo James, número tres de News Corp, quien presentó sus disculpas, en su propio nombre y en el de su padre, a las víctimas de las escuchas.
El caso obligó a Murdoch a cerrar News of the World, un periódico faro que llevaba 168 años de existencia. "Tuvimos vergüenza de lo que ocurrió. Fallamos a la confianza de nuestros lectores", explicó.
El ejecutivo tuvo que desprenderse además de dos estrechos colaboradores: Rebekah Brooks, directora de News International (rama británica del imperio Murdoch) que había sido redactora jefa de News of the World de 2000 a 2003, y Les Hinton, jefe de la filial estadounidense de Dow Jones, que publica The Wall Street Journal.
Brooks, la "reina de los tabloides", hasta muy recientemente superpoderosa y adulada, compareció a continuación. La mujer, que renunció a su cargo la semana pasada, fue detenida el domingo durante doce horas y liberada bajo fianza, bajo los cargos de corrupción de policías y complicidad en escuchas telefónicas ilegales.
Brooks también condenó los pinchazos telefónicos, aunque justificó la utilización de detectives privados en busca de exclusivas. Y al igual que Rupert Murdoch condenó la intervención del teléfono móvil de la adolescente asesinada Milly Dowler.
El escándalo de las escuchas provocó asimismo las renuncias del jefe de Scotland Yard, Paul Stephenson, y del jefe de la policía antiterrorista, John Yates, y dejó a la defensiva al primer ministro conservador David Cameron.
Stephenson, quien compareció antes que Murdoch, admitió que pudo haber "diez miembros del departamento de comunicación (de Scotland Yard) que trabajaron para News International en el pasado, algunos de los cuales eran periodistas".
Las renuncias de Stephenson y Yates fueron precipitadas por la revelación de que un ex subjefe de redacción de News of the World, Neil Wallis, había trabajado a medio tiempo como consultor policial.
El Partido Conservador admitió el martes que Wallis pudo haber prestado "asesoramiento informal" al jefe de comunicación de Cameron antes de que éste fuese electo en 2010.
Cameron reconoció que el caso es "un gran problema", aunque se dijo seguro de que finalmente se resolverá.
"Una parte de los medios ha cometido actos ilegales, horribles. La policía debe responder a serios interrogantes acerca de corrupción potencial y sobre una investigación fallida. Los políticos han estado demasiado cerca de los propietarios de los medios", dijo el primer ministro en Nigeria, donde se encontraba en visita oficial.
La policía debe investigar además la sorpresiva muerte de Sean Hoare, ex reportero del tabloide sensacionalista, que ventiló el escándalo e implicó en él a Andy Coulson, ex portavoz de Cameron.
La policía dijo que la muerte de Hoare "está considerada por el momento sin explicación pero no parece sospechosa". Según The Guardian, Hoare, hallado muerto el lunes en su vivienda en Watford (norte de Londres), sufría desde hacía tiempo de problemas de alcoholismo y drogadicción.
El News of the World está acusado de haber pirateado desde el año 2000 los teléfonos de unas 4.000 personas, entre ellas políticos, miembros de la Casa Real y celebridades.