Nubes negras sobre el presidente Erdogan

Red Voltaire, voltairenet.org

Damasco, Siria. - Siguen acumulándose las acusaciones contra el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Mientras que Rusia y Estados Unidos abastecen indirectamente con armas al PKK, se acusa a Turquía de haber ordenado los atentados perpetrados en París y Bruselas, acusación que encuentra confirmación en las recientes declaraciones del propio Erdogan y en un importante testimonio del rey Abdala de Jordania. Por otra parte, Washington acaba de abrir una investigación sobre una enorme malversación de fondos a favor del AKP.

En sólo una semana, nuevos nubarrones vienen a agolparse sobre la cabeza del presidente turco Erdogan.
En primer lugar están las sospechas sobre su responsabilidad en los atentados terroristas perpetrados en París y Bruselas.
En el caso de los atentados de París, se estima que el objetivo era chantajear al presidente francés Hollande por no haber respetado su compromiso de ayudar a «resolver» el «problema kurdo».
En efecto, a principios de 2011, los ministros de Relaciones Exteriores de Francia y Turquía, Alain Juppé y Ahmet Davutoglu, habían firmado un acuerdo secreto que estipulaba las condiciones sobre las guerras contra Libia y Siria. Una de las cláusulas de aquel acuerdo señalaba que Francia respaldaría una solución del «problema kurdo» que no afectara «la integridad territorial de Turquía». En otras palabras, se trataba de crear un nuevo Estado, en territorios pertenecientes a Irak y Siria, para expulsar hacia allí a los kurdos de Turquía. Ese proyecto de limpieza étnica, correspondiente a un viejo plan de los estrategas israelíes, recibió el aval del Departamento de Defensa de Estados Unidos y Robin Wright lo publicó en el New York Times, en septiembre de 2013.
A su llegada al poder, el presidente francés Francois Hollande se comprometió a aplicarlo y, el 31 de octubre de 2014, recibió a Erdogan en la sede de la presidencia francesa, donde ambos se reunieron en secreto con Salih Muslim, copresidente de las YPG [1 ], a quien prometieron convertirlo en presidente del nuevo Estado. Pero, después de la victoria de los kurdos en Kobane, Hollande cambió de casaca. Recibió en el Elíseo a la otra copresidente de las YPG, Asya Abdullah, fiel al líder histórico del PKK y de los kurdos de Turquía, Abdullah Ocalan. Sin saber todavía bien qué hacer con los kurdos, Hollande decidió utilizar como pretexto la crisis de los refugiados para financiar más ampliamente la guerra contra Siria. En definitiva, la campaña de bombardeos rusos puso fin definitivamente al sueño israelo-franco-turco de creación de un seudo Kurdistán. Tratando de hacerse perdonar de alguna manera, Hollande propuso ampliar el financiamiento de la guerra contra Siria haciendo que la Unión Europea asignara a Turquía 3 000 millones de dólares, con el pretexto de la crisis de los refugiados. Furioso, Erdogan habría ordenado entonces los atentados perpetrados en París, el 13 de noviembre de 2015.
En segundo lugar, numerosos Estados europeos han expresado su irritación ante la política antisiria que Francia impone a la Unión Europea. Bélgica estuvo entre los países más críticos hacia esa política y, como expresión de su desacuerdo, otorgó asilo político a varios líderes del PKK. El proyecto de un seudo Kurdistán parecía nuevamente realizable cuando Rusia anunció la retirada de sus bombarderos tácticos, pero Francia no logró obtener el respaldo de la Unión Europea. En un discurso transmitido por televisión, Erdogan amenazó entonces a Bélgica con explosiones de bombas en suelo belga y ordenó los atentados del 22 de marzo de 2016 en Bruselas.
La tesis de la responsabilidad turca coincide con el testimonio del rey Abdalá de Jordania, registrado el pasado 11 de enero ante miembros del Congreso de Estados Unidos. Según las minutas de ese encuentro, oportunamente “filtradas” a la prensa, el rey de Jordania aseguró que Erdogan está introduciendo combatientes en Europa para extender la yihad a ese continente.
Y, como un problema nunca viene solo, el implacable fiscal de Manhattan acaba de arrestar al hombre de negocios turco-irano-azerí al que la justicia turca había acusado de haber malversado 2 800 millones de dólares en Irán para financiar el partido de Erdogan, el AKP.



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