Red Voltaire, Voltairenet.org
WASHINGTON, D:C. - Parece que Siria no va a ser la próxima víctima del imperialismo estadounidense —explica Wayne Madsen— porque los ojos de Washington miran con ambición el arsenal nuclear de Pakistán que se ha convertido en un codiciado botín. Es una prioridad —dicen los estrategas yanquis— antes de que éste caiga en manos «islamistas». El único obstáculo que falta resolver es el de crear un ambiente propicio para manipular la opinión pública de modo que justifique la intervención militar internacional contra Pakistán. Desde hace año y medio Washington trata de lograr este objetivo mediante crecientes y permanentes provocaciones.
Parafraseando la vieja canción contra la guerra de Vietnam:
«Y uno, dos, tres,
Por qué luchamos?
Ni preguntes, ni me importa,
Paquistán es el próximo».
Al parecer, algunos funcionarios del Pentágono, incluyendo al Secretario de Defensa Leon Panetta ; al General David Petraeus, director de la CIA, ex-jefe del antiguo Comando Central y comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán; destacados políticos —tanto demócratas como republicanos—, consideran que en realidad Pakistán debe ser el próximo objetivo en la lista de países que habrán de sentir la fuerza de la agresión militar de los EE.UU.
A diferencia de otras naciones islámicas, que han sido objeto de la intervención militar estadounidense, y esto incluye a Afganistán, Irak, Somalia, Yemen y Libia, el más preciado botín para Occidente de esta futura cruzada consistiría en el arsenal paquistaní de armas nucleares.
Varios observadores, como ex-funcionarios de alto nivel en los Servicios de Inteligencia paquistaníes, no ocultan los planes de contingencia de Occidente, que parecen estar en camino para hacerse con las armas nucleares de Paquistán y así hacer que este país desaparezca como potencia nuclear. Estos planes se han coordinado entre la CIA, los servicios de inteligencia del Centro de Análisis e Investigaciones de la India (RAW), y el Mossad, de Israel.
El presidente Obama parece haber decidido incrementar las tensiones con Pakistán después de haber instado aparentemente al presidente Asif Ali Zardari a que asistiera a la tan proclamada Cumbre sobre Seguridad Nuclear en Washington, en abril de 2010.
Obama envió personalmente una carta a Zardari que fue entregada a la oficina del presidente paquistaní en Islamabad, el 16 de febrero de 2010, junto con otra enviada por la embajadora estadounidense Anne Patterson en Paquistán.
Esta carta fue el asunto de un cable del Departamento de Estado revelado con información «sensible» el día 17 de febrero de 2010, y que fuera emitido desde la embajada de los EE.UU. en Islamabad hacia el Departamento de Estado.
Este documento a su vez hace referencia a otro cable del 10 de febrero transmitido por la Casa Blanca a la embajada en Islamabad. Copias del cable que procedía de Islamabad fueron entregadas a la CIA, la Junta de Jefes de Estados Mayores en el Pentágono, y al Comando Central, (CENTCOM) en Tampa, Florida, así como a los consulados de EE.UU. en Lahore, Peshawar, y en Karachi— a las diversas estaciones de la CIA en Pakistán— y además a las embajadas de EE.UU. en Londres y Kabul.
¿Qué decía el cable emitido de Islamabad a Washington?
«(SBU) para entregar carta POTUS sobre la Cumbre de Seguridad Nuclear a la Oficina del Presidente Asif Ali ZARDARI, febrero 16, con carta adjunta de embajadora Anne Patterson. Los paquistaníes no nos han confirmado aún si ZARDARI asistirá.
PATTERSON»
Zardari no asistió a la cumbre, sino que envió al Primer Ministro Yusaf Raza Gilani en su lugar. Poco después, Washington comenzó a lanzar alarmas sobre los vínculos entre Pakistán y elementos talibanes en la provincia de la frontera noroccidental del país, así como en Afganistán.
Es curioso el hecho de que Israel, que oficialmente dice no poseer armas nucleares, aunque se estima que tenga unas 400 ojivas, haya enviado al vice primer ministro Dan Meridor, que intencionalmente se hace el de la vista gorda ante el Mossad, y que la India haya enviado a su Primer Ministro Manmohan Singh.
Arabia Saudita, que ha sido utilizada por Washington como interlocutor con los Talibanes de Afganistán, envió al jefe de sus Servicios Generales de Inteligencia, el príncipe Muqran bin abdul Aziz.
Una semana después de que Zardari recibiera la carta de invitación a la cumbre de Washington, un cable del tipo NOFORN (no revelar en el extranjero), fechado el 23 de febrero, fue enviado desde Islamabad al Departamento de Estado, con copias a la CIA, a la Junta de Jefes de Estados Mayores, a CENTCOM, a las embajadas estadounidenses en Londres y Nueva Delhi, a los consulados de EE.UU. en Lahore, Peshawar, y Karachi, así como al Departamento de Energía (lo que indicaba que se trataba de asuntos de seguridad nuclear), y a los departamentos del Tesoro y de Comercio— con autoridad de imponer sanciones. El cable trata de una reunión efectuada el 17 de febrero entre Zardari y el enviado especial para Afganistán y Paquistán, el desaparecido Richard Holbrooke, justamente un día después de que Zardari recibiera la invitación de Obama para asistir a la cumbre nuclear.
En la reunión, Holbrooke agradeció a Zardari por la ayuda de Pakistán en la lucha contra los Talibanes particularmente por la captura del líder militar talibán-afgano Mullah Beradar. Pero, Holbrooke aún no estaba satisfecho. Echó un cubo de agua fría sobre los esfuerzos para lograr la reconciliación por parte del Presidente afgano Karzai y del representante especial del Secretario de las Naciones Unidas en Afganistan Kai Eide de un lado, y del otro, los máximos líderes talibanes.
De acuerdo con el cable secreto, Holbrooke le comunicó a Zardari que «los Estados Unidos y Pakistán habían debilitado el liderazgo talibán, pero aclaró que esto sólo era la primera fase, ya que el éxito dependía de lograr que la población local se tornara contra los Talibanes.»
Holbrooke puntualizó que «la percepción por parte del pueblo sobre los esfuerzos de los Estados Unidos para la reintegración y la reconciliación con los Talibanes han enfatizado excesivamente la posibilidad de la reconciliación, explicando que dicha reconciliación con los líderes talibanes era menos posible que la reintegración de los talibanes de base que habían abandonado la lucha.» Zardari confesó a Holbrooke que el jefe de inteligencia saudita, príncipe Muqran bin abdul Aziz, había considerado posibles conversaciones con Karzai y los altos oficiales talibanes en Arabia Saudita, pero que no había «garantías» de que se realizaran.
Las otras partes del cable, las secciones dos y tres, extrañamente faltan de lo que supuestamente fue filtrado a Wikileaks.
En abril, se efectuó una reunión en Washington para discutir el tema de la proliferación y seguridad nuclear con la participación de Muqran bin abdul Aziz, Meridor, Singh y sus asesores de inteligencia, la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés Nicolás Sarkozy, el presidente de Georgia Mijaíl Saakashvili, y el Primer Ministro canadiense Stephen Harper; con quienes se podría contar para «ocupar» [conquistar] las armas nucleares de Paquistán e impedir que cayeran en manos de «islamistas radicales».
Ahora, una estrategia era utilizar a Obama, Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos contra la proliferación nuclear, Obama era la pieza frontal y ostentadora perfecta para crear una coalición secreta que conllevara a la desnuclearización de Pakistán. Sólo había que ejercer influencia adecuada en la opinión pública de manera que se pudiera justificar una intervención multinacional en Pakistán.
Los medios y funcionarios paquistaníes, como el ex-Jefe de Estado Mayor, General retirado Mirza Aslam Beg y el ex-Jefe del ISI (servicios de inteligencia), General Hamid Gul, comenzaron a revelar las actividades extraoficiales de contratistas militares privados de EE.UU. en Pakistán, especialmente en Peshawar, Lahore, Karachi e Islamabad, y esto incluía la participación de EE.UU. en cuanto a falsos ataques terroristas que serían después adjudicados a grupos islamistas locales.
En febrero de 2011, la policía paquistaní arrestó a Raymond Davis, jefe interino de la CIA en el país, al haber ultimado a tiros a dos paquistaníes que según él dijo habían tratado de asaltarlo. Sin embargo, pronto se supo que Raymond Davis no había dicho toda la verdad. A Raymond Davis se le encontraron equipos de espionaje y armas, así como información grabada en su teléfono que indicaba que había estado en contacto con el movimiento talibán paquistaní, conocido también como Tehreek-e-Taliban Pakistán y combatientes del grupo Lashkar-e-Jhangvi en Waziristán del Sur y otras Regiones. Raymond Davis fue liberado después de fuertes presiones diplomáticas ejercidas por Washington.
El 2 de mayo de 2011, cuando las tensiones habían incrementado entre los EE.UU. y Pakistán, una unidad especial de la Marina estadounidense llevó a cabo un ataque aéreo sobre la ciudad de Abbotabad, una localidad conocida por ser una base militar sólidamente apertrechada en Pakistán, donde se afirmó que Osama bin Laden supuestamente había sido aniquilado. La Operación Neptuno Spear (Lanza de Neptuno) fue envuelta de misterio, silencio y secreto.
El cuerpo de Bin Laden fue lanzado al mar sin haberse realizado una identificación que determinara que el cadáver era realmente el de Bin Laden, personaje que fue localizado justamente en una residencia a escasos metros en donde vivían una gran cantidad de militares paquistaníes activos y retirados, de oficiales del ISI [servicios secretos paquistaníes], que también vivían allí, en Abbotabad, todo esto cerca de la Academia Militar Paquistaní.
Los militares y oficiales de inteligencia de India y de EE.UU dijeron que militares paquistaníes mantenían vínculos con Bin Laden. Quince miembros del Gold Squadron del Grupo de las Fuerzas Especiales de la Marina de EE.UU. (DEVGRU), anteriormente llamados Equipo SEAL 6, y conocidos todos por haber participado en la operación para eliminar a Bin Laden en Abbotabad, murieron poco después cuando su helicóptero, un aparato Chinook fue abatido por un misil en Afganistán.
El Pentágono negó que alguno de los hombres de SEAL muertos hubiera participado en el ataque contra Bin Laden, pero otros miembros del equipo SEAL desmintieron las afirmaciones del Pentágono con fuertes y serios argumentos.
Holbrooke, que murió de un sorpresivo ataque al corazón el 13 de diciembre de 2010 era, tal como su sucesor Marc Grossman, un personaje destacado por su participación en las aventuras diplomáticas secretas de EE.UU., así como por sus posiciones pro-israelíes. Después de que Petraeus asumiera el mando de la CIA, el Jefe de la Junta de Jefes de Estados Mayores, el militar estadounidense Michael Mullen y el Secretario de Defensa, Leon Panetta,—predecesor de Petraeus en la CIA— acusaron a Pakistán de dar asistencia a los grupos guerrilleros islamistas afganos. Mullen dijo que el ISI de Pakistán apoyó a la red afgana conocida como Haqqani a realizar ataques contra la embajada de EE.UU. en Kabul y contra las tropas estadounidenses desplegadas en Afganistán.
El movimiento talibán paquistaní fue acusado anteriormente de llevar a cabo un ataque terrorista contra la base de operaciones de la CIA en Khost, Afganistán. Se preparaba el terreno para lanzar una política más agresiva por parte de los EE.UU. contra Pakistán, aunque algunos funcionarios del Pentágono afirmaron que Michael Mullen exageró los hechos contra Pakistán.
El Senador Lindsey Graham, miembro del Comité de Servicios Armados del Senado, sugirió la idea de lanzar una intervención militar contra Pakistán. Las actividades secretas de los EE.UU. en Paquistán, que incluyen aquellas conducidas por los notorios mercenarios de la entonces Blackwater —actualmente Xe— se convertían ahora en acciones declaradas y abiertas. Tal como ha sido en los últimos años, el botín codiciado es ahora el arsenal nuclear de Pakistán.
Pakistán es el próximo objetivo.