AFP (Agencia France-Presse)
Errachidia, Marruecos. - Situado en las montañas del Alto Atlas, el gran oasis de Errachidia, entre los más hermosos del sur marroquí, está actualmente en peligro debido a la explotación excesiva del agua que le dio vida desde hace miles de años.
El caso de Errachidia es ilustrativo del problema de la gestión del agua en el mundo, y uno de los temas tratados en la Cumbre sobre el desarrollo sostenible Rio+20, que se lleva a cabo entre el 20 y el 22 de junio en Rio de Janeiro, Brasil.
A unos cien metros de una ruta pavimentada que pasa por el oasis de Gulmina, cerca de Errachidia, un pozo cuidadosamente mantenido por la familia M'barek irriga un pequeño maizal mediante una bomba de agua.
"El agua ha bajado mucho. Sólo Dios sabe por qué", se lamenta apesadumbrado Moha M'barek, un octogenario que nació en el oasis y en el que posee un pequeña parcela agrícola.
"Debí cavar cuatro pozos antes de encontrar agua. A mi alrededor, los vecinos no tienen agua. Antes, había en todas partes. Es la voluntad de Dios", comenta con fatalismo, mirando hacia el arroyo que lleva el agua de los pozos hacia el maizal.
Llamada antiguamente "Ksar Suk", la ciudad de Errachidia (200.000 habitantes) es la capital de la provincia del mismo nombre. Esta región es conocida por la belleza de sus oasis, en medio de montañas áridas y de un desierto que se extiendo hasta el Sahara Occidental.
La repartición del agua en el inmenso oasis, en peligro hoy de secarse, se hacía mediante "khittaras o qanats", un sistema de irrigación secular que permite recuperar el agua que filtra desde las montañas mediante tuneles y canales, y administrado según ritos bereberes ancestrales.
Este sistema permitía mantener un flujo de agua regular durante todo el año.
Pero a partir de los años setenta, la utilización de bombas de agua por los agricultores provocó la desecación progresiva de la capa freática. Y los campos que eran regularmente cultivados y verdes, ahora no son más que tierras áridas abandonadas por los habitantes del oasis.
"Los agricultores fueron optando poco a poco por pozos individuales, que equiparon con bombas de agua... miles de pozos perforados, y en unos años la capa subterránea se agotó", denunció Lahcen Kabiri, profesor de geociencias del medio ambiente en la facultad de Errachidia.
Según Kabiri, esta situación "podría evolucionar hacia una verdadera catástrofe ecológica si se tiene en cuenta el papel del oasis en la lucha contra la desertificación".
"Si la napa se agota, todo lo que se encuentra río abajo se encotrará en una situación dramática. Vamos a ver un desastre ecológico nunca visto", declaró.
Los habitantes y las autoridades locales van tomando cada vez más conciencia de las amenazas que pesan sobre este oasis, uno de los mayores de Marruecos.
En el pequeño palmeral de Izilf en el centro del oasis, algunos agricultores decidieron enfrentar colectivamente el problema.
"Hemos creado una cooperativa para administrar colectivamente el agua. Si no, todo lo que se ve alrededor ya no existiría. No habría nada más, todo se habría muerto y desecado", advirtió Moha Busseta, presidente la cooperativa de agua de Izilf.
Para los habitantes de la región de Errachidia, para la mayoría de los bereberes, la gestión del agua es "no solo una cuestión ecológica mayor, sino una cuestión de vida o muerte", concluyó Lahcen Kabiri.