Noruega inaugura centro sobre los ataques de Breivik 4 años después del drama
AFP (Agencia France-Presse)
Oslo, Noruega. - Noruega inauguró este miércoles un centro consagrado a las víctimas de los sangrientos ataques cometidos por el militante de extrema derecha Anders Behring Breivik, cuando se cumplen cuatro años exactos del drama que conmocionó al país.
En uno de los lugares de la tragedia que se saldó con la muerte de 77 personas, la planta baja del inmueble gubernamental que Breivik intentó destruir con una potente bomba, una exposición trata de luchar contra el extremismo y el radicalismo por medio de la pedagogía.
"Este año, el terror ha vuelto a golpear Europa, en Copenhague y en París", declaró al pie del edificio la primera ministra, Erna Solberg. "Esta semana golpeó a la juventud en Turquía", añadió, en alusión al atentado suicida que dejó 32 muertos en Suruc.
"El centro de información debe difundir el saber para dotarnos contra el odio, la violencia y el terrorismo", explicó la responsable.
"El mensaje más importante hoy es que debemos seguir luchando contra la retórica del odio y el extremismo", añadió.
El 22 de julio de 2011, Breivik, declarado en cruzada contra el multiculturalismo, hizo estallar una bomba de 950 kilos al pie de la torre que albergaba las oficinas del entonces primer ministro - el actual secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg-, ausente en el momento de la explosión. El atentado dejó ocho muertos.
Después, Breivik abrió fuego contra los participantes de un encuentro de la Juventud Laborista noruega en la isla de Utoya, a unos 30 kilómetros de Oslo, matando a 69 personas, la mayoría adolescentes, en el que se convirtió en el tiroteo más mortífero jamás cometido por un solo hombre en tiempo de paz.
La exposición inaugurada el miércoles suscitó en un primer momento cierta aprehensión, por estar presentes algunos objetos empleados por el extremista para sus ataques, como los restos irreconocibles de la camioneta bomba, una identificación falsa o las insignias que usó para hacerse pasar por un policía en Utoya.
La semana pasada, Tor Ostbo, cuya esposa murió en la explosión, dijo temer que el lugar se convirtiera en un "Salón de la Fama" para el asesino, mientras que uno de los abogados de la acusación se opuso a "un museo Breivik en un complejo gubernamental".
Los familiares de los jóvenes ejecutados a sangre fría en Utoya inauguraron su propio memorial en la isla.
La propia presidenta del grupo de apoyo a los supervivientes y familiares de las víctimas, Lisbeth Kristine Royneland, que perdió a su hija de 18 años en los ataques, despejó las dudas sobre la posibilidad de que el centro inaugurado en Oslo se convirtiera en una especie de panteón de la derecha extremista.
"Es un centro que traza toda la historia de la A a la Z sin añadir ni silenciar nada", dijo Royneland a la AFP tras visitar el centro con otras personas golpeadas por la tragedia. "Muchos eran escépticos por los titulares de los medios", pero "las reacciones han sido muy positivas".
Con ayuda de las fotos de cámaras y teléfonos móviles abandonados por los jóvenes muertos en Utoya, el acento de la exposición recae sobre las víctimas y los supervivientes, sobre el juicio a Breivik y la unión del pueblo noruego tras la masacre.
Los textos que acompañan las imágenes son extractos del veredicto que condenó al extremista a 21 años de cárcel, pena máxima revisable si el preso sigue siendo considerado una amenaza para la sociedad. Breivik jamás se ha mostrado arrepentido.
En Twitter, una superviviente de Utoya, Elin L'Estrange, recomendó "a quienes temen un "museo Breivik" visitar una exposición "bella y digna".
Pero las cicatrices en Noruega aún son profundas pese al paso del tiempo: más de la mitad de los padres de las víctimas aún no han logrado rehacer su vida, según un estudio del Centro de Psicología de Bergen.
"Este año, el terror ha vuelto a golpear Europa, en Copenhague y en París", declaró al pie del edificio la primera ministra, Erna Solberg. "Esta semana golpeó a la juventud en Turquía", añadió, en alusión al atentado suicida que dejó 32 muertos en Suruc.
"El centro de información debe difundir el saber para dotarnos contra el odio, la violencia y el terrorismo", explicó la responsable.
"El mensaje más importante hoy es que debemos seguir luchando contra la retórica del odio y el extremismo", añadió.
El 22 de julio de 2011, Breivik, declarado en cruzada contra el multiculturalismo, hizo estallar una bomba de 950 kilos al pie de la torre que albergaba las oficinas del entonces primer ministro - el actual secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg-, ausente en el momento de la explosión. El atentado dejó ocho muertos.
Después, Breivik abrió fuego contra los participantes de un encuentro de la Juventud Laborista noruega en la isla de Utoya, a unos 30 kilómetros de Oslo, matando a 69 personas, la mayoría adolescentes, en el que se convirtió en el tiroteo más mortífero jamás cometido por un solo hombre en tiempo de paz.
La exposición inaugurada el miércoles suscitó en un primer momento cierta aprehensión, por estar presentes algunos objetos empleados por el extremista para sus ataques, como los restos irreconocibles de la camioneta bomba, una identificación falsa o las insignias que usó para hacerse pasar por un policía en Utoya.
La semana pasada, Tor Ostbo, cuya esposa murió en la explosión, dijo temer que el lugar se convirtiera en un "Salón de la Fama" para el asesino, mientras que uno de los abogados de la acusación se opuso a "un museo Breivik en un complejo gubernamental".
Los familiares de los jóvenes ejecutados a sangre fría en Utoya inauguraron su propio memorial en la isla.
- Cicatrices profundas-
La propia presidenta del grupo de apoyo a los supervivientes y familiares de las víctimas, Lisbeth Kristine Royneland, que perdió a su hija de 18 años en los ataques, despejó las dudas sobre la posibilidad de que el centro inaugurado en Oslo se convirtiera en una especie de panteón de la derecha extremista.
"Es un centro que traza toda la historia de la A a la Z sin añadir ni silenciar nada", dijo Royneland a la AFP tras visitar el centro con otras personas golpeadas por la tragedia. "Muchos eran escépticos por los titulares de los medios", pero "las reacciones han sido muy positivas".
Con ayuda de las fotos de cámaras y teléfonos móviles abandonados por los jóvenes muertos en Utoya, el acento de la exposición recae sobre las víctimas y los supervivientes, sobre el juicio a Breivik y la unión del pueblo noruego tras la masacre.
Los textos que acompañan las imágenes son extractos del veredicto que condenó al extremista a 21 años de cárcel, pena máxima revisable si el preso sigue siendo considerado una amenaza para la sociedad. Breivik jamás se ha mostrado arrepentido.
En Twitter, una superviviente de Utoya, Elin L'Estrange, recomendó "a quienes temen un "museo Breivik" visitar una exposición "bella y digna".
Pero las cicatrices en Noruega aún son profundas pese al paso del tiempo: más de la mitad de los padres de las víctimas aún no han logrado rehacer su vida, según un estudio del Centro de Psicología de Bergen.