Pasado de Rebiya Kadeer ejemplifica política china para armonía étnica

Xin Hua, China

Si la líder del Congreso Mundial Uygur, Rebiya Kadeer, pensara en su propio pasado, se daría cuenta de que ha sido uno de los numerosos uygures que se ha beneficiado de las políticas aprobadas por China para promover la armonía étnica.

Pasado de Rebiya Kadeer ejemplifica política china para armonía étnica
BEIJING, 10 jul (Xinhua) -- La de Kadeer, que vivió 40 años en Xinjiang y a la que Forbes  consideró en 1995 la mujer más rica de esta región autónoma del  noroeste de China y la octava más rica de la parte continental de  China, es una historia "de mendigo a millonario".       Sin embargo, la agencia de noticias AFP publicó el lunes unas  declaraciones de Kadeer en las que afirmaba que la causa de los  disturbios registrados el pasado domingo en Xinjiang, en los que  murieron al menos 156 personas, fue "seis décadas bajo el dominio  de China en las que los uygures han sufrido una letanía de abusos  de derechos humanos como detenciones arbitrarias, torturas,  discriminación, represión religiosa, abortos forzados y  eliminación de la lengua uygur del currículum escolar". 
     La palabra "abuso" no describe apropiadamente la vida de los  uygures en Xinjiang, y menos aún la de Kadeer, que empezó siendo  pobre y luego prosperó en suelo chino, construyendo su imperio de  negocios y convirtiéndose en "La Millonaria" de Xinjiang en diez  años.  
     Si sus acusaciones de "discriminación" de los uygures por parte del gobierno chino fueran ciertas, sólo los ciudadanos chinos de  la etnia han habrían tenido esa oportunidad. 
     Su identidad como uygur también le permitió tener seis hijos,  mientras que la mayoría de las mujeres de han sólo podían tener  uno. 
     Además, las acusaciones de abusos de derechos humanos,  incluyendo la represión religiosa y la desaparición de la lengua  uygur de las escuelas, pierden sentido a la luz de los logros  alcanzados por los residentes y el gobierno locales. 
     El argumento de la "discriminación" mencionado por Kadeer en su entrevista con AFP tampoco se sostiene si se tiene en cuenta el  número de personas pertenecientes a minorías étnicas que ocupan  puestos gubernamentales. 
     En Xinjiang, las minorías ocupan más de la mitad de este tipo  de puestos, generalmente muy demandados en un mercado laboral muy  competitivo. Alrededor de 360.000 de los empleados gubernamentales en esta región autónoma pertenecen a minorías étnicas. 
     Según las estadísticas oficiales, el número de clases bilingües (impartidas tanto en chino mandarín como en uygur) en las escuelas secundarias de Xinjiang fue de 4.500 en 2007 con un total de  145.000 matriculados, mientras que en 1999 la cifra era sólo de  27. Los centros educativos de la región empezaron a ofrecer clases bilingües a principios de la década de 1990. 
     El imán de la Mezquita Id Kah de Kashgar (oeste de Xinjiang),  Jume Tahir, afirmó que el gobierno invirtió 1,5 millones de yuanes (219.500 dólares) en la renovación del templo en 1999. "Nuestras  creencias religiosas legítimas están completamente protegidas",  asegura Tahir. 
     China ha respetado y reconocido la libertad religiosa de sus  minorías desde que adoptó su primera Constitución en 1954. 
     El texto recoge el objetivo de "promover la prosperidad común  para todos los grupos étnicos", lo que explica la voluntad del  gobierno de mantener un entorno estable y pacífico construido con  mucho esfuerzo y su llamamiento a la moderación por parte tanto de los han como de los uygures. 
     Kadeer negó las acusaciones del gobierno según las cuales  habría instigado junto a sus seguidores las protestas que dieron  lugar a los disturbios del domingo y afirmó que el número de  muertos en los enfrentamientos fue mucho más alto que el que han  difundido las autoridades chinas, según AFP. 
     Hay que reconocer que el desarrollo de Xinjiang está lejos de  ser perfecto. Tanto los han como los uygures se enfrentan a  problemas como la probreza y las enfermedades, así como a los  desafíos vinculados a la globalización, que sólo se podrán superar a través de la unidad étnica y la coexistencia pacífica en una  región estable.


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